Usted está aquí: jueves 27 de marzo de 2008 Cultura El público abandona los teatros; muchas obras no nos reflejan

Día Mundial del Teatro

■ Diseccionan especialistas la circunstancia actual de esa manifestación artística en el país

El público abandona los teatros; muchas obras no nos reflejan

■ El arte dramático es el dopador de la identidad nacional, pues crea cohesión y conciencia, expresa Luis de Tavira

■ El reto es recuperar a los espectadores y orientarlos: Rascón Banda

Fabiola Palapa Quijas

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Ampliar la imagen Olga Harmony, Luis de Tavira, Alegría Martínez y Héctor Mendoza, entre otros teatristas, manifestaron a La Jornada sus opiniones sobre la importancia del teatro, así como los problemas que enfrenta en México Olga Harmony, Luis de Tavira, Alegría Martínez y Héctor Mendoza, entre otros teatristas, manifestaron a La Jornada sus opiniones sobre la importancia del teatro, así como los problemas que enfrenta en México Foto: Cristina Rodríguez, María Meléndrez Parada y Carlos Cisneros

Ampliar la imagen Escena de Touché o la erótica del combate, montaje que hace unos días concluyó temporada en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque Escena de Touché o la erótica del combate, montaje que hace unos días concluyó temporada en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque Foto: cortesía INBA

En México, el teatro cumple una función determinante en la construcción de la identidad nacional y de la condición humana, pero a partir de los años 70 el espectador abandonó los espacios teatrales porque –salvo contadas excepciones– las obras no reflejan la idiosincrasia, la política, los problemas y la manera de ser de los mexicanos.

Si bien han surgido algunos jóvenes dramaturgos con talento y creatividad, el teatro nacional carece de organización, de estructuración y de contacto con la sociedad.

Así se expresaron especialistas teatrales consultados por La Jornada, con motivo del Día Mundial del Teatro, que hoy se celebra.

El director de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), Luis de Tavira, explicó que “el panorama teatral es paradójico, porque se producen muchas obras en el país, pero que no generan un movimiento. Es un teatro muy inmóvil, desarticulado, y debe haber un cambio radical en la mentalidad con la que entendemos el papel del teatro en su relación con la sociedad”.

Subrayó que “el arte dramático es el constructor de una nación; este valor es el mismo en otros países; el teatro debe ocupar en la vida social el primer lugar; es la cúspide de las artes, el dopador de la identidad nacional, que crea la cohesión y la conciencia de la propia identidad. En esto se empeña el teatro mexicano desde hace muchos años”.

Bien público y de servicio social

En opinión del maestro De Tavira, el problema en las manifestaciones artísticas surge cuando los creadores no pueden abordar objetivamente la actualidad mexicana.

“Tenemos el problema del realismo y hace falta una articulación que conecte con la diversidad de lo que somos, no sólo con un aspecto; cómo entender el emprendimiento de los hacedores dramáticos sin el emprendimiento de los hacedores escénicos.”

Al referirse a las nuevas generaciones de creadores, sostuvo que en la vocación teatral existe un despertar de la juventud, que encuentra en este arte una vía de expresión propia y eficaz, sin embargo, no está preparada para articular un verdadero movimiento de teatro nacional.

“También la comunidad teatral –agregó el creador escénico– es caníbal, acostumbrada a la descalificación, y esto es grave, porque nunca sabremos en contra de qué estamos. La batalla del teatro debe preocuparnos a todos y no estar desligada de la sociedad. El teatro es un bien público y su tarea es un servicio social.”

El titular de la CNT reiteró que el arte dramático es importante “frente a un mundo deshumanizado, masificado, sometido a la tiranía de las tecnologías; un mundo globalizado donde el fenómeno de la migración se ha convertido en un problema cultural”.

El dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda enfatizó a su vez que un resultado de las licenciaturas en arte dramático que se imparten en más de 32 universidades en el país, es que existen alrededor de 600 creadores con una obra publicada, estrenada o con un premio, de los cuales 200 radican en la ciudad de México.

“Tenemos un auge en dramaturgia, en dirección, en actuación y, sobre todo, en escenografía, en la que acabamos de ganar los premios más importantes del mundo.”

