Usted está aquí: sábado 15 de marzo de 2008 Espectáculos Erigen el premio Manuel Esperón, durante emotivo homenaje en el Teatro de la Ciudad

■ Fui el sastre musical de cabecera de Jorge Negrete y Pedro Infante, dijo a La Jornada

Erigen el premio Manuel Esperón, durante emotivo homenaje en el Teatro de la Ciudad

■ El GDF y la Fundación Conmemoraciones 2010 lo reconocieron como “traductor musical del espíritu nacional”

■ La Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México ejecutó parte de su repertorio

Arturo Cruz Bárcenas

Ampliar la imagen El maestro Esperón es el creador de las consagradas El son de la negra y Amorcito, corazón, entre otras. En la imagen, lo acompañan Yolanda Montes, Tongolele, y el pintor José Luis Cuevas El maestro Esperón es el creador de las consagradas El son de la negra y Amorcito, corazón, entre otras. En la imagen, lo acompañan Yolanda Montes, Tongolele, y el pintor José Luis Cuevas Foto: Arturo Cruz Bárcenas

Manuel Esperón González (Distrito Federal, 1911) es creador de una imagen alegre y festiva del mexicano; lo logró al musicalizar más de 500 películas durante la llamada Época de Oro del cine nacional. “Fui el sastre musical de cabecera de Pedro Infante y Jorge Negrete”, expresó a La Jornada la noche del pasado jueves, en el Teatro de la Ciudad, donde se le rindió un homenaje organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (GDF) y la Fundación Conmemoraciones 2010.

Se reconoce, expuso la secretaria de Cultura, Elena Cepeda de León, “una trayectoria de creación ininterrumpida y una significativa aportación al repertorio artístico del país durante más de 75 años”. Al anunciarse el motivo del acto y al presentarse, Esperón fue recibido con una ovación; de pie, los asistentes crearon una atmósfera emotiva y, a la vez, solemne y alegre.

Es mucho el cariño por quien hizo la melodía de Amorcito, corazón, que en la voz de Pedro Infante y de su personaje El Torito trascendió su tiempo y mostró una manera de decirle a la mujer que se quiere ser “un solo ser y estar contigo”.

El mariachi es uno de los símbolos de identidad del mexicano, y las melodías de Esperón han colaborado con enorme influencia en esa configuración. Como ejemplos están Me he de comer esa tuna, y ¡Ay, Jalisco, no te rajes!

Maribel Torre, de la Fundación Conmemoraciones 2010, dijo de Esperón: “Hoy, muchos admiradores de su música se unen a la fundación para darle una muestra de gratitud y de cariño”. Se entregó al musicalizador un diploma con el que se instituye el premio anual que llevará su nombre.

Cepeda de León añadió que Manuel Esperón es un mexicano universal, cuyas creaciones han trascendido y rebasado fronteras. “Sus obras han sido interpretadas por los más afamados cantantes mexicanos y extranjeros, entre ellos, Pedro Infante y Jorge Negrete. Es invaluable su aportación a la cultura popular del país. Ha sabido interpretar los sentimientos del espíritu nacional, y con su genialidad y talento incomparables ha logrado traducirlos en música.

“Su obra es ya patrimonio de cada mexicano y mexicana que se han identificado con sus creaciones, que se han enamorado y le han cantado al ser querido con la palabra del maestro Esperón. Como muy pocos compositores mexicanos del siglo XX, quizá sólo en el nivel de Agustín Lara, José Alfredo Jiménez y Álvaro Carrillo, el maestro Esperón ha consolidado una obra de gran magnitud, de fuerza poética y emocional”.

Todo estaba listo para que hablara el homenajeado. Con paso lento se dirigió al podio y con voz grave expuso: “De todo corazón, doy las gracias a todas las instituciones que se han ocupado de mí en estos días y que me ha traído a esta celebración tan grande. Mando un abrazo y un beso a todo el mundo que se ocupa de mí. Gracias”. Y se fue en medio de un mar de aplausos.

Lo que siguió habló de la grandeza de Esperón: se proyectaron fragmentos de una selección de películas de la Época de Oro del cine en México, con “actores inmortales” que aparecieron en escenas de drama, celos, pasión. A Pepe (Pedro Infante) cantándole a La Chorreada (Blanca Estela Pavón), silbidito de por medio, y ella contestando enamorada. “Amorcito, corazón, yo tengo tentación de un beso…”

Interpretación en vivo

Al ser el homenajeado un músico, debía, esa noche, haber música. Se ejecutó un concierto a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la dirección de José Areán, que interpretó una selección sustantiva del repertorio escrito por Esperón y con la voz del tenor Fernando de la Mora.

Se escuchó El son de la negra, Sandunga, Suite Maya y Popurrí de sones veracruzanos, así como la Suite México 1910, que fue un estreno mundial. En esta pieza, Esperón hace un recorrido que crea una secuencia de imágenes musicales de la historia de México, donde todos aplaudieron el sonido de una locomotora de tiempos de la Revolución.

Llegó el intermedio, donde, en entrevista, el pintor José Luis Cuevas dijo de la música y obra de Esperón: “Este homenaje a uno de los grandes compositores mexicanos del siglo XX me parece merecidísimo, y tengo el gusto de ser su amigo, desde hace poco tiempo, pero lo somos. Le preguntaba a un amigo que reside en Nueva York, quien hace música clásica, sobre los compositores mexicanos de música popular, y me dijo que le parecía espléndido Manuel Esperón.

“Se sentó en el piano y tocó canciones de las películas de Jorge Negrete. La Suite México 1910… ¡qué bien se oye la música popular mexicana! El tren, Mi querido capitán. Todo me hace sentir muy mexicano: la música y la obra que yo hago”, añadió.

Por su parte, Yolanda Montes, Tongolele, opinó: “Este homenaje es muy merecido y hermoso”.

El concierto finalizó con un popurrí: Amorcito, corazón, Yo soy mexicano, Mía, Esos Altos de Jalisco, A la orilla del mar, Tequila con limón, Flor de Azalea y Carta de amor. El público aplaudió, de nuevo, de pie. Esperón se levantó de su asiento frente al escenario y saludó con la mano en alto.

Ante la insistencia, Fernando de la Mora cantó una de las máximas obras de Esperón: No volveré. El coro retumbó, a lo bravío, en el Teatro de la Ciudad.

 
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