San Judas viaja en Metro

Gabriela Romero Sánchez

Religiosamente el día 28 de cada mes, los padres de Judas Tadeo lo acicalan para luego cargarlo entre los brazos y trasladarse, en la mayoría de los casos, a la estación más cercana del Metro con destino a la iglesia de San Hipólito, ubicada en el cruce de Paseo de la Reforma y Puente de Alvarado, para pedirle algún favor al patrón de las causas difíciles, al santo de los rateros o de los policías judiciales.

Desde temprano por los vagones, pasillos y escaleras del Sistema de Transporte Colectivo comienza el desfile de centenares de jóvenes, amas de casa, mujeres, señoras de la tercera edad, con imágenes y estatuas de San Judas Tadeo, de todos tamaños y texturas, junto a un racimo de flores o una veladora, para salir a la superficie en la estación Hidalgo, junto a San Hipólito.

Abel, un pequeño de la colonia Guerrero, sube al vagón junto a su mamá en la estación Tlatelolco, cargando con orgullo a San Juditas, como le llama cariñosamente, van a la iglesia a agradecer el que su papá haya conseguido trabajo. También se ve a chavos banda, a niños de la calle que van con la estatua del santo en una mano y en la otra su mona (pedazo de trapo bañado de thíner).

Para pagar una manda por el favor recibido, otros más visten con túnicas blancas, en uno de los hombros un pedazo de tela verde, y huaraches, a semejanza del patrón de las causas difíciles.

Sobre Reforma, doña María intercepta a una pareja. “Le vendo mis aretes, deme lo que quiera, viene a ver a San Judas y me robaron el monedero, voy hasta San Agustín (municipio de Ecatepec)”.