Usted está aquí: lunes 31 de marzo de 2008 Política El gobierno de Felipe Calderón es indolente y cobarde: la arquidiócesis

■ Es una vergüenza que no defienda a los mexicanos sentenciados a muerte en EU, dice

El gobierno de Felipe Calderón es indolente y cobarde: la arquidiócesis

José Antonio Román

La Arquidiócesis Primada de México reprochó al gobierno y autoridades mexicanas “la pasividad, indolencia y cobardía” con la que han actuado frente a la decisión de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos de no acatar el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya respecto de los 51 mexicanos condenados a muerte en ese país. Este comportamiento –dijo– es una “vergüenza”.

En el editorial de su semanario Desde la fe, la arquidiócesis señaló que si bien es un deber de la justicia humana aplicar la ley a aquellas personas que han delinquido, ningún Estado puede arrogarse lícitamente la facultad de quitar la vida a un ser humano.

“Si bien indigna la decisión arrogante de la Suprema Corte de Estados Unidos, no nos extraña la actuación de nuestro vecino país del norte, que cree tener autoridad de juzgar a cualquier persona, pero no permite que sus ciudadanos sean sometidos a tribunales internacionales cuando han delinquido o cometido atrocidades de lesa humanidad, tal como suele ocurrir en falaces guerras preventivas declaradas por Estados Unidos en forma unilateral, justificando querer acabar con el terrorismo y en las que, irónicamente, terminan por hacer, en los países invadidos, exactamente lo mismo que dicen perseguir”.

En días previos, la arquidiócesis y el cardenal Norberto Rivera, en una declaración, condenaron la decisión de la Corte de Justicia estadunidense, que determinó que el estado de Texas no está obligado a revisar los procesos de 51 mexicanos condenados a muerte en las cortes estatales, desacata el fallo de la Corte Internacional de La Haya, que ordena la revisión de estos juicios, luego de determinar que en la detención de esas personas se violaron sus derechos a la asistencia consular que concede la Convención de Viena de 1963.

En su pronunciamiento de ayer, la arquidiócesis se pregunta qué hacen nuestra clase política y nuestros gobernantes por defender a estos mexicanos; se pregunta si estos mismos personajes tendrán aunque sea un poco de tiempo en medio de sus innumerables conflictos internos y externos y la “lucha encarnizada por el poder” para cumplir con su deber de defender no sólo a estos connacionales que están a punto de ser asesinados, sino a los millones de migrantes a quienes cada día se les respetan menos sus derechos humanos y laborales.

Además, advierte que la “conducta soberbia y racista” de Estados Unidos seguirá hasta que el gobierno de México no asuma una actitud firme que lo haga respetable, y por fin responsable de la suerte de millones de mexicanos a quienes la pobreza ha expulsado debido al fracaso de los proyectos, sociales que no han generado bienestar y mucho menos progreso.

Insiste en que la atribución de dar y quitar la vida sólo corresponde a Dios. “Es una vergüenza que en plena celebración de la Pascua, la fiesta de la vida, la Suprema Corte estadunidense sea pregonera de la muerte, y México sea ejemplo internacional de pasividad, indolencia y cobardía”, concluye.

 
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