Desde el otro Lado
■ La agenda pendiente
Es evidente que ninguna sociedad puede eludir por mucho tiempo sus problemas esenciales, al margen de lo poderosa que pretenda ser. En Estados Unidos hay un ejemplo claro de ello y de la agenda que aún está abierta. Por diversas circunstancias han aflorado problemas que se creían superados o en vías de hacerlo: las crisis económicas profundas, el dilema racial entre blancos y afroestadunidenses y la guerra en Irak. Dos son inherentes a la sociedad estadunidense casi desde su nacimiento; el otro, la guerra en Irak, es un estado perenne del que por lo visto no puede ni quiere prescindir.
Las autoridades financieras ya no se preguntan si hay crisis económica, sino cuán profunda es y cuánto va a durar. Las drásticas medidas que el Departamento del Tesoro y la banca central tomaron recientemente para evitar que el pánico en el mercado de valores degenerara en un derrumbe de inimaginables consecuencias para el sistema financiero son una clara señal de que el motor de la economía ha reducido su marcha y amenaza con detenerse en cualquier momento. La crisis en el sector de la vivienda, el crecimiento del desempleo y la caída en picada del valor del dólar son causa y efecto de una situación que se ha venido generando desde hace por lo menos siete años, de acuerdo con especialistas, y que el gobierno ha sido incapaz de entender y mucho menos atacar.
El omnipresente problema racial entre afroestadunidenses y blancos afloró nuevamente, esta vez en el contexto de la campaña electoral entre los senadores Clinton y Obama. Personajes cercanos a ellos emitieron juicios que lastimaron y causaron profunda molestia en amplios segmentos de la población por su carga racial. Por lo controvertido del asunto, el senador Obama pronunció un inteligente discurso en el que reconoció las profundas heridas que por intolerancia y odio están aún abiertas, y que la única forma de cerrarlas es reconocer que mientras no se atiendan será difícil la coexistencia entre blancos y negros en un ambiente de paz, igualdad y dignidad. Por su frescura, el discurso causó sorpresa y admiración, aun entre quienes lo han atacado.
La guerra de Irak llegó a su quinto año con su carga de muerte y reclamo de recursos: 4 mil soldados estadunidenses muertos y 29 mil heridos; según organizaciones humanitarias, han perdido la vida más de 50 mil iraquíes, y cerca de un billón de dólares gastados en un conflicto que parece no tener fin.