■ Se entregó a la periodista el premio Coatlicue, de ComuArte
Poniatowska recibió homenaje y lo extendió a escritoras relegadas
■ Antes eran como el telón de fondo en las letras mexicanas, reclamó
■ Elena, una voz doble que impregna la cultura nacional: Rosa Beltrán
Ampliar la imagen Elena Poniatowska, colaboradora de La Jornada, la noche del martes durante el homenaje que la escritora y periodista recibió en el máximo recinto cultural del país Foto: Yazmín Ortega Cortés
Entre vivas, porras y consignas, la periodista Elena Poniatowska echó mano de su propio homenaje –que antecede a su cumpleaños 76, el próximo 19 de mayo– para rendir tributo a “las escritoras que en vida se sintieron relegadas”.
Luego de recibir el premio Coatlicue –estatuilla creada por artesanas mexicanas– de manos de la compositora Leticia Armijo, directora del Colectivo de Mujeres en el Arte (ComuArte), que este año dedicó su decimosegundo Encuentro Internacional y octavo Encuentro Iberoamericano a Poniatowska, la colaboradora de La Jornada expresó que antes de su persona están las “escritoras que no recibieron en vida el homenaje que recibo”.
Parafraseó lo que quizá hubiera dicho al público que la noche del martes colmó la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, la escritora chiapaneca Rosario Castellanos, quien murió sola, electrocutada en Tel Aviv, donde era embajadora de México, porque al parecer “tenía los pies mojados y trató de prender una lámpara: Ustedes son un mar de amor, hermoso y grande”.
Elena Poniatoeska apuntó que gracias a otra mujer, Consuelo Sáizar (allí presente), directora del Fondo de Cultura Económica, el nombre de Rosario Castellanos ahora figura “en una librería y un parque público”.
Preocupación para la derecha
Elena Garro, continuó Poniatowska, es otra escritora que después de muerta está siendo reconocida. Porque, “sólo se había reconocido en grande a sor Juana Inés de la Cruz. Las mujeres en general eran como el telón de fondo de la literatura mexicana”.
Hoy, gracias a las “nuevas voces” de autoras como las “Rosas” Beltrán y Nissán –quienes disertaron sobre la homenajeada–, “se oye más de escritoras mexicanas, porque ahora las leen”.
Inclusive hay libros, “como el de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, que se mantuvo durante 18 meses en la lista de bestsellers del New York Times Book Review”. Poniatowska dijo que si el público lee, acoge y recibe a las escritoras al igual que “me están queriendo esta noche, me sentiré muy honrada, muy gratificada, muy, muy emocionada”.
Ahí se escuchó la consigna “Es un honor, estar con Obrador”, luego se coreó “viva Elena Poniatowska, viva”, sin que faltaran las porras.
Rosa Beltrán llamó a Poniatowska un “clásico vivo”, porque “antes de conocer a Elena ya la hemos leído de modos diferentes. Está en boca de todos, es cita de quienes leen y de quienes no; es tema obligado en los programas de literatura nacional y sujeto de estudio en la academia norteamericana; está unida indisolublemente a la izquierda y, por tanto, es motivo de preocupación de la derecha; su obra y su biografía son referencia de los paladines de las causas imposibles, las costureras, los estudiantes muertos, las mujeres violadas y obligadas a parir.
“Es ella hablando y son ellos también, es una voz doble que impregna la cultura mexicana de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI; de modo que al pensarnos, se hace imposible prescindir de la mirada poniatesca, sobre todo, si queremos entender el otro lado de este país, un país de molinos, no de viento sino de nixtamal, al que hemos leído en buena medida por su boca.”
La bailarina y coreógrafa Pilar Medina leyó una selección de fragmentos de las novelas y cuentos de Poniatowska.