No obstante el talento y el entusiasmo de los autores teatrales, el punto débil de la dramaturgia mexicana es la falta de espectadores, quienes dejaron de asistir al teatro en los años 60 y 70, cuando las funciones eran de martes a domingo; dobles sobre todo los jueves, viernes, sábados y domingos, y sólo se descansaba el lunes.

“El público nos abandonó y no hemos podido rescatarlo. Desapareció la clase media que sostenía al Teatro Helénico, a los foros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y a todo el movimiento teatral de los años 60, que era maravilloso, porque contaba con 50 o 70 teatros funcionando en todo el país”, explicó Rascón Banda.

El autor de Playa Azul deploró la escasa orientación que posee la gente que acude al teatro, ya que la mayoría se guía por la cartelera comercial de una plana completa, que se publica en los diarios y donde nunca aparecen las opciones de los grupos independientes, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Las personas que desean ir al teatro no saben qué se encontrarán, no les damos antecedentes, si es una obra rusa, inglesa, irlandesa, de Quebec o Estados Unidos, que han invadido México.

“El público no sabe, así que tenemos que orientarlo para que vea buen teatro.”

El dramaturgo subrayó que la cartelera comercial del país es más grande que la de Nueva York y su oferta es “demasiado caótica, confusa, y los teatros no tienen identidad”.

Rascón Banda y Luis de Tavira coincidieron en señalar que urge una reglamentación de las infraestructuras para teatro, de los subsidios, de los planes, porque no está legislado el arte teatral y es un problema acumulado de decenios.

“Estamos promoviendo, por conducto de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal –explicó Rascón Banda–, que se reforme la ley de espectáculos para que no se aplique a los espacios teatrales el reglamento que rige al estadio Azteca. Queremos una ley de espacios alternativos y si los protegemos bien, tendríamos un movimiento popular diferente al teatro llamado de productor privado.

Mezquindad de autoridades

De acuerdo con el investigador teatral Édgar Ceballos, la mezquindad de las autoridades del teatro oficial –llámese INBA, UNAM, IMSS– provocó que en los años 70, el espectador ya no regresara a sus espacios. La gente se fue a los teatros comerciales, donde ahora cobran 300 pesos, independientemente del valor estético de las obras.

Ceballos recordó la época gloriosa de los años 50, en la que Bellas Artes patrocinó con largas temporadas a las compañías teatrales, gracias a la “mancuerna de oro” de José Hernández y Javier Rojas, quienes buscaron lo mejor de la dramaturgia universal e invirtieron en las producciones.

“Bellas Artes ponía 50 por cierto y el otro 50 por ciento Rojas y Hernández. Los teatros Orientación y Granero siempre estaban llenos. El teatro público no tiene un espectador a quien satisfacer porque lo perdió, y ahora pretexta clichés como la inseguridad y el aspecto económico.”

En tanto, el director y dramaturgo Héctor Mendoza observó que en algunas ocasiones las salas de teatro tienen obras verdaderamente extraordinarias y el público no va. Deploró que exista teatro comercial o de aficionados, disfrazado de profesional.

Olga Harmony, crítica teatral y colaboradora de La Jornada, afirmó: “Estoy por un teatro propositivo, que puede alcanzar o no el rango de arte, pero que se puede presentar como arte y como un reflejo de nuestra realidad. El teatro es un derecho, no solamente de quienes lo hacen, también de los que lo ven”.

Agregó que el país carece de una tradición teatral, aunque exista desde hace varios años el programa de teatro escolar para iniciar a los niños como espectadores del arte dramático.

La autora del libro Así es el teatro, Alegría Martínez, consideró que con Luis de Tavira al frente de la CNT, se puede comenzar la creación de una estética nacional, luego de que la compañía había funcionado “sólo como siglas huecas”.

Reconoció que falta voluntad política, dinero, esfuerzo y romper con el sistema establecido. “Se requiere movilizar a la democracia y hacer un esfuerzo mayor para no llegar a las soluciones efímeras”.

Martínez explicó que 80 por ciento del teatro comercial es chatarra y pocas personas buscan otras alternativas, porque no existe una tradición teatral, aunado a que el público mexicano prefiere los melodramas para no salir lastimado de una función. “Los mexicanos queremos un final feliz, que no nos toquen el corazón, el sexo ni los propios tabúes”.

 
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