Usted está aquí: viernes 21 de marzo de 2008 Política Corripio sufrió una trombosis

Corripio sufrió una trombosis

José Antonio Román

Con un deterioro prolongado de su estado de salud, el arzobispo emérito de México, cardenal Ernesto Corripio Ahumada, próximo a cumplir 89 años edad, sufrió ayer una trombosis –coágulo en el interior de un vaso sanguíneo– en su mano izquierda. Hace dos años el prelado sufrió la amputación de una de sus piernas por problemas de diabetes.

Aunque no ha sido hospitalizado y es evaluado en su domicilio particular, en Xochimilco, en la Arquidiócesis de México hay “gran preocupación” por su salud, y en la misa crismal, el cardenal Norberto Rivera pidió orar por él.

El cardenal Corripio Ahumada nació el 29 de junio de 1919, en Tampico, Tamaulipas, y fue el tercer cardenal en la historia de la Iglesia católica mexicana, luego de Miguel Darío Miranda (su antecesor en la Arquidiócesis primada de México) y de José Salazar, arzobispo de Guadalajara.

Corripio jugó un papel fundamental en las negociaciones entre la jerarquía católica y el gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, que en diciembre de 1991 llevaron a las reformas constitucionales en materia religiosa, y en septiembre de 1992 al establecimiento de las relaciones diplomáticas con El Vaticano.

Inclusive, al inicio de las negociaciones sostuvo una posición contraria al entonces delegado apostólico Gerónimo Prigione, al defender que primero eran necesarias las reformas internas y, posteriormente, como resultado de estos cambios, las relaciones diplomáticas.

55 años de obispo

Como arzobispo primado de México, Corripio Ahumada recibió al papa Juan Pablo II en sus visitas pastorales a México de enero de 1979 y mayo de 1990.

El arzobispo emérito de México estudió en el Seminario de Puebla y en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma. Fue ordenado sacerdote el 15 de octubre de 1942, en Roma; el 19 de marzo de 1953 fue consagrado obispo de Tampico. Asistió al Concilio Vaticano II (1962-1965), y en 1967 fue promovido a la Arquidiócesis de Oaxaca y trasladado a Puebla en 1976. Apenas un año después, el 16 de julio de 1977, se convirtió en el arzobispo primado de México. Juan Pablo II lo convirtió en cardenal el 30 de junio de 1979. Fue presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano en tres trienios distintos, de 1967 a 1973, y en el periodo 1980-1982.

En 1994, tras cumplir los 75 años edad, y en cumplimiento a las disposiciones del Código de Derecho Canónico, presentó su renuncia al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de México, que se concretó con la designación de Norberto Rivera, en junio de 1995.

 
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