■ La sencilla ceremonia devino cátedra sobre la vida y obra del autor de El arte de la fuga
Bellas Artes rindió tributo a Sergio Pitol; le otorgó la Medalla de Oro
■ El escritor celebró 75 años de vida en compañía de familiares, amigos y lectores
Ampliar la imagen El escritor Sergio Pitol muestra la medalla de oro que le otorgó el Instituto Nacional de Bellas Artes. Lo acompañan Carlos Monsiváis y Margo Glantz Foto: María Luisa Severiano
Sergio Pitol, premio Cervantes de Literatura, recibió ayer la Medalla de Oro de Bellas Artes en un homenaje que el instituto organizó para celebrar los 75 años del escritor, ceremonia que se convirtió en una cátedra sobre la obra y trayectoria del autor de El mago de Viena.
El tributo rendido a Pitol fue manifiesto y sentido, pero también muy sencillo. La razón: su invaluable contribución a la literatura y cultura mexicanas.
La sala Manuel M. Ponce estuvo saturada; afuera, fueron colocadas sillas y una pantalla para que el público que no pudo entrar siguiera las anécdotas sobre la personalidad y las vicisitudes literarias del escritor, cuentista y ensayista poblano.
En la ceremonia, presidida por María Teresa Franco, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), participaron destacados escritores, como Margo Glantz, Carlos Monsiváis, Mario Bellatin y Álvaro Enrigue. El autor de Las batallas en el desierto, José Emilio Pacheco, no asistió por motivos de salud, pero envió un texto con cinco pícaras décimas para Pitol en su 75 aniversario.
Escritor incansable, consagrado a las letras, viajero constante, traductor, ensayista y diplomático, Pitol escuchó atento los comentarios de los autores que lo acompañaron y analizaron su obra.
Los participantes hicieron referencia a sus textos, a las anécdotas compartidas y también a sus innumerables galardones, en especial, el Premio Cervantes de Literatura; sin omitir las referencias a la abundante bibliografía que sustenta la trayectoria del autor, quien reside en Xalapa, Veracruz.
Al final de la ceremonia, Pitol fue seguido hasta una de las terrazas del Palacio de Bellas Artes por una infinidad de personas, entre familiares, amigos y lectores. Sentado en un apartado lugar, el escritor sólo accedió a firmar los libros de las personas que esperaron hasta el final para obtener la rúbrica del autor de El arte de la fuga.
“Todo está en todas las cosas”
Minutos antes, María Teresa Franco había dicho: “Sergio Pitol, de todos sus viajes realizados por las literaturas del mundo, trajo a nuestra lengua prodigiosos ingleses, franceses, italianos, polacos y rusos; además, nos ha invitado a compartir su pasión por la trama y por autores tan diversos que han permeado y enriquecido no sólo su obra, sino nuestra perspectiva general de la cultura”.
Entre las aportaciones de Pitol a la literatura hispanoamericana, María Teresa Franco mencionó, por una parte, “la insistencia con que nos recuerda que todo está en todas las cosas, y que la práctica devota de la lectura es un muro insuperable para descubrir los vasos comunicantes que ligan el pensamiento humano, las letras, las artes y la historia”.
La segunda aportación, dijo, es “sobre el entendimiento de que la literatura ‘nunca se ha sentido a gusto en medio de estrecheses dogmáticas y se revela hasta de los mismos cánones creados por ella cuando ya los considera innecesarios’”.
Para Sergio Pitol, finalizó la funcionaria, sólo es posible la creación y la vida misma cuando se nutren del diálogo entre voces, registros, tonos, modalidades y corrientes diversas. “Esas diferencias, a veces feroces, son el mejor alimento para el pensamiento y la mejor ruta para agrandar la única patria posible para el escritor: el lenguaje”.
En el texto que leyó Álvaro Enrigue, titulado Historia de una ocupación, habló sobre El arte de la fuga y de los autores de la llamada generación del 32, quienes mostraron que “la literatura es el espejo en donde lo privado se vuelve simbólico, el mundo al revés.”
El arte de la fuga es el libro que explica, en retrospectiva, la unidad literaria de los trabajos de una generación que, hasta el momento de su publicación, parecían no tener nada en común, añadió Enrigue.
La narración de anécdotas del premio Cervantes de Literatura realizada por Mario Bellatin; las reflexiones de Margo Glantz, colaboradora de La Jornada, sobre El viaje, y Carlos Monsiváis, quien expuso las ideas vertidas por el poblano tras una profunda entrevista que le realizó a propósito del galardón que obtuvo en 2005.
Todas estas palabras contribuyeron para honrar, recordar y refrendar su amistad con el afamado escritor, que celebra 75 años de vida.
“Mi literatura está fundamentalmente tejida de recuerdos. No es una virtud: es una deformación. Mi proceso creativo está muy ligado a la atención que le presto a las evocaciones. Busco el pasado y lo alimento”, ha expresado Sergio Pitol.