■ Nadie respeta el ordenamiento ecológico de la cuenca de Amanalco, denuncian
Auge de urbanizaciones en Valle de Bravo amenaza abasto de agua al DF
■ El Instituto de Ecología de la UNAM advierte sobre el peligro de muerte del lago
En la cuenca Amanalco-Valle de Bravo, en el estado de México, que abastece con 10 por ciento del agua al Distrito Federal, se ha acelerado su deterioro en los pasados tres años y está en riesgo por la creciente deforestación, el crecimiento poblacional en las zonas altas del valle, la disminución de los cauces y la erosión, advierte Valeria Souza, investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En entrevista, explica que en años recientes se ha detonado el deterioro de la cuenca porque la tasa de deforestación en los montes alrededor de Valle de Bravo y Avándaro es muy grande, ya que al crecer la urbanización hay una gran demanda de servicios. Producto de esta demanda es el crecimiento de la población en las zonas altas de la cuenca, lo que ha provocado que se derriben árboles para sembrar milpas, y esto trae como consecuencia la erosión del suelo por la falta de recarga de agua.
Advierte que los ríos cada vez tienen menos volumen de líquido por la pérdida de árboles, lo que causa que el agua de lluvia se escurre en lugar de ser capturada por el acuífero, “Valle de Bravo está funcionando como embudo de todo lo que llega: fertilizantes del club de golf y de las milpas, además de desechos humanos. No hay sistema de captación en la parte alta del monte; el valle se muere por eutroficación, es decir, debido al exceso de nutrientes”.
Agrega que el volumen de agua del lago artificial está disminuyendo, lo cual es grave. Explica que los principales ríos que drenan hacia el lago son Santa Mónica, vertedero González, Salto Amanalco, el Carrizal y Molino, todos ellos filtran menos agua porque hay menos árboles. El que ha tenido una disminución drástica de líquido es el Salto, que aportaba alrededor de 170 mil metros cúbicos al año en 1958 y en 2006 sólo eran alrededor de cien mil metros cúbicos. Esta situación también provoca que los manantiales se recarguen menos y tiendan a desaparecer.
En los pasados 30 años ha desaparecido 20 por ciento de los bosques, y en la zona alta de la cuenca hay alrededor de 900 familias en pobreza extrema que viven en 200 poblaciones; de éstas, sólo tres localidades cuentan con drenaje y únicamente en Valle de Bravo y Avándaro tienen plantas de tratamiento.
Recuerda que en 2002 la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad y el gobierno del estado de México hicieron un ordenamiento ecológico de la cuenca, pero señala que nadie lo obedece. Ahí se específica que hay zonas de captación de agua donde hay que mantener los bosques, se definen las áreas de urbanización y las destinadas a la agricultura, pero actualmente las cañadas, que eran boscosas, se ocupan para los cultivos.
“El proceso lleva 10 años, pero se ha acelerado en los tres anteriores de manera espectacular. Una de las razones es porque crece el turismo en Valle de Bravo y con ello los servicios que necesita.”
Las implicaciones ambientales son la eutroficación del lago y la pérdida de la cuenca; al ocurrir lo primero se forma una plasta de bacterias que impide la oxigenación del agua y provoca la muerte de especies.