Astillero
■ Declinar
■ ¿Ganar un torneo de miserias?
■ Material útil para televisoras
■ No más fraudes ni prostitución política
El Partido de la Revolución Democrática no podrá salir de la crisis de moralidad y política en que lo ha sumido la exhibición táctica de su larga tradición de fraudes electorales internos y de prostitución de cuadros directivos si no acepta su realidad y emprende acciones firmes y genuinas de corrección. Mientras Alejandro Encinas y Jesús Ortega sigan aferrados a la posibilidad de ser declarados vencedores de una guerra de lodo (por usar un término suave), la suciedad institucional los alcanzará a todos, minará la capacidad ofensiva del frente plural en defensa del petróleo y mantendrá vigente el material (cierto, real, así sea utilizado en las televisoras sesgadamente y con ánimos indagatorios nunca vistos en otros casos, como el fraude de las elecciones presidenciales de 2006, por ejemplo) con el que se seguirá instalando en el gran público cautivo de Televisa y Televisión Azteca el argumento de que la izquierda electoral no tiene autoridad moral para haber acusado de fraude al calderonismo y que su violencia intrínseca es un peligro digno de represión en movilizaciones venideras contrarias a reformas energéticas.
El envenenado “triunfo” dominical de Alejandro Encinas fue el punto de arranque de una sucesión vergonzosa de estampas y episodios del sol azteca que han reproducido, caricaturalmente, los peores momentos de los comicios del 2 de julio de 2006. Aberrantemente apoyados en datos de encuestadoras (como las acusadas de fabricar el vuelco favorable a Calderón), los mandos y contendientes del PRD vieron pasar la película de los conteos rápidos impugnados, los preliminares en los que ciertos resultados se retenían a conveniencia, la caída nocturna del sistema, la “experiencia” del Ugalde perredista, Arturo Núñez, el intento de control de daños en los recuentos estatales, el sometimiento de ocho casos a la intervención central, los atracos a oficinas con material oficial, las muy sospechosas reuniones a puerta cerrada y la confesional decisión de prolongar hasta el domingo venidero la emisión de cifras oficiales.
No habrá tesoro político que emerja de esas sucias aguas profundas. Nadie podrá darse por legítimo vencedor de un duelo de mapacherías en el que gobernadores de un lado y de otro invirtieron recursos para generar resultados evidentemente desproporcionados, como, por ejemplo, la mamá Amalia en Zacatecas o el hijo Sabines en Chiapas. Nadie puede aducir la tesis del “fraude patriótico” para justificar acciones contra uno u otro candidato, porque de esa manera se estaría también justificando lo hecho por la derecha en 2006, supuestamente en salvación de un país bajo amenaza de un “peligro” tabasqueño. Encinas y Ortega deben declinar sus pretensiones de ser declarados triunfadores de un proceso que en estos días seguirá causando vergüenza y alejamiento ciudadano (esas renuncias también deben alcanzar a los “líderes” estatales elegidos en el mismo torneo de marrullerías), y abrir el camino a una recomposición genuina, larga, incluso dolorosa y con rupturas.
Astillas
Hay lectores que, disintiendo casi al cien por ciento con lo que aquí se expresa, mantienen la costumbre de escribir al tecleador astillado para manifestar con respeto, pero no sin acidez ni enjundia, los puntos en los que advierten incongruencia, ligereza, parcialidad o error (o todo junto, y más). Uno de esos apreciables lectores-escritores, presente durante años en el buzón electrónico de esta columna, es Fernando Avelar, quien así opina: “No cabe duda que usted vive en otro planeta. Describe al pobre gobierno de Calderón destruido, sin legitimidad, casi casi manco, y sostiene que no le queda otra que meter las tanquetas contra AMLO y que eso será su estocada final; que no le queda otra más que los balazos. Recuerdo que hace algunos meses, con los mismos argumentos, con ‘pruebas’ y saliendo con Brozo en las mañanas, usted mismo aseguraba que el fraude electoral no podría ser tolerado, que Calderón tenía las de perder, que los cuates de usted en Internet y en la UNAM tenían todas las pruebas, que nacía espurio y que AMLO y su convocatoria triunfarían, que tenían testigos irrefutables, bla, bla, bla y bla. ¿Qué pasó? Respuesta: no se tuvo que usar la violencia, el tribunal avaló al señor Calderón como presidente constitucional de México, los países del mundo así lo reconocen, él maneja el presupuesto (olvídese del poder político, dígame ¿quién maneja la lana?), ya se realizaron cambios en las leyes del ISSSTE y del IMSS, encerraron a los dirigentes de la APPO y ni quien se acuerde ahora de Oaxaca, ya hubo cambio en la ley fiscal, el SME no fue a huelga, consiguieron sacar al presidente del IFE y con eso se lavó la elección, ahora hay otro IFE con los mismos vicios (¡valiente triunfo!). ¿Qué más le puedo comentar? Llevamos semanas hablando de Mouriño y, después de otras más, el caso quedará en alguna carpeta de San Lázaro, ¿cuánto quiere apostar? Y si no fuera así, ¡qué victoria sería sacarlo de Gobernación para que Calderón ponga a otro!, un golpe político durísimo, tal vez Calderón lo intercambie por la reforma energética, ¿no cree? Mi humilde opinión es que para ser un gobierno sin poder, espurio y con secretarios mediocres, ha hecho algunas cositas y sin mencionar que puso en la mesa el tema de Pemex, algo que nadie se había atrevido a hacer. Para ser un gobierno mediocre, como que le salieron muchos tamaños, ¿no? (…) Así que no me quiera ahora espantar con el petate del muerto. Si algo TAN grave, como robarse la Presidencia de México, ha quedado aceptado por millones de mexicanos, algo que no era posible en su mundo, ahora ya es caso cerrado (sólo usted en su columna lo revive de vez en cuando), así que no me salga con que la reforma energética sí es la buena (…) Le apuesto que puede haber plantones, cierre de aeropuertos o lo que usted quiera y mande, pero en algunas semanas a todos les dará frío y volveremos a la normalidad, y sólo le escribiré para decirle ‘se lo dije’, y usted entonces tocará otro tema, como la privatización de los carros de camotes, el cual, ese sí, no pasará”… Y, mientras avanza la organización de los cercos ciudadanos, ¡hasta mañana, en esta columna vendedora de asados tubérculos morados!