Andanzas
■ Danzavaria
Bajo el panorama de una bellísima ciudad, sin el atosigamiento de autos, transportes y franeleros, que prácticamente se han apoderado de cada milímetro del espacio para estacionar los autos, y una indescriptible sensación de emoción, alegría, temor y hasta esperanza, por los hechos sin duda históricos que vivimos, como fue la reivindicación del petróleo como propiedad y derecho de la nación mexicana 1938-2008; nos enfocamos en nuestro tema, la danza de estos días.
Hay que hacer notar la importancia del “joven” Ballet de Canadá que se presentó el miércoles 19 en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes, sencillamente porque los interesantes postulados del director de la compañía, Didier Chirpaz, parecen venir al dedo ante una situación que hemos venido enunciando desde hace tiempo, desde mis antiguos programas de radio Danza y variaciones y hasta Tiempo de danza, en el IMER y Radio UNAM, respectivamente. La ausencia de coreógrafos en estas latitudes es más que suficiente para desdorar cuanto esfuerzo publicitario y emulativo pueda existir, pues es absolutamente notoria la dieta de, “pan con lo mismo” que la danza mexicana no ha podido rebasar.
Ya sea en el ballet de repertorio clásico tradicional o en las “más audaces” secuencias del espacio aéreo, gimnástico o clown, fotos, video, voces, desnudos, hilachos, etcétera, que se utilicen, es evidente la ausencia de propuestas verdaderamente genuinas que demuestren otro sistema de pensamiento, conocimiento y absorción de la cultura universal, y la traducción a un lenguaje corporal igualmente superador, renovado e innovador que exprese una problemática nacional de alcance universal.
Lejos estamos desde siempre, de insistir en desvirtuar el tosudo trabajo de bailarines maestros y coreógrafos, tanto como intentar conquistar su favor, simpatía o privilegios, premios y prebendas por otorgar críticas lambisconas y acomodadas a la inducción aceptable de un público deseoso de valores artísticos y estéticos auténticos que de algún modo nos expresan y definen a todos.
La danza del siglo XXI, la época crucial que vivimos, los saltos cualitativos que día a día se producen, inclusive en la propia estructura de la Tierra, nuestro amado planeta azul, obligan necesariamente a una revisión innovadora y audaz de los planes y programas de estudio capaces de proveer a los alumnos del pensamiento crítico y creativo suficiente para dejar de ser una especie de soldado rasos de lenguajes académicos-corporales y creativos, con viejas metodologías y visión del mundo.
Enseñar a los alumnos a aprender, pensar, sintetizar y crear de acuerdo al mundo que los rodea es algo que desgraciadamente la enorme mayoría de los maestros de este país, no ha aprendido, por la misma imposición férrea de quienes de uno u otro modo se han apropiado de la conducción de la danza nacional. Pero el tiempo ha pasado y nos encontramos frente a nuevos territorios, necesidades y problemáticas que deben abordarse con verdadera honestidad y amor pedagógico. No hace falta más que saber ver para comprender que vivimos un parteaguas histórico pleno de horror y belleza, posibilidades y ofertas extraordinarias para quien desea ser... en toda su plenitud. Dar valor y confianza, instrumentos morales, éticos y estéticos y realistas de nuestra situación en medio del mundo, y cómo convertirlos en arte, es una tarea impostergable de maestros e investigadores para las nuevas generaciones, mismas a las que prácticamente se acostumbra enviar a la guerra sin fusil, o a la escuela sin lápiz.
Didier Chirpaz afirma: “habrá que replanter los formatos, la interdisciplina debe ser producto de una voluntad artística, no de una moda. La tipología de los bailarines ha cambiado con el tiempo, desde Luis XIV los cuerpos de los bailarines se modifican según la moda, la técnica y hasta la religión. Las escuelas deben adelantarse a las modas... Los malos bailarines son aquellos que no se liberan de la forma, y la reproducen, olvidando la intención; hay que aplicar la técnica y la forma inconscientemente, y eso es muy difícil de enseñar... La reclusión de figuras anoréxicas o afeminadas no es privativa de la danza... El error de los bailarines ha sido buscar la perfección y confundirla con la competencia...”
Según Didier, “los recursos multimedia salvarán a la danza” y agrega “estar convencido de que aquello que se sustrae de la evolución, muere”... Interesante ¿no?...