¿Fraude patriótico?
No se puede combatir el fraude con el fraude. No se pude combatir la corrupción con dinero de la corrupción. Medios y fines son uno para una fuerza política que pretenda transformar un país. No hay ninguna dirección con vocación democrática que sea inmoral. La verdad y la legalidad son siempre revolucionarias.
Cuauhtémoc Cárdenas, con su carta a la militancia, ha puesto el debate en el plano de la ética, señalando que sin ella se falta a los principios y por tanto a los compromisos que se establecieron al fundarse el partido. Lo sucedido desde el 16 de marzo: el lavado de manos, traiciones, dolores y resurrecciones, es producto del largo proceso de descomposición política y pragmatismo que dejó sembrado en el PRD el concepto de “líder inmoral” en todos los niveles.
Con la idea de que los fines justifican los medios, el maximato lopezobradorista concibió la elección interna en el partido como una elección de Estado y aplicó una política de seguridad nacional del gobierno “legítimo”. La afirmación se desprende a partir de que Andrés Manuel López Obrador decidió investirse como gobierno paralelo, asumió sus responsabilidades y juró en el Zócalo respetar la Constitución. Muchos de sus seguidores consideraron este acto digno y respetable, lo aprobaron y, aún hoy, el PRD es parte de una Convención Nacional que –reunida en el Zócalo y a mano alzada– decidió que ése era el gobierno legítimo y ninguno otro. En ese momento cambiaron la fuerza de las urnas por el sufragio en la plaza; escogieron desechar los espacios ganados con la fuerza electoral para crear un mundo, propio y apartado, con la fuerza de llenar el Zócalo. ¡Cero negociación!, se decía.
En ese Estado incipiente y estridente, con una convención popular a manera de congreso constituyente, se crearon instituciones como el gabinete del gobierno y hay tres partidos: PT, PRD y Convergencia.
A partir de entonces, toda forma de relacionarse con la realidad del país, toda idea de usar la palabra, el diálogo, la política, la negociación en un mundo donde no existen las brujas, pero de que las hay, las hay, se convirtió en sinónimo de traición y sospecha. En toda reunión semanal con el presidente legítimo, el primer punto de la agenda del día es confesar cada uno que se sigue siendo fiel y leal a él.
El presidente “legítimo” es hasta la fecha miembro del PRD y ante el relevo de sus dirigentes, más allá de sus afinidades, pudo pensar que unos y otros lo apoyaban en su idea de ser gobierno y por tanto dejar que en su partido se hiciera la democracia que en su país no existe y que lo llevó a tomar la determinación de declararse presidente verdadero.
Contrariamente a esto, decidió designar un líder del PRD y caracterizó a los opositores a su candidato como traidores a él y como agentes de Felipe Calderón. La campaña interna, la democracia partidaria se transformó en una batalla contra la conspiración y todo medio para detener a la traición se convirtió en un acto patriótico en defensa de su candidato, cuyo triunfo o derrota está ligado al orgullo del presidente legítimo. Si pierde Encinas es el fin del gobierno “legítimo” y de las prerrogativas para sostenerlo. Por tanto, el fraude patriótico es una medida de seguridad nacional interna contra la subversión, pues si gana Ortega, gana Calderón.
Pero no era fácil, había estructuras y regiones enteras del lado de la traición y, por tanto, fue necesaria una estrategia de pinza que por arriba y abajo garantizara que los traidores no ganaran.
El día de la elección, Alejandro Encinas y su equipo argumentaron en favor de calificar de fraudulento el proceso. Su cálculo era reventar la elección y anularla. Pero luego Leonel Cota, sin función electoral, junto a Arturo Nuñez, ambos gente pura del lopezobradorismo, gritaron y reconocieron a Encinas, pasando del cuestionamiento del proceso al triunfalismo escénico.
Luego se detuvieron las cifras y el empate se convirtió en paralización y en un callejón sin salida. Ahora la Comisión Electoral pide la intervención del Comité Ejecutivo y llama a una negociación de cúpula sobre los votos. ¿Y la Comisión de Garantías? ¿Y las cifras? ¿Ya se acostumbraron a que en 1999, 2002 y 2005 tampoco hubo?
Luis Reza Maqueo descubrió que en la página web del PRD, al elegir el comando “nuestro partido” en el menú “historia” y “principios”, sólo dice: “esta categoría se encuentra actualmente vacía”, lo cual se reconoce como una alta capacidad de síntesis del perredismo actual, que explica que el PRD es un tronco sin raíces.
Paradójicamente, la única salida para el PRD es mandar al diablo sus instituciones, como son sus grupos, fraudes, corrientes, pragmatismo e ilegalidades que lo han hundido.
La responsabilidad es generalizada y consecuencia de un largo proceso de inconsecuencia, que debe convocarse a romper ahora e iniciar la autocrítica, regresando a la idea de la revolución democrática dentro del partido mismo, como lo ha señalado Cuauhtémoc Cárdenas.