Usted está aquí: jueves 27 de marzo de 2008 Ciencias Filósofos mexicanos en favor de la despenalización del aborto

■ Con amplia participación, sigue el foro abierto hace un año por La Jornada

Filósofos mexicanos en favor de la despenalización del aborto

■ Responsabilidad del Estado, desarrollar políticas que protejan la vida, la seguridad y la salud de las mujeres: Alicia Márquez

■ Imposible cambiar interrupción del embarazo por adopciones, opina Gustavo Ortiz

■ Contribuyeron Ernesto Bribiesca, Julio Muñoz Rubio y Verónica Sánchez

Está por cumplirse un año de la aprobación de las reformas mediante las que se dejó de sancionar el acto en el Distrito Federal. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha comenzado las consultas entre distintos sectores de la sociedad para resolver sobre los recursos de inconstitucionalidad que buscan dar marcha atrás a este logro en favor de los derechos de las mujeres. La Jornada, en su versión de Internet, continúa dando voz a los especialistas como parte del debate social sobre este importante tema http://ciencias.jornada.com.mx

En esta sesión del foro sobre la despenalización del aborto que organiza La Jornada se presenta el documento de un calificado grupo de la comunidad filosófica de México dirigido a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que fue elaborado por Margarita Valdés, Juan Antonio Cruz Parcero y Gustavo Ortiz Millán, el cual está avalado con las firmas de más de 90 especialistas en distintos campos de la filosofía.

En el documento los especialistas manifiestan su apoyo a la reforma que legalizó la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas, aprobada en abril pasado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Asimismo, manifiestan su desacuerdo con los recursos de inconstitucionalidad presentados por la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por considerar que carecen de sustento sólido. “Nuestra opinión –señalan– se basa en un análisis filosófico y ético de la cuestión relativa al estatuto moral del embrión y de la ley que penaliza el aborto.”

En una parte del documento se señala que la mujer tiene los mismos derechos que cualquier agente autónomo. “Penalizar el aborto significa no reconocer este hecho. Quiere decir que no se acepta que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, a cuándo y cuántos hijos tener y a delinear su proyecto de vida y realizarlo. Ninguna otra ley requiere que un individuo sacrifique su libertad, su autonomía, su privacidad, su dignidad, su integridad corporal y su vida futura, como lo hace la ley que criminaliza el aborto. Una ley que violenta todos estos derechos –que el resto de la legislación reconoce a los varones– es una ley discriminatoria e injusta, que contribuye a la opresión de la mujer.

“Un buen sistema legal tiene que reconocer la autonomía de todas las personas, promover una mayor igualdad y libertad, y minimizar la discriminación. La ley que penaliza el aborto no debe formar parte de ese sistema.”

Matemáticos por el no

Ernesto Bribiesca Correa, doctor en Matemáticas, señala que haciendo un recorrido de la historia de nuestro país nos hemos percatado de que nuestros grandes males tuvieron su origen en decisiones equivocadas, las cuales, generalmente, no fueron malintencionadas, pues estuvieron cargadas de una gran ignorancia. Por lo tanto, “el conocimiento se vuelve fundamental para una adecuada toma de decisiones. Lo único peor a la maldad es la ignorancia”, afirma.

Es muy poco lo que se sabe acerca de la conciencia humana, señala Bribiesca, integrante del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas de la Universidad Nacioanl Autónoma de México. “Actualmente es posible hacer el trasplante de riñón. ¿Por qué? Porque se conocen su localización, su tamaño y, hasta cierto punto, sus funciones. Pero, ¿es posible hacer un trasplante de conciencia? No se conoce su dimensión. ¿De qué está hecha?, ¿qué sustancias o materias la componen?, ¿en dónde ésta?, ¿cuándo se forma?, ¿en qué etapa?, ¿en qué lugar?, ¿cómo funciona?, ¿acaso evoluciona o se transforma? Son tantas las preguntas y tan pocas las respuestas.

“Es extremadamente preocupante saber que se pueden tomar decisiones con tanto desconocimiento. Ahora, estamos hablando de vidas humanas. Considero que mientras no se tenga un conocimiento aceptable del asunto en cuestión no es posible tomar decisiones adecuadas y por lo tanto no se debe despenalizar el aborto.”

Masculinidad y autoridad

Juan Guillermo Figueroa, investigador de El Colegio de México, señala que a pesar de las contradicciones en las normas y en las prácticas que conforman el entorno del aborto, las mujeres han pasado por alto legislaciones punitivas, normativas sociales y presiones emocionales internas, y han decidido abortar como una opción extrema frente a un embarazo no deseado, lo que ha convertido al aborto en un hecho disidente en el que aún sigue faltando documentar la experiencia de los varones.

En un texto elaborado con Verónica Sánchez Olguín se añade que el feminismo ha documentado que las relaciones entre mujeres y varones se establecen a partir del poder y del control. Las relaciones entre los géneros dificultan y vuelven complejo el diálogo entre varones y mujeres, pues los primeros tienden a deslegitimar el lenguaje de las segundas y tacharlo de emocional, mientras el lenguaje de los varones se caracteriza por constituirse desde la noción de autoridad particular.

