■ Bush expresa su preocupación al presidente chino Hu Jintao por la represión a protestas
Primeros observadores extranjeros constatan huellas de violencia en la capital de Tíbet
Pekín, 26 de marzo. Observadores extranjeros invitados a la capital tibetana, Lhasa, describieron una ciudad duramente golpeada por días de disturbios y con una todavía muy visible y fuerte presencia de miembos de seguridad chinos en las calles. Bajo condiciones estrictamente controladas, un grupo de 26 reporteros internacionales fue transportado este miércoles a esa ciudad por el gobierno chino, como parte de un esfuerzo por convencer al mundo de que la vida vuelve allí a la normalidad y que Pekín está de nuevo en control, luego de enfrentar la oposición más sostenida en 20 años.
Fue la primera vez que observadores extranjeros han sido admitidos desde que intensas protestas contra el dominio chino dejaron docenas de personas muertas en Tibet y provincias chinas de los alrededores.
Mientras el presidente estadunidense George W. Bush expresaba su preocupación por la reacción militar a las protestas, en una llamada telefónica al mandatario chino, Hu Jintao –con la cual incrementó la presión internacional en materia de derechos humanos conforme se acercan los Juegos Olímpicos de verano–, los observadores describieron una ciudad aún bajo sitio, en la que policías fuertemente armados en uniformes camuflados vigilan edificios gubernamentales y oficiales patrullan cada intersección.
Han pasado dos semanas desde el clímax de la violencia y de la reacción militar china, en la cual activistas afirman que perecieron hasta 140 tibetanos. Los disturbios orillaron a China a acantonar miles de soldados en la región y ordenar una censura informativa en el interior del país. China ubica en 19 la cifra de muertos.
Los periodistas fueron transportados en avión a la ciudad e hicieron un recorrido en autobús. Interrogados por los reporteros, los policías decían realizar inspecciones de rutina para detectar licencias de conducir falsas y a personas que no llevaran puesto el cinturón de seguridad.
Había indicios de una vuelta a la vida cotidiana. El palacio de Potala, sede tradicional del poder tibetano, fue reabierto este miércoles por primera vez desde el 14 de marzo, mientras en la cercana plaza de Potala los reporteros hablaron con pobladores, quienes dijeron que si bien la vigilancia sigue siendo estrecha se les permitía moverse por la ciudad.
Lhasa también mostraba huellas de los disturbios. A unas cuadras de Potala, muchas tiendas, cuyos dueños se cree que eran chinos étnicos, fueron incendiadas. Otras, con festones blancos ceremoniales para indicar que sus dueños son tibetanos, permanecen intactas. En la calle Qingian, un estandarte rojo que lleva uno de los lemas favoritos del presidente Hu –“Construyamos una sociedad armoniosa”– no muestra daño alguno, pero una clínica de dos pisos en la misma arteria fue destruida.
El Dalai Lama, a quien las autoridades chinas culpan de orquestar las protestas, describió la visita de hoy como un “primer paso”, y expresó la esperanza de que se permitiera a los periodistas operar “con completa libertad”. Añadió: “Así podrían tener acceso a la verdadera situación”.
La Casa Blanca informó que Bush llamó a Hu a emprender un “diálogo sustancial” con los representantes de los líderes opositores exiliados, y permitir que los medios y diplomáticos tengan acceso libre a las zonas de las protestas. Antes, medios estatales chinos anunciaron la rendición de más de 600 personas que tomaron parte en las protestas en Lhasa y en el condado de Aba, provincia de Sicuani, hogar de tibetanos étnicos.
Pero parece que Pekín no ha logrado sofocar la insurrección del todo, pues en la provincia occidental de Qinghai hay informes de cientos de civiles en plantón, luego que la policía detuvo una marcha. Fuerzas paramilitares dispersaron a entre 200 y 300 mani- festantes y ordenaron a la gente permanecer en sus casas. Una fuente declaró a Reuters: “Estaban golpeando a monjes, lo cual solamente enfurecerá a las personas”.
La violencia ha generado condenas. El líder del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, invitó al Dalai Lama a hablar ante los parlamentarios y abrió el camino a una votación de posible boicot parcial a los Juegos Olímpicos.
© The Independent
Traducción Jorge Anaya