■ La casa Plaza y Valdés publicará 200 nuevos títulos como parte de los festejos por sus 20 años
Mi meta, lograr una editorial de académicos autónomos: Valdés
■ La edición de un diccionario crítico de las ciencias sociales será una obra mayor de la industria del ramo, afirma en entrevista
■ “Soy una persona a la que le interesa mucho la sociedad”
Ampliar la imagen El editor Fernando Valdés en su oficina durante la plática con La Jornada Foto: José Antonio López
Plaza y Valdés es una editorial mexicana, académica, especializada, que vende libros que son muy difíciles de comercializar, pero que hace negocio, afirma su director y fundador Fernando Valdés al cumplirse este año el 20 aniversario del sello editorial.
Para conmemorar estas dos décadas está prevista una agenda de actividades que incluye la publicación de 200 nuevos títulos numerados, el lanzamiento de una colección con 20 cedés de música clásica, que se darán de regalo a quienes compren alguna obra de Plaza y Valdés a partir de abril. El 28 de octubre, día exacto del aniversario, se lanzará una plataforma en la que los encargados de decidir los títulos a publicar será un grupo de 2 mil 500 académicos con la finalidad de dar verdadera autonomía a la publicación y edición de los textos de ese tipo.
Mientras tanto, continúa impartiéndose el taller de tipografía en el Reclusorio Norte, inaugurado en octubre pasado, en el que trabajan seis personas. Esta iniciativa, que nació a raíz del encierro injustificado de Valdés entre agosto de 2005 y junio de 2006, “servirá para demostrar que se encarcela la conciencia, la inteligencia y la capacidad”, dijo el editor en entrevista con La Jornada.
Fondo
Plaza y Valdés cuenta con un fondo de mil 500 títulos; en 2007 se publicaron 160 y 140 en 2006. Para 2008 la meta es de 200 títulos, de los cuales 108 ya se están trabajando en el departamento de edición y producción. Entre los nuevos libros figuran Armando Hart Dávalos: un revolucionario cubano, de Eloísa Carreras Varona; El Papa sin aureola: ¿quién es Ratzinger?, de Richard Corell y Ronald Koch, y Othón Salazar y el Movimiento Revolucionario del Magisterio, de Amparo Ruiz del Castillo, una colección de diccionarios en lenguas indígenas y un diccionario crítico en ciencias sociales de cuatro volúmenes, de mil páginas cada uno, “que no solamente es una obra mayor de Plaza y Valdés, sino de la industria editorial”, adelantó.
“Creo que soy una persona a la que le interesa mucho la sociedad. Nací en el medio cultural no por herencia, sino por elección. Nací integrándome a la lectura de Seix Barral apasionadamente con Los cachorros y La ciudad y los perros; supe que en México estaba la editorial, pedí trabajo y me lo dieron. Mi primera experiencia en este medio fue con un crecimiento muy rápido: de gerente de ventas pasé a la dirección de Seix Barral y Ariel en México, y después en Plaza y Janés; luego haciendo caso al proyecto de autonomía académica se fundó Plaza y Valdés”, recordó.
Sostuvo: “Continuaré en el medio editorial y cumpliré, como lo he hecho con otras promesas, con ir a cada país y lograr una editorial de académicos autónomos. No creo que pueda trabajar en otro medio que no sea la industria editorial, y cerca del libro, de cierto sector del libro, porque nosotros tenemos un producto muy difícil de vender y me he especializado, o soy de los pocos profesionales que saben vender el libro académico.
“No somos hermanitos de la caridad, hemos podido sobrevivir. Puedo decir que si no hubiera recibido este golpe de cuatro años de agresión la editorial estaría en un lugar importantísimo.”
Con esos “cuatro años de agresión” se refiere al periodo que comenzó en 2002 con auditorías fiscales y embargo de cuentas bancarias, situación que se repitió en 2004; en 2005 fue encarcelado acusado de especulación comercial y piratería de libros, lo que nunca fue probado. Hoy continúa su demanda para que el gobierno le pague 320 millones de pesos para resarcir igual número de días que permaneció en prisión, y que le devuelvan el Centro Cultural Luis Buñuel.
“Las cuentas estaban embargadas cuando me metieron a la cárcel. Ese permanente asedio me afectó económicamente y lo más fuerte fue la cárcel, pero no podría rehuir ni echarle la culpa al libro de que me llevó a prisión; al contrario, ahora puedo decir que me ha obligado a actuar de forma más agresiva, pero en favor de la sociedad y del mercado, porque lo que estoy haciendo a final de cuentas tendrá buenos resultados.”
En busca de culminar un proyecto
La experiencia de los pasados cuatro años, agregó Fernando Valdés, “me han obligado a apurar lo que fue el proyecto de la editorial en sus inicios: surgió por iniciativa de varios intelectuales y académicos que discutíamos la autonomía del académico, que no existe en el país. Lo que existe es la autonomía de la universidad, de algunas instituciones, pero la del académico, no. Plaza y Valdés nació con la idea de concretar el proyecto de la autonomía del académico”.
El académico es el exponente histórico de los derechos humanos, todos sus trabajos de investigación social y científica van encaminados a la sociedad y “contienen una cantidad de expresiones en favor de la humanidad, porque son para el desarrollo de la sociedad; sin embargo, los académicos se deben a su institución, al gobierno en turno o al equipo de cultura que en ese momento gobierna el país, o a la iniciativa privada que publica sus libros; por ello cuando publican su obra ya no es como ellos la propusieron”.
Por eso, añadió, “creo que si nosotros como editores trabajamos para publicar todo lo que se produce en nuestros centros de estudio, en los campos de la investigación social y científica, en ciencias exactas, lograríamos una sociedad diferente”.