Usted está aquí: domingo 30 de marzo de 2008 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

■ Fecha de la muerte del capitalismo global: 14 de marzo 08

Ampliar la imagen El presidente de la Fed, Ben Shalom Bernanke, a finales de enero pasado en las oficinas del organismo, en Washington El presidente de la Fed, Ben Shalom Bernanke, a finales de enero pasado en las oficinas del organismo, en Washington Foto: Ap

Martin Wolf, editor de economía de The Financial Times, portavoz del neoliberalismo global, decreta la fecha de las exequias de la desregulada globalización financiera neofeudal cuando Ben Shalom Bernanke rescató de su quiebra al quinto banco estadunidense, Bear Stearns: “Recuerden el viernes 14 de marzo de 2008: fue el día en que el sueño del capitalismo del libre mercado global feneció” (25/3/08).

Fulmina que “con su decisión para rescatar Bear Stearns, la Reserva Federal (Fed), la institución responsable de la política monetaria en EU, principal protagonista del capitalismo de libre mercado, declaró que su era había concluido”. Agrega como último clavo en el féretro del putrefacto capitalismo neoliberal, las declaraciones de Joseph Ackermann, jerarca de Deutsche Bank, el principal banco de Alemania: “No creo más en el poder autocurativo de los mercados. La desregulación alcanzó sus límites”.

Cualquiera que haya leído el libro agotado El lado oscuro de la globalización: post-globalización y balcanización, Ed. Cadmo & Europa (que recopila textos a partir de 1997) y nuestras contribuciones a Bajo la Lupa desde hace ocho años, no se asombrará de la coincidencia de opiniones entre Wolf, Ackermann y quien esto escribe, sobre la crisis terminal del modelo neoliberal, que, desde el punto de vista estructural y no ideológico, diagnosticamos desde hace más de 10 años.

Siempre comentamos que lo único que faltaba era el sacerdote que oficiaría las exequias cuya identidad ya se sabe: Ben Shalom Bernanke, quien heredó el mayor cataclismo financiero de la historia de la humanidad creado por su antecesor, el locuaz Alan Greenspan.

La “desilusión” de Wolf, combinada con una notable honestidad intelectual, se acopla a la medida de su infantilismo ideológico, quien llegó “a soñar (sic) que la desregulación financiera” del mercado de riesgo (securitisation) conseguiría apartar a los gobiernos de su intervención”.

En realidad, el desregulado neoliberalismo neofeudal que practica la banca israelí-anglosajona, siempre epitomizó la “privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas” en forma parasitaria. A diferentes niveles y dimensiones, pero a final de cuentas no existe diferencia alguna entre los megafraudes de los hermanos Martin y Alejandro Werner Wainfeld en la Secretaría de Hacienda, totalmente controlada por la banca israelí-anglosajona, ni del tuxpeño Roberto Hernández Ramírez, con los felones de la banca privada de Wall Street.

Sin contar los revolventes riesgos inherentes a la “desregulación” del modelo neoliberal, es decir, su “contabilidad invisible” (off-balance sheet) y sus “paraísos fiscales” (off-shore), ambos diseñados para piratas, Wolf pone el dedo en la llaga sobre la “ineficiencia” del modelo neoliberal rescatado por los bancos centrales del G7: “un casino desregulado y subsidiado que no asigna los recursos correctamente”.

No es el ridículo “fin de la historia” fukuyamesco, pero sí el “fin de la histeria” bursátil del desregulado neoliberalismo neofeudal.

El gran poeta californiano Robert Frost, citado por el economista de Harvard Kenneth Rogoff y el mismo Wolf, describió los peligros tanto de la “ruina financiera”, que asemejó al “fuego”, como de la “inflación”, que comparó al “hielo”, que se abaten sobre los humanos. Wolf admite que “son tiempos peligrosos, pero también históricos” y pone en tela de juicio “las pasadas tres décadas”, en momentos en que “EU ha mostrado los límites de la desregulación”. Quizá lo ignoren los economistas, ya no se diga los ignaros financieros, pero en siquiatría la desregulación equivale a la locura.

Las “implicaciones serán globales, extensas y de largo plazo”, sentencia Wolf. Así que todo el demencial experimento neoliberal en México desde hace 26 años –es decir, desde De la Madrid Hurtado, Salinas, Zedillo, Fox y los aciagos 16 meses de Calderón, sumado de la superchería “intelectual” de Joseph-Marie Córdoba, del Grupo Nexos, y la dupla Krauze Kleinbort-Castañeda Gutman– no sirvió para nada; peor: nos hizo perder un cuarto de siglo. En Hong Kong, desde las antípodas de Wall Street, Chan Akya fustiga a los “nuevos brahmanes” (Asia Times, 29/3/08), la nueva casta de banqueros que son rescatados de sus quiebras con el dinero de los contribuyentes, lo cual ha llevado a la “desaparición” (sic) del sistema anglosajón: “la Fed consiguió en un par de meses lo que tomó siete décadas a la Unión Soviética, es decir, destruir el capitalismo global de mercado del sistema anglosajón”.

Califica a los gobernadores de los bancos centrales del G7 (nota: extensivo a sus caricaturas grotescas de Iberoamérica) como “totalmente corruptos, además de ser terriblemente incompetentes”.

Se mofa de la “inflexibilidad de la política monetaria” del Banco Central Europeo que “alegremente rescata cada banco que se le arroja a sus pies”. Desmonta impecablemente el fracaso de los rescates bancarios de Japón y del “socialismo (sic) de mercado” de Suecia, que ha sido imitado en forma insensata por la Fed.

El dramaturgo conservador e “historiador de las ideas” de Oxford, David Selbourne, resalta la “crisis profunda” de Gran Bretaña y su retroceso que compara a “la mitad del siglo XVII”, cuando se gestó la Revolución de Cromwell y la población se encontraba “loca de libertad” (como ahora): “con las economías occidentales ampliamente supeditadas al consumismo, que se ha vuelto la medida del progreso nacional, las democracias liberales han tropezado hacia la oscuridad” (The Spectator, 26/3/08).

Entonces, ¿México no retrocedió un cuarto de siglo con el neoliberalismo, sino mucho peor: hasta la mitad del siglo XV de la conquista española?

Hace un año apuntamos en nuestro libro premonitorio Fin de una era: turbulencias en la globalización (Ed. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 07): “Los bancos centrales del G-7 prefieren una crisis financiera global a tener que sacrificar el modelo capitalista. La gestión de las múltiples burbujas greenspanianas llevó a una megaburbuja teratológica que es preferible dejar estallar antes de que arrase con todos los jugadores. No es poca cosa, se trata del estallido del sistema de flotación impuesto unilateralmente por Nixon en 1971, que se sumó a la desregulada globalización financiera feudal de 1991. Habrá que ver cómo se repone el sistema capitalista de su orgía especulativa, que pone en riesgo su propia existencia y la supervivencia del género humano. Se muere una burbujeante era financiera de 35 años”. ¿No que no?

 
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