Antes que el diablo sepa que has muerto
A los 83 años el estadunidense Sidney Lumet (Doce del patíbulo, El prestamista, Poder que mata) ofrece en Antes que el diablo sepa que has muerto (Before the devil knows you are dead) una realización impecable. En una narración absorbente presenta la relación de un asalto con todos los elementos para ser perfecto; los ladrones –dos hermanos– asaltan la joyería de sus padres, con la convicción de que éstos nada perderán por tener el negocio asegurado. Andy Hanson (Philip Seymour Hoffman), empresario agobiado por las deudas, convence a su hermano menor Hank (Ethan Hawke), cuya situación financiera es todavía más precaria, de que participe con un ladronzuelo más experimentado en la faena. Todo marcha correctamente, y Lumet establece la cronología del robo con saltos temporales que se encadenan de manera eficaz sin confundir jamás al espectador. A los pocos minutos, todo el engranaje falla y el robo se encamina a un desenlace trágico. La madre, que debería estar ausente, ha decidido remplazar a una empleada y defiende el local a punta de revolver, con consecuencias funestas para todos.
Han bastado pocas escenas para que el director veterano dé cuenta con gran agilidad narrativa de un robo fallido que se convierte en una broma macabra. Las dificultades financieras de los hermanos se vuelven miseria moral compartida y el espectador asiste a los sentimientos de malestar y culpa que invaden a los personajes sobrevivientes de la tragedia. Andy y Hank se libran a recriminaciones mutuas, se consumen anímicamente ante la evidencia del fracaso y la imposibilidad de toda reparación. El título de la cinta alude a una canción popular irlandesa que melancólicamente expresa una plegaria (“Ojalá puedas estar en el cielo media hora antes que el diablo sepa que estás muerto”). El tema de la fatalidad impregna a esta nueva realización de Lumet, y sus acentos se tornan casi bíblicos –Caín, Abel y un padre implacable en su ira. El guionista Kelly Masterson procede, una vez planteado el meollo de la trama, a un meticuloso estudio de los personajes. Andy Hanson revela una a una las facetas más sórdidas de su identidad verdadera. Manipulador y mezquino, se le ve devorado por la envidia y el resentimiento hacia el hermano, siempre preferido por el padre. Hank, por su lado, es un manojo de nervios, todo él inseguridad y miedo, instrumento ideal para una faena delictiva que apenas comprende y que continuamente lo rebasa. Más fascinante aún es la complejidad emocional del personaje que interpreta Finney –Charles, el padre que asiste atónito a la desgracia familiar y que soporta estoicamente la pérdida de su esposa, ignorando por un tiempo la identidad real de los responsables de su muerte, pero que al transitar del pasmo inicial hacia una lucidez dolorosa, elabora secretamente sus propósitos de revancha. Las tramas secundarias que propone el guionista son contrapuntos dramáticos indispensables. Andy controla todo el tiempo al hermano menor, pero éste a su vez mantiene relaciones clandestinas con la esposa de quien lo manipula. Hank, el hermano supuestamente vulnerable, arrebata uno a uno los privilegios del hermano mayor, sumiéndolo en una frustración que pronto se torna violenta. Los personajes son engañosos y participan de una simulación constante. Poco tiene que ver este nuevo trazo de perfiles con lo que Sidney Lumet había manejado en sus anteriores cintas de acción, aquel policía honesto que se enfrentaba a la corrupción de su gremio neoyorkino (Serpico), o el asaltante que se precipitaba en el crimen por un motivo noble, sufragar los gastos de la operación de cambio de sexo de su amante masculino (Tarde de perros). En su cinta más reciente, parábola de humor negro, el realizador explora la perversidad en el comportamiento humano con inteligencia e intensidad dramática. De lo mejor en cartelera.
Antes de que el diablo sepa que has muerto se exhibe en salas de Cinemark, Cinépolis, Cinemex y Lumière.