Usted está aquí: viernes 28 de marzo de 2008 Opinión De emos, cuerpos y símbolos

Gabriela Rodríguez
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De emos, cuerpos y símbolos

¿Qué está atrás del enfrentamiento entre jóvenes emos y anti emos de la Plaza de Armas de Querétaro? ¿Qué factores podemos identificar en estas disputas entre cuerpos y símbolos? ¿Por qué se recurre a la fuerza bruta contra quienes muestran signos diferentes de identidad?

Alcanzo a plantear aquí algunas hipótesis espontáneas ante un tema muy complejo que tendría que abordarse con urgencia. Me parece que se combinan factores económicos e ideológicos, que se trata de reacciones a la exclusión, a la falta de alternativas y a la desigualdad social entre las y los jóvenes de hoy. Es una lucha de clases del grupo de edad de mayor densidad demográfica: una oposición de masas donde de un lado están las elites, las niñas y niños bien, y del otro los excluidos; de un lado los racistas y moralistas, y del otro los rebeldes.

En este país la agudización de la pobreza ha llevado a que la mitad de los y las jóvenes que ya no pueden seguir estudiando después de los 16 años, que más de la mitad tenga que insertarse al mercado laboral antes de llegar a los 20 (en empleos precarios de baja calificación) y que 5 millones de ellos trabajen como inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.

La falta de respuesta del Estado a las necesidades juveniles convierte la heterodoxia y la actitud antinstitucional en signos de realismo. Hoy la música y las expresiones estéticas ya no son solamente generadoras de identidad juvenil, sino que además están cobrado un sentido de resistencia pacífica y reducto para canalizar la frustración personal. Parece una alternativa a la movilización social cuando hay gran desconfianza y descalificación a los partidos y líderes políticos. Como heredera de una cultura juvenil universal que viene construyéndose desde los años 50, cuando el deseo de llevar una vida diferente a la de los mayores empezó a construirse a través de signos estéticos, códigos de lenguaje e imágenes de identidad, la actitud de las nuevas generaciones y el consumo selectivo de música, vestimenta y mercancías siguen siendo medios privilegiados para expresar la disputa generacional. La globalización y el libre mercado han contribuido sin duda a extender el intercambio cultural y a diversificar los modos de expresión, tanto de la disputa como de la solidaridad. Son códigos que permiten esa distinción entre un nosotros y un ellos que atraviesa comunidades emocionales internacionales y que desde antes del siglo XXI rebasó las fronteras de los Estados-nación.

Pero el llamado a la violencia y la intolerancia contra los emos de Querétaro tiene un nuevo ingrediente ideológico. Entre las convocatorias difundidas por Internet se destacan: “un emo es por definición un tipo raro con gustos sexuales mucho más raros aún”; “adoran a los gays y todo emo ha besado a algún amigo, siempre usan ropa rosada, morada y demás colores emosexuales”; “tú eres de las personas q ya están hartas de andar por la calle y ver en cada esquina un emo, bueno pues creo que este aviso te interesa: el día viernes 7 de marzo a las 8 pm nos daremos cita en el jardín Cenea para de allí ir todos juntos a romperles la madre a los emos de mierda que se sitúan en plaza de armas. De verdad necesitamos ver unión, no puede ser q esos emos de mierda nos estén invadiendo. Esperamos contar con tu presencia puedes llevar fileros boxers. Si somos muchos le podremos dar en la madre a todos y así la guardia municipal de Querétaro no podrá hacer nada. Por un Querétaro sin emos, ojalá y nos acompañes. Puedes llevar tu respectiva mona. No llevar armas de fuego. Graxias”.

El mensaje fue efectivo, pues llevó al linchamiento múltiple y dejó malheridos a varios de los llamados emos. Se trata de una movilización misógina con tintes de derecha fascista: se aprovechan los sentimiento de miedo y frustración para exacerbarlos mediante el odio a lo femenino y a lo gay, la homofobia, la discriminación sexual, el moralismo y hasta el militarismo.

Ese linchamiento es un signo muy peligroso de la derechización de jóvenes que viene subsidiándose en la última década desde el PAN, los empresarios y los jerarcas eclesiales. También resaltan las situaciones límite a que son expuestos los jóvenes frente al mundo tan hostil que están viviendo. La polarización alcanza niveles alarmantes. Menos mal que también crecen los movimientos de resistencia civil pacífica, como el de la defensa del petróleo, en la cual están participando muchos jóvenes y mujeres. Esta participación puede disipar la depresión y abrir alguna esperanza, y es que hay momentos en que parece que la población está a punto de estallar.

 
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