Disquero
La Caja Bach
El joven Bach cumple 323 años este 21 de marzo, que es además el día en que nacieron todas las flores, cuando día y noche valen lo mismo, aunque bien sabemos que el Equinoccio de primavera ocurrirá este año a las 05:49 ho-ra GMT (11:49 en México) del día anterior, el 20 de marzo y es cuando, dicen los que saben, el Sol penetra en el signo Aries y hordas nada sordas acuden a (jejé) “cargarse” de energía a la mismísima Pirámide del Sol en la ciudad de los dioses, Teotihuacán, y justo cuando una flor de jacaranda está a punto de caer sobre la punta de nuestra nariz, suena el aria inicial de las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, cuya presencia (la de las Variaciones Goldberg y la de Bach) nunca ha cesado de vivir desde hace 323 años, cuando vio la luz en Eisenach el viejo Bach, quien luego de escribir mil 127 partituras durante un cuarto de siglo de intensa producción de entre los 65 años en que consistió su tránsito terreno y se convirtió en luz que suena.
Y de qué manera suena: un verso de Jaime Sabines lo define así: “La música de Bach mueve cortinas”. Si uno está triste, pesaroso, inclusive enfermo, basta que suene en los altavoces la música de Bach para que regrese la sonrisa, la luz, la salud al cuerpo. No hacen falta citas científicas, que sobran. Basta con que usted ponga en este instante un disco, el que usted quiera y mande, con música de Bach, y estará de acuerdo con el Disquero, que gracias a la aparición de las vastas series de discos Brilliant ya adquirió lo antes improbable: todas las obras todas de Bach, todas toditas todititas. Y era hasta hace poco impensable porque en primer lugar no era sencillo andar consiguiendo por aquí y por allá todas y cada una de las obras de Bach, además de que no todas estaban grabadas en disco.
Pero hete aquí que en el año 2000, cuando el mundo conmemoró los 250 años de la partida física de Bach, aparecieron tres ediciones integrales tres, de las cuales ya el Disquero había hecho referencia. Dos de ellas contrastan harto: la de la firma alemana Teldec y la del sello holandés Brilliant. La primera es una auténtica locura: cuando llegó a México el Disquero sólo iba a visitarla a las tiendas de discos donde lucía en el piso, pues no había anaquel para tremendo tambachón de discos, empacados a manera de maletota de viaje, con su asa y toda la cosa, y si uno la abría, aparecía un juego de cubos cada uno de los cuales contenía uno de los varios apartados de la obra bachiana (coral, instrumental, cantatas, música de teclas, etecé).
Costaba unos 16 mil pesotes en 2000 aquella maletota y lo único que alcanzamos fue a comprar un par de cubos por separado cuando una buena tienda de discos tuvo a bien abrir la maletota y venderla por partes, es decir, por cubos, pues nadie compraba el maletón entero.
La aparición de los discos Brilliant democratiza ahora la melomanía, por un precio al alcance de un buen tarjetazo, la Caja Bach de Brilliant pone al alcance todas las obras todititidas de Bach en una caja con 160 discos harto manejable, bien clasificadita y transportable, con estupendos intérpretes y grata calidad de sonido. 160 horas de placer. Océanos de música, mares de salud. Albricias.