■ Eduardo Cruz Vázquez coordinó un libro en el que se propone abrir el debate
México carece de criterios eficaces de política sobre intercambios culturales
■ Seguimos guiándonos por la inercia y el pragmatismo diplomático, deplora el autor
La actividad diplomática que tanto prestigio ha dado a México, hoy se realiza siguiendo una inercia cuya efectividad empieza a terminarse y debe ser sustituida por un esquema mejor planteado, que permita sacar el máximo provecho de los intercambios culturales con otros países.
A esa conclusión llega el periodista y escritor Eduardo Cruz Vázquez, coordinador del libro Diplomacia y cooperación cultural de México: una aproximación, editado por las universidades de Ciencias y Artes de Chiapas y Autónoma de Nuevo León, que reúne los puntos de vista de diplomáticos tanto en activo como retirados, respecto del potencial del país en el ámbito cultural.
Falta un decálogo
De forma paradójica, mientras México sigue ocupando un lugar importante gracias a su servicio de relaciones exteriores, “aún carecemos de criterios bien definidos de política de cooperación cultural. Nos seguimos guiando por la inercia y el pragmatismo diplomático”, conceptos ya rebasados, señaló en entrevista Eduardo Cruz.
Si bien la labor de difusión de las artes y la identidad mexicanas en el extranjero se ha realizado de manera satisfactoria, todavía no se cuenta con un “decálogo” que sirva para guiar esta tarea, señalan varios de los participantes de este volumen, entre quienes figura el poeta Hugo Gutiérrez Vega, director del suplemento La Jornada Semanal.
“Es necesario replantear este trabajo. El actual estado de cosas ya no permite que esas tareas se cumplan con la eficacia que demanda un entorno cambiante. Debemos arribar a una estructura conceptual más clara para tener un esquema de cooperación que vincule lo cultural con lo científico, lo educativo y lo tecnológico”, similar al de España, Brasil, Costa Rica o Perú, afirmó el ex diplomático.
El concepto mismo de “cooperación” no ha sido bien entendido, y ello impide explotarlo adecuadamente. No significa paternalismo ni dádivas de otros países, sino establecer un intercambio enriquecedor que trascienda los estereotipos turísticos que durante años se han difundido en el exterior.
“La imagen del México tradicional y nacionalista, del muralismo y los clásicos de la literatura –enfatizó Cruz Vázquez–, ya no funciona. Los clichés todavía venden bien, pero hay que resaltar la diversidad cultural del país y su capacidad exportadora” de bienes y servicios culturales.
En este proceso de reordenamiento de la política exterior, hace falta también voltear la mirada no sólo a América del Norte y Europa, sino también a Latinoamérica y el Caribe –el espacio “natural” de México– y a los países asiáticos, de donde puede salir en el futuro “mucho del dinero que necesitamos” para solventar nuestras necesidades culturales y artísticas.
Este libro, resumió su coordinador, pretende ser una mirada nueva a un sector de la política nacional que debe abrirse al debate. “Queremos generar polémica y diálogo sobre un tema cada vez más complicado”.