Usted está aquí: martes 25 de marzo de 2008 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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■ PRD al pastor

■ Lento rostizar táctico

■ Inviabilidad manifiesta

■ Tiempo para nuevo partido

Es absolutamente equivocado pretender que el problema del PRD está focalizado en lo electoral y su escatológico estallido reciente es sólo una excepción. Estructural y sustancialmente el sol azteca ha dejado de ser una opción de lucha de la izquierda y los movimientos sociales mexicanos, pues se ha convertido en espacio político bajo secuestro de grupos (llamados corrientes o tribus) que sólo ven por sus intereses particulares (familiares, en varios casos), inhiben la participación ciudadana amplia e incluso se prestan (es decir, se alquilan, en forma burda sobre todo en las relaciones estatales con los gobernadores) para convalidar políticas adversas a sus presuntos postulados y para dividir, confundir y prostituir movilizaciones y protestas genuinas.

El PRD como tal no tiene salida y Alejandro Encinas y Jesús Ortega, como aspirantes a presidirlo, poca imaginación y decisión muestran para tratar de encabezar un proyecto viable de restauración. Lo poco que se podría haber salvado eran la honra y cierta propuesta de futuro, pero ninguno de los dos aspirantes centrales tuvo suficiente fuerza y visión para declinar su candidatura y encabezar una cruzada interna y externa para anular el proceso y hacer replanteamientos de fondo. Hubo de llegar Cuauhtémoc Cárdenas desde el fondo del descrédito acumulado (proporcional a los elogios que ahora recibe en los medios que largamente lo agraviaron) para plantear lo que era evidente: la necesidad de dar por terminado el actual circo deprimente de la izquierda mapachona y proponer refundaciones (por cierto, ¿cómo sería esta vez, ingeniero Cárdenas?, ¿volvería usted a entrevistarse en secreto con Carlos Salinas de Gortari para llegar a arreglos “con dignidad”?) Pero ni así (bueno, hasta al despistado tecleador se le ocurrieron, entre arena y sol, las columnas tituladas “declinar” y “anular”, que fueron publicadas los jueves y viernes pasados).

Falta que fije su postura quien aspira a ser candidato perredista a la Presidencia por segunda vez. Andrés Manuel López Obrador ha mantenido un silencio en general que no es congruente con la emisión particular de un voto epistolar ampliamente difundido en el que expresaba apoyo a Encinas. Ayer, a la hora de teclear estas líneas, el tabasqueño se reunía con personajes de la cúpula del PRD y del Frente Amplio Progresista y eran de esperarse definiciones sobre la crisis del sol azteca. No ayudará a Andrés Manuel tomar partido en las actuales circunstancias (aunque ya la carta antes mencionada es un antecedente de predilección grupal), pues el futuro del movimiento progresista que él encabeza (o democrático, o de izquierda, o como se le quiera llamar) lo que requiere es una nueva construcción partidista, que haga a un lado la pantanosa estructura burocrática actual (apropiada de siglas, candidaturas y controles), y dé paso a una amplia base social que votó por él en 2006 a pesar del PRD y hoy sigue esperando la manera concreta de poder participar en un proyecto nuevo, limpio, de auténtica izquierda y no de simulaciones y traiciones. En ese proyecto tiene un lugar Alejandro Encinas, que es un cuadro con madurez política y administrativa y tuvo papel central, fundamental, en el contexto de las protestas posteriores al fraude electoral de 2006 y protagonizó una de las estampas más sugerentes del cambio por venir, cuando encabezó la ceremonia del Grito de Independencia en el edificio del gobierno capitalino, con un presidente de la república imposibilitado de encabezar ese ritual en la ciudad de México. Éste, el tiempo del linchamiento (y del asomo del oportunismo cardenista), puede ser el tiempo de la convocatoria y la construcción, no el del aferramiento a resultados electorales siempre impugnables y a victorias provisionales que sólo servirían para seguir tropezando con las mismas piedras intencionalmente colocadas.

Claro que a quienes menos conviene que termine la exhibición de prendas íntimas del perredismo es a los miembros del Club del Tesorito: a aguas profundas revueltas, ganancia de calderones. En los antros de moda, los juniors analíticos consideran que ni quién se acuerde ya de los problemas del Señor de las Firmas, el sedicente secretario de Gobernación que prende veladoras minuto a minuto al Jesús del Ortigal para que siga generando milagritos divisorios en el Huerto perredista (antes de que llegue una carta aclaratoria de la corriente que no es de izquierda, es decir, ni izquierda: ortigal se refiere a las ortigas, que son esas plantas urticáceas “cubiertas de pelos, que segregan un líquido que produce irritación y picor con el contacto y se le atribuyen propiedades diuréticas y hemostáticas” y no a las ortegas, que son esas “aves gallináceas, con las alas cortas y el plumaje de color gris rojizo en el macho, y amarillo en la hembra y cuya carne es muy estimada”, como se expresa en la frase “hoy comeremos ortega al ajillo”. Definiciones, y ejemplo gastronómico, suministrados por la comisión técnica electoral del Diccionario de la Real Academia Española). Por ello el coordinador de los diputados panistas dice que todavía se llevará unos quince días tener a punto la iniciativa de reformas en materia de energéticos, con lo que pretende, por una parte, desactivar los preparativos para un cerco cívico alrededor de San Lázaro (que podría ser la consecuencia de la reunión convocada por López Obrador para hoy en el Zócalo capitalino) y, por otra, dejar los reflectores el mayor tiempo posible sobre el conflicto interno del PRD.

Y, mientras el IFE Va Zurita sigue enredado en el asunto de los espots que los presidentes electrónicos de la República no quieren transmitir, y de esa manera va quedando claro que toda la historia aquella de las “reformas” legislativas en materia de medios fueron simples pretextos para chantajes y arreglos subterráneos de los que emergerán como ganadores los concesionarios de radio y, sobre todo, de televisión, y la elite política que amagó para luego negociar, ¡hasta mañana, con el primer acólito de Jalisco, Emilio González Márquez, dando una limosna de noventa millones al proyecto del gobernador real del estado, Juan Sandoval Íñiguez, para construir un santuario de los mártires cristeros en Guadalajara!

 
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