■ Ahora, la atención se centra en el Barcelona y el Real Madrid
En Irak persiste la pasión por el futbol, a pesar de la guerra
■ Se acabó la liga y los estadios están vacíos, por el temor a los atentados
Bagdad, 21 de marzo. A cinco años del comienzo de la guerra en Irak, los alguna vez orgullosos equipos de futbol del país se hunden en el olvido. Casi no asisten espectadores a los pocos partidos que aún se disputan, por el temor a atentados con explosivos. Pero los iraquíes siguen siendo tan fanáticos por el balompié como el resto de los países árabes: lo único que cambió es el destino de sus sueños.
Esos sueños van, ahora, en dirección a Europa, a la Liga de Campeones. Y los grandes favoritos, los equipos que los iraquíes siguen día a día, hora a hora, son dos españoles, el Real Madrid y el Barcelona.
Cuando Saddam Hussein aún estaba en el poder los iraquíes podían ver con muchas dificultades los partidos de la Champions. No había transmisión televisiva en vivo, y las antenas satelitales estaban prohibidas.
“Estoy absolutamente loco por el Barcelona”, asegura Ahmed, de 22 años, quien trabaja como vendedor en Bagdad, en el barrio Al-Kifah.
En su habitación tiene pósters del equipo y jamás se pierde un partido. Sus héroes no se llaman Abdullah o Yasin, sino Ronaldinho, Lionel Messi y Samuel Eto’o. El joven es incluso supersticioso en todo lo relacionado con el club español.
“A mi padre le digo que no puede sentarse junto a mí cuando juega el Barça, porque creo que me trae mala suerte y entonces pierden”, comentó.
Cada vez que el Barcelona gana un partido, Ahmed y sus amigos reparten dulces en las calles para festejar el triunfo, una costumbre árabe a la hora de celebrar.
Si los azulgranas pierden, apaga su teléfono móvil para evitar ver los mensajes burlones de los otros iraquíes, de aquellos que son incondicionales del Real Madrid.
Luto por el balompié local
Rafid Abdul Baki, de 33 años, es empleado y residente en el barrio de Al-Sajuna, cercano al más grande estadio de Bagdad.
En su juventud, Rafid y su tío veían siempre los partidos del Al-Kuwa al-Yavija, el equipo de futbol de la Fuerza Aérea iraquí. Así recorrieron todas las provincias iraquíes, siguiendo cada encuentro.
“Pero ahora, por el miedo a las explosiones, ya no voy al estadio”, dice con gesto sombrío. Rafid prefiere quedarse en casa y ver por televisión los encuentros del Real Madrid.
“El público ya no va a los estadios, porque los grandes jugadores iraquíes están afuera, en clubes de los países del Golfo o en Irán”, destaca Ibrahim Al-Shaijali.
“Tampoco existe ya una liga de primera división”, añade Ibrahim, jubilado de 57 años, y señala que así es lógico que los iraquíes, locos por el balompié, busquen sus equipos fuera, ya sea en Barcelona, Madrid, Manchester o Munich.
Tan poderoso es el sentimiento por el futbol en Irak, que cuando juega la selección nacional todas las diferencias se acaban: el apoyo se extiende desde Basora hasta Mosul.
Aunque la alegría y el dolor suelen estar muy cercanos en Irak: el año pasado, cuando la selección conquistó el título de campeón de Asia, extremistas aprovecharon el clima de fiesta para atentar contra los jubilosos hinchas.