■ Mantiene el afroestadunidense ligera ventaja tanto en delegados como en voto popular
Estrategas de Clinton, a la espera de un escándalo que debilite a Obama
■ Revela agenda de la ex primera dama que apoyó y promovió el TLC con México y Canadá
■ Resolver la disputa en Florida y Michigan, factor clave para la elección del Partido Demócrata
Ampliar la imagen Los precandidatos del Partido Demócrata continúan sus respectivas campañas para lograr la postulación a la presidencia de Estados Unidos. La ex primera dama estuvo ayer en Anderson, Indiana, y el senador encabezó un mitin en Beckley, West Virginia Foto: Ap
Nueva York, 20 de marzo. En esta pausa en el ciclo de elecciones internas para seleccionar al candidato presidencial del Partido Demócrata, los estrategas enfrentan semanas donde todo será determinado por el resultado de cuatro factores: las 10 primarias que faltan, la resolución o no de una disputa sobre elecciones internas en dos estados por ahora descontados, el voto de los superdelegados y el efecto de potenciales escándalos y controversias personales actuales y pasados de ambos precandidatos.
Por ahora, el consenso es que Barack Obama mantiene la ventaja al aproximarse la gran elección en Pennsylvania el 22 de abril, seguido por nueve más antes de acabar todo el ciclo de elecciones internas en junio. Por ahora Obama mantiene ventaja de unos 700 mil votos de los 26 millones ya emitidos en las primarias, y un margen de unos 140 a 150 delegados sobre su contrincante Hillary Clinton.
A la vez, los superdelegados se perfilan como el determinante para coronar a uno de estos precandidatos. Estos 796 legisladores federales, gobernadores, altos funcionarios y figuras del partido podrían ser los que finalmente seleccionarán al ganador y, por lo tanto, son intensamente cortejados por ambos candidatos. La gran interrogante es si éstos se atreverán a revertir la decisión de las bases partidarias –el voto popular registrado en las elecciones internas– o si la respetarán.
Para la campaña de Clinton, el objetivo en este último tramo es llegar al final con una mayoría del voto popular total y disminuir a un mínimo el margen de ventaja en delegados totales, ya que eso será clave para convencer a los superdelegados de otorgar su voto.
Disputa sobre las reglas
Un elemento crítico en esta estrategia es resolver la disputa sobre dos estados claves –Florida y Michigan– que fueron descalificados por la dirigencia nacional al adelantar sus primarias sin autorización. Ambos son vitales para ella, y durante días se ha librado una intensa negociación sobre cómo reincorporar las delegaciones estatales de estos dos estados a la convención. Se ha propuesto reprogramar las primarias en ambos para junio, y hasta un intento de una elección por correo, todo lo cual se ha estancado entre disputas sobre las reglas y el costo multimillonario de esto para el partido.
Esta semana Clinton acusó a Obama de preferir marginar a los votantes en Florida y Michigan, pero éste respondió que sólo ahora, cuando los necesita, Clinton se preocupa del voto de los demócratas en esos dos estados. Estrategas de ambos saben que la ex primera dama necesita el voto popular de esas dos entidades si desea mantener viva la posibilidad de rebasar a Obama en el voto popular total. La campaña del afroestadunidense critica todo esto, ya que argumentan que respetaron las reglas impuestas por el partido nacional, y que no se vale cambiarlas a medio camino.
Sin poder resolver esto por ahora, las opciones para Clinton son cada vez más limitadas y varios analistas y estrategas ahora indican que aun con buenos resultados en las primarias que faltan, las tendencias no le ofrecen gran posibilidad de superar las ventajas que por ahora goza Obama. Sin embargo, señalan que todo puede cambiar si algunas controversias y/o escándalos personales terminan por descarrilar a la campaña de Obama.
De hecho, algunos promotores de Clinton no ocultan su deseo de que la actual controversia sobre algunas declaraciones del pastor de Obama arruinen, o por lo menos dañen, al precandidato favorecido hasta ahora. En estas semanas, Obama ha sufrido un revés al difundirse ampliamente fragmentos de comentarios calificados de “incendiarios” o “controversiales” por el pastor cristiano Jeremiah Wright, guía religioso del precandidato, en las cuales describe a Estados Unidos como un país racista con una cúpula política criminal.
Durante semanas Obama fue obligado a expresar repetidamente su desacuerdo con algunos de estos comentarios, aunque rehusó desconocer a su guía espiritual. Obama ofreció un discurso esta semana para enfrentar directamente el asunto, y en lo que fue calificado como, tal vez el mejor discurso de cualquier político en esta contienda electoral, se enfocó en el tema de la raza y el racismo en Estados Unidos, y convocó a un diálogo nacional para buscar superar las “heridas históricas”.
Al parecer, lo logró. Cerca de cuatro millones de personas vieron la transmisión del discurso y ahora es el más visto en el sitio de YouTube en Internet. Casi todos los programas de noticias y de análisis han comentado el discurso y analizan si fue exitoso para recuperar el ímpetu de su campaña. Los simpatizantes de Clinton, muchos de los cuales también tuvieron que elogiar el discurso, esperan que no.
Pero si la batalla se va por el lado de los escándalos, controversias y cuestiones personales, Clinton también podría ser dañada. Por cierto, ayer finalmente cedió ante presiones para hacer pública su agenda oficial durante los ocho años que estuvo en la Casa Blanca como primera dama, ya que ella repetidamente menciona ese periodo como prueba de que tiene mayor experiencia política que Obama. Desafortunadamente, las 11 mil páginas divulgadas ayer que documentan sus reuniones y quehaceres ofrecen poco para sustentar su afirmación, y más que nada establecen que en gran medida se limitó a las funciones simbólicas de una primera dama.
También ayudan a cuestionar algunas de sus afirmaciones como, por ejemplo, que era crítica del TLCAN desde hace mucho tiempo, cuando su agenda muestra reuniones privadas con legisladores justo para promover la aprobación del acuerdo comercial con México y Canadá.
Peor aún, se reabrieron capítulos vergonzosos que sólo alimentan recuerdos no tan amenos sobre los escándalos que sufrió durante ese tiempo. Por ejemplo, se confirma que de las diez ocasiones en que Bill Clinton participó en actividades sexuales con su becaria Monica Lewinsky en la Casa Blanca, en ocho su esposa estaba presente en otra parte de la misma residencia presidencial.
Esta obra política está apenas en el intermedio.