Usted está aquí: martes 25 de marzo de 2008 Opinión Rosendo Galíndez: antiguos compañeros se reúnen

Luis Hernández Navarro

Rosendo Galíndez: antiguos compañeros se reúnen

La carrera política de Rosendo Galíndez es ejemplar. Pasó de ser, hace 32 años, un humilde profesor de la escuela técnica agropecuaria número 6 en el municipio de Jiquipilas a flamante secretario general de las sección 7 de Chiapas. Es, simultáneamente, líder de la sección 44 de Durango, e integrante del colegiado de Seguridad Social del comité nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Su llegada a la dirección de la sección 7, el 18 de marzo pasado, fue un poco atropellada. Mientras los delegados democráticos negociaban con los representantes del comité nacional del sindicato, Elba Esther Gordillo lo impuso. Javier Álvarez Ramos, actual secretario de Educación de Chiapas, le echó una mano. El congreso gremial no se instaló, no hubo quórum, nadie votó por él ni estuvo presente la prensa. Pero Rosendo fue ungido líder del magisterio estatal, y muchos medios de comunicación difundieron la información falsa de un boletín oficial como si fuera verdadera.

No fue siempre así su trayectoria. El maestro Galíndez comenzó su carrera sindical en las filas de la oposición democrática al charrismo de vanguardia revolucionaria. Fue secretario de Relaciones Exteriores del segundo comité democrático de la sección 7, cuna de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en 1979. Estuvo muy cerca de la corriente sindical conocida como Solidaridad Campesino Magisterial (Socama), incubadora de destacados paramilitares en Chiapas. Durante años participó en las reuniones de la Coordinadora.

En 1989, decidió que era tiempo de cambiar de barco. Impuesta Gordillo como dirigente nacional del gremio magisterial por Carlos Salinas de Gortari, el sindicalista chiapaneco se acercó a ella, primero a través de Socama, y luego por cuenta propia.

No fue el único líder que lo hizo. Javier Álvarez Ramos, integrante de la corriente Reflexiones, lo acompañó en su aventura. Aunque el grupo apenas tuvo 13 de 360 delegados en el congreso seccional de 1991, la profesora Gordillo le otorgó todo tipo de concesiones, incluidos permisos sindicales para cobrar sin trabajar. Sin nombramiento de base alguno, Javier ha estado comisionado por el SNTE durante casi 20 años. Ha sido secretario general de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) en Chiapas y dirigente de la Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (Fedessp).

Javier Álvarez es, desde mediados de diciembre de 2007, secretario de Educación del perredista gobierno de Chiapas. No tiene méritos académicos ni pedagógicos ni laborales, pero es el hombre de Elba Esther, al igual que lo es Rosendo Galíndez.

No ha sido fácil para Rosendo llegar adonde está. Estar cerca de Elba y sobrevivir a la aventura es una tarea amarga que requiere tanta ambición como humildad. La maestra humilla a sus subordinados, los maltrata en público. A quienes vienen de las filas del movimiento democrático los obliga a superar interminables pruebas de lealtad. Sólo quienes son capaces de aplastar sin miramientos a sus antiguos compañeros sobreviven.

Pero, más allá de las ofensas, el profesor Galíndez ha sido gratificado. En 2000 recibió un Rolex de oro. No son escasos los viajes que ha hecho a cuenta del sindicato. Disfruta de un nivel de vida que nada tiene que ver con el que tenía en sus tiempos de maestro de escuela o de sindicalista democrático.

Al imponer a Rosendo como secretario general de la sección 7, Elba trató de quitarse un problema de encima. El malestar en su contra cunde en las filas del sindicato por todo el país y nada resultaría más inconveniente para su cacicazgo que permitir un triunfo de la disidencia en un baluarte histórico de la CNTE.

Galíndez se ha especializado en representar a maestros que nunca lo han escogido para que los represente. Dondequiera que haga falta imponer un charro, allí está el antiguo maestro de telesecundarias. No le ha ido muy bien. Hace siete años quiso ser dirigente magisterial en su estado, pero no tuvo suerte. Fortino Vázquez lo derrotó. En cambio, fue escogido a dedo por la maestra como líder de los profesores de Tabasco. Tampoco allí tuvo mucha fortuna. Las huestes de Roberto Madrazo en el magisterio le hicieron la vida imposible. En enero de 2005 fue como virrey sindical a Yucatán y tuvo que enfrentar el disgusto de las bases. Como dirigente designado de los mentores duranguenses en 2007 fue repudiado por firmar un acuerdo sin consentimiento de los afiliados, para la creación de un fideicomiso pro construcción de un nuevo edificio sindical.

Fue uno de los principales negociadores del SNTE para la nueva Ley del ISSTE. Durante casi tres años dio seguimiento a la reforma al régimen de jubilaciones y pensiones de los trabajadores al servicio del Estado. Cientos de miles de servidores públicos se han amparado contra esa ley por considerarla sumamente perjudicial a sus intereses.

Rosendo Galíndez forma parte de una camada de dirigentes magisteriales democráticos cooptada por Elba Esther Gordillo. Una camada que tiene en Antiguos compañeros se reúnen, del poeta mexicano José Emilio Pacheco, el espejo en el cual mirar su rostro. “Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años”, dice el poema. Una camada que es mucho menor de lo que pudiera suponerse, porque son muchos los maestros que siguen siendo los mismos que eran hace casi 30 años, cuando se fundó la CNTE.

 
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