Un aspecto importante es la concepción que se tenga sobre reproducción, en cuanto a lo que representa y significa la presencia de los varones, ya que ello lleva a identificarlos como actores secundarios que pueden colaborar activa y positivamente, o bien estorbar y entorpecer de manera negativa los procesos vividos por las mujeres.

El papel del Estado

Alicia Márquez Murrieta, doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia, señala que uno de los puntos fundamentales en el debate sobre el aborto es el Estado democrático y laico y sus capacidades para regular la vida privada de los ciudadanos, así como la obligación de desarrollar las circunstancias para que éstos tengan buenas condiciones de salud. “Bajo esta óptica, el papel del Estado, mediante sus leyes, no es el de decidir y obligar a los ciudadanos a seguir cierta conducta moral, sino el de establecer un marco normativo capaz de garantizar que el individuo decida con libertad y de asegurar su bienestar y una vida de calidad.

“En esta línea de pensamiento, el Estado debe circunscribir su acción al desarrollo de políticas públicas que protejan la vida, la salud y la seguridad de las mujeres, permitiendo que diversas posibilidades puedan existir, tanto la decisión de aquellas mujeres que consideran que existe vida humana en el vientre materno y que no están dispuestas a realizarse un aborto, como la de aquellas que prefieren, por diversas razones, poner fin al embarazo, y que quieren hacerlo bajo buenas condiciones sanitarias, materiales y sociales.”

¿Es un ser humano?

Julio Muñoz Rubio, biólogo y doctor en filosofía, señala que a medida que se acerca el momento de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación tome una decisión acerca de la despenalización del aborto en el Distrito Federal, “las fuerzas de la ultraderecha continúan su campaña de ataque a esta ley. Como parte de esta ofensiva oscurantista, vale la pena recordar –apunta– que el cardenal Norberto Rivera Carrera expresó hace un año: ‘la ciencia ha demostrado que el embrión es tan humano como cualquiera y que sólo le falta crecimiento’. Esta idea de que es el nudo gordiano de la argumentación del antiabortismo, por ello es fundamental rebatirla una vez más.

“Es sorprendente –dice el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México– que un alto prelado de la Iglesia católica se haya apoyado en la ciencia para demostrar la veracidad de sus puntos de vista. Esto no es algo que se haya visto muchas veces en la historia. Sorprende que aquellos que enviaron a la hoguera a Giordano Bruno por haber formulado especulaciones materialistas sobre el Universo, aquellos que obligaron a Galileo Galilei a retractarse de sus afirmaciones sobre el movimiento de la Tierra, aquellos que han denigrado a Darwin y al Evolucionismo y han apoyado y financiado algunas empresas como las del creacionismo y el diseño inteligente; en fin, todos aquellos cuyo papel histórico es el de ser enemigos jurados de las explicaciones materialistas y coherentes del mundo, ahora pretendan apoyarse en ellas para imponer la penalización del aborto.”

El autor examina desde el punto de vista biológico las diferentes etapas del desarrollo embrionario, y concluye que el embrión y el feto no son seres humanos.“Sólo queda pedir a todos aquellos partidarios de la penalización del aborto, que pretendan apoyarse en la ciencia, que no se metan a opinar sobre aquello que manifiestamente desconocen, ni utilicen el nombre de la ciencia para mentir deliberadamente, confundir a la opinión pública y hacer que sus falsas ideas sobre la vida y la muerte prevalezcan por encima de la ciencia y la ética.”

Gustavo Ortiz Millán, doctor en filosofía, examina el tema de la adopción en el contexto de la despenalización del aborto. “Algunos sectores –afirma– señalan que el aborto debe ser penalizado porque constituye la interrupción de la vida de un ser humano inocente con derecho a la vida, y esto es moralmente incorrecto. La adopción es una forma de remediar las consecuencias negativas del aborto. A fin de cuentas, sostienen, hay muchas parejas que quieren un hijo y no pueden tenerlo. Bajo este argumento se afirma: adopción sí, aborto no.”

En México, dice el experto, el Consejo Nacional de Población (Conapo) calcula en 102 mil el número de abortos inducidos o espontáneos por año; mientras organizaciones internacionales y no gubernamentales calculan que ocurren entre 500 mil y un millón 700 mil abortos. Según datos del Conapo y del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, en 2006 había en nuestro país unos 28 mil niños en casas hogar, orfanatos y casas cuna. Inclusive, si consideramos la conservadora cifra de 102 mil abortos, la comparación entre estas dos cantidades nos muestra que el número de niños disponibles en adopción es mucho menor que el de abortos realizados cada año.

De estos 28 mil niños, sólo un pequeño porcentaje es adoptado. Por ejemplo, en 2006, mediante el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia y los sistemas estatales y municipales, el número total de adopciones realizadas y concluidas en el país fue de mil 922 (es decir, 6.8 por ciento). Así pues, estos datos demuestran que la adopción no puede ser, ni de lejos, una solución al problema del aborto en México: simplemente no es posible cambiar abortos por adopciones, concluye Ortiz Millán.

Los textos íntegros pueden leerse en http://ciencias.jornada.com.mx

 
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