■ Partidos, gobierno y ciudadanos, obligados a actuar dentro de la legalidad, advierte
Calderón: sólo puede oponerse al diálogo quien teme a las ideas
■ Resalta valor del estado de derecho, al conmemorar el 202 aniversario del natalicio de Juárez
■ Evoca figura de Santa Anna para criticar el caudillismo y el “capricho de un hombre solo”
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón Hinojosa en Palacio Nacional, durante el homenaje a Benito Juárez, en el 202 aniversario del natalicio del Benemérito de las Américas. Atrás, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, señalado por su presunta participación en tráfico de influencias Foto: José Antonio López
En una ceremonia de 16 minutos, el presidente Felipe Calderón recordó la figura de Benito Juárez y advirtió que partidos políticos, gobiernos y ciudadanos están obligados a garantizar la legalidad. Quien ignora la ley o las instituciones de la República, advirtió, ofende la memoria del prócer.
En Palacio Nacional, acompañado de tres secretarios de Estado, entre ellos el titular de Gobernación, Juan Camilo Mouriño –a quien se atribuye presunto tráfico de influencias–, el mandatario federal afirmó que Juárez, al oponerse al caudillismo de Antonio López de Santa Anna, demostró que ni el capricho de un hombre solo ni el interés de ciertos grupos de la sociedad forman la esencia de la democracia.
Gracias a las leyes que legó Juárez, afirmó, es posible el diálogo, y sólo puede oponerse al diálogo quien tiene miedo a las ideas.
Parafraseando al escritor zapoteco Andrés Henestrosa –recientemente fallecido–, señaló que para el presidente Juárez el poder tenía el límite de la justicia y no había justicia posible sin ética; las leyes eran sagradas porque expresaban la altura máxima de una aspiración moral y de paz colectiva, subrayó.
Calderón conmemoró los 202 años del natalicio del prócer primero en el Hemiciclo a Juárez, en una ceremonia que se guardó con tal sigilo que ni la prensa fue convocada.
Lo hizo a las 8:30 horas, minutos antes de que su contrincante Andrés Manuel López Obrador también rindiera homenaje al héroe oaxaqueño.
Escoltado por Mouriño, por los secretarios de Defensa, general Guillermo Galván, y de Marina, almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, y por el jefe del Estado Mayor Presidencial, Jesús Castillo, el michoacano depositó una ofrenda floral y firmó el libro de visitantes distinguidos.
De acuerdo con un boletín de prensa de Los Pinos, el mandatario federal expresó: “Con profundo respeto y admiración al Benemérito de las Américas, y con firme lealtad a lo mejor de su enseñanza liberal, que es el respeto a la ley, a los derechos de los demás y el amor a la patria.”
En lo que significó una pausa en sus vacaciones, el michoacano desayunó con los tres secretarios en Palacio Nacional y después encabezó el acto conmemorativo junto con ellos, con el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia; el vicepresidente de la Cámara de Senadores, el panista José González Morfín, y Andrés Sánchez Juárez y Adela Obregón Formoso, tataranietos de Juárez.
Mouriño, a escena con bajo perfil
Tras haber estado ausente de los festejos por el 70 aniversario de la expropiación petrolera en Tabasco, Mouriño, a quien se responsabiliza de haber firmado contratos con Petróleos Mexicanos (Pemex) como apoderado legal de una empresa familiar cuando era presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados y subsecretario del ramo, reapareció silenciado en este acto cívico. A pesar de que era el foro propicio, no pronunció discurso alguno ni quiso dar declaraciones a la prensa.
La ceremonia fue sencilla: primero la banda y el coro de la Secretaría de Marina interpretaron el popurrí México lindo y querido y ¡Viva México!, y después el Presidente dio un mensaje como único orador.
En el patio mariano y con la estatua del prócer en el fondo, Calderón ensalzó la figura del Benemérito de las Américas, al señalar que fue el más férreo defensor de las instituciones que hoy dan sustento a la vida nacional, y remarcó que por eso escribió que la ley siempre había sido su espada y su escudo.
Por eso, dijo que el llamado que hace hoy la historia es unir fuerzas y trabajar con un elevado sentido del deber para que los ideales plasmados en la Constitución cobren plena vigencia.
Texto íntegro del discurso presidencial
El día de hoy la nación entera rinde homenaje a uno de los más grandes hijos de nuestro pueblo: don Benito Juárez. Un día como hoy, hace 202 años, nació en Guelatao este hombre, que a la postre sería uno de los padres fundadores del México de leyes y de instituciones que nos ha sido legado y cuyo pensamiento universal lo ha hecho ser considerado el Benemérito de las Américas.
La historia nacional tiene inscrito su nombre en sus páginas más brillantes, pues consagró su vida a forjar una nación en la que imperaran la justicia, la igualdad y la libertad.
Juárez fue el gran artífice de la República, fue el más férreo defensor de las instituciones que hoy dan sustento a la vida nacional.
Gracias a él, y a una extraordinaria pléyade de liberales, nuestro pueblo pudo construir una patria de libertades y derechos, de orden y de respeto.
Formado en el derecho y en la filosofía, él sabía que la independencia de México no era suficiente para convertirnos en una verdadera nación, sino que necesitábamos leyes que tuviesen al ciudadano como principio y como fin, para ser, así, un país más libre, más justo e igualitario.
Juárez escribió que la ley siempre había sido su espada y su escudo. Su profunda visión de Estado le permitía comprender que no podríamos ocupar un lugar entre las naciones libres si manteníamos las instituciones y estructuras sociales del pasado, de la era colonial.
Siendo gobernador de Oaxaca, Benito Juárez se opuso al caudillismo de Santa Anna, argumentando que un sistema democrático y eminentemente liberal –como el que nos rige– tiene por base esencial la observancia estricta de la ley; ni el capricho de un hombre solo ni el interés de ciertos grupos de la sociedad forman su esencia.
Así, junto a una generación de liberales, impulsó la Constitución del 57 y las leyes de Reforma. Fue precisamente aquí, en Palacio Nacional, símbolo vivo de la historia patria, donde vivió y donde también promulgó la Constitución de 1857, que buscaba la conformación de un Estado moderno y vigoroso mediante el respeto pleno a las libertades individuales.
En esa Constitución se consagraron principios fundamentales como la libertad de pensamiento y de expresión, de prensa y de asociación; se consagró la garantía de igualdad, el derecho de petición, la no retroactividad de la ley, el principio de legalidad y la prohibición de contratos que cancelaran la libertad del hombre.
Esta Carta Magna también estableció la libertad económica y de trabajo, proclamó la defensa de la propiedad y la prohibición de los monopolios. Se trataba de una Constitución liberal no sólo en lo político, sino también liberal en lo económico.
Juárez llegó a la Presidencia en momentos sumamente difíciles y de zozobra: en la Guerra de Reforma; desde allí, su primera consigna fue respetar y hacer respetar la Constitución y las instituciones de la República.
Él claramente sostenía que el primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley.
Ante la invasión del imperio de Napoleón III, Juárez defendió el interés nacional con elevado sentido patriótico; sin recursos, mantuvo en funciones al gobierno y en la adversidad se mantuvo incólume en su anhelo, que era el anhelo de toda su generación, de consolidar una nación de orden y de paz.
Con este ideal como causa, Juárez portó con gallardía la bandera nacional en su andar itinerante por el territorio para proteger nuestra soberanía y la vida misma de la República ante la invasión extranjera y la traición.
A su regreso a la capital, después de haber derrotado al invasor y haber afirmado la vigencia de la ley de la República, el Benemérito dejó en claro que la fuerza de la ley es superior a la fuerza de las armas y legó al mundo la consigna de que: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Como escribiera de él don Francisco I. Madero: Juárez era la encarnación de la ley, el representante genuino de la legalidad.
El presidente Juárez sabía que la única manera de garantizar que nuestra nación floreciera como una República organizada como federación y sustentada en un régimen democrático de libertades, era forjando un auténtico estado de derecho.
Gracias a la República de leyes que nos legó Juárez es posible la convivencia plural, pacífica y democrática.
Gracias a la vigencia de la ley es posible la discusión libre de las ideas y la toma de decisiones de las instituciones democráticas.
Gracias a la ley es posible el diálogo y sólo puede oponerse al diálogo quien tiene miedo a las ideas.
Para él, escribió don Andrés Henestrosa, el poder tenía el límite de la justicia y no había justicia posible sin ética; las leyes eran sagradas porque expresaban la altura máxima de una aspiración moral y de paz colectiva.
Por ello hoy el llamado que nos hace la historia es a unir fuerzas y trabajar con un elevado sentido del deber para que los ideales plasmados en nuestra Constitución cobren plena vigencia y contribuyan al bienestar de los mexicanos.
Hoy el mayor reto es impulsar el progreso de México por la vía de las instituciones y de las leyes que nuestros más insignes próceres, como el presidente Juárez, nos legaron.
Debemos impulsar el progreso de México y la prosperidad de nuestro pueblo haciendo que los más nobles ideales de nuestra patria, expresados en la ley, se cumplan en beneficio de todos.
Nuestra generación tiene la alta encomienda de luchar por el fortalecimiento del estado de derecho para que en México se cumplan los postulados de libertad, igualdad y seguridad jurídica que nos consagra la Carta Magna.
Debemos hacerlo para que nuestros hijos puedan crecer, vivir, desarrollarse y ser plenamente felices en un país de libertades, en un país seguro y libre de violencia.
Debemos hacerlo para que en nuestra nación, en ella, imperen el orden, el respeto a los derechos de cada persona y el acceso efectivo a la justicia.
El alto deber de garantizar y de actuar en la legalidad se aplica por igual a partidos políticos, gobiernos y ciudadanos.
Quien ignora la ley y las instituciones de la República, ofende la memoria de Benito Juárez.
Señoras y señores:
El ejemplo de Juárez reclama de todos los actores políticos y sociales grandeza para imponer justicia, nobleza para privilegiar los intereses comunes sobre los individuales, así como responsabilidad y generosidad en el ejercicio de nuestros deberes.
Construyamos un México más próspero siguiendo la senda de legalidad, rectitud y patriotismo por la que condujo su vida Juárez.
Como lo señaló el propio Henestrosa, Juárez vive, su pensamiento político es actual y vigente; él pensó y trabajó para todos los hombres, de todos los tiempos y en cualquier lugar que nacieran.
Así que ¡viva el presidente Juárez!
¡Que viva el México de libertades y de instituciones que nos legó!
¡Y que viva México!
Muchas gracias.