■ El proyecto abrió la puerta de la fama instantánea para un alumno de la UNAM
Pedro y el Lobo encanta con su magia en la Sala Nezahualcóyotl
■ Apenas por tercera ocasión el cortometraje se presenta con música de orquesta en vivo
■ Gabriel Vázquez de la ENAP trabajó con Suzie Templeton con la técnica stop-motion
Ampliar la imagen Imagen de la proyección de Pedro y el Lobo musicalizado por la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México Foto: Barry Domínguez / Difusión Cultural UNAM
En la fila 7 de la Sala Nezahualcóyotl, Carolina, de cinco años –cumplidos un día antes–, con coletas y vestido rojo, miraba atenta todo lo que ocurría en el escenario. Era la primera vez que asistía a un concierto y le tocó de lujo: sobre una gran pantalla se proyectaba Pedro y el Lobo (Suzie Templeton, BreakThru Films), ganador del Óscar a mejor cortometraje animado, acompañado de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tocando la música de Sergei Prokofiev, bajo la dirección de Marco Parisotto.
Esta es la tercera vez que el corto se presenta con música. El estreno fue en el Royal Albert Hall, con la Orquesta Filarmónica de Londres, luego se presentó en el Teatro Nacional de Oporto, en Madrid.
Sentada muy derechita, sin recargarse en el respaldo de su asiento, Carolina de vez en cuando le preguntaba algo al oído a su tía. Mantenía una expresión solemne, como de estar en un acto importante, y de vez en vez soltaba una risa. Sobre todo durante la parte en la que el pájaro, herido en un ala, intenta volar, atado a un globo azul.
No era la única que reía. Toda la sala, con localidades agotadas, celebraba los malabares del pájaro (flauta), las danzas sobre hielo del pato (oboe) y las torpezas del gato (clarinete).
En el público había de todo: familias elegantes, jóvenes estudiantes, parejas de cabeza blanca, incluso una anciana que subió con gran esfuerzo las escalinatas para entrar a la sala, y niños, buena parte mayores que Carolina, acompañados de su madre, padre, tía, padrino o abuelo.
También estaban presentes autoridades de la UNAM y Luis Gabriel Vázquez Hernández, quien participó en la filmación de Pedro y el lobo.
TVUNAM supo del corto cuando estaba en su fase inicial y decidió entrarle con una módica, pero importante inversión, porque abrió el camino a otros inversionistas, según contó Vázquez a La Jornada.
La UNAM puso como condición para invertir la participación de un alumno suyo. Organizaron un concurso y ganó Vázquez, entonces recién egresado de la carrera de Diseño y Comunicación Visual en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.
Vázquez, poblano de 28 años, flaco, con sudadera de los Pumas, modesto, casi como si se estuviera disculpando de su repentina fama por haber participado, aunque fuera brevemente, en una cinta ganadora de un Óscar.
En 2006 estuvo tres semanas en los estudios de Se-Ma-For, en Lodz, Polonia. Visitó todos los departamentos, junto con la directora británica, y luego asistió durante varios días a uno de los animadores, durante la filmación.
De su visita lo impresionó el énfasis en crear la “personalidad de un personaje” y “cuestiones físicas muy detalladas, de aceleración, de inercia”. A Vázquez le gusta el pato: “La torpeza con la que camina, todo te transmite cómo es, su espíritu, su alma”.
Sí, la caracterización de los personajes impresiona. Pedro es melancólico, solitario, con un gran sentido de la justicia y que parece cargar un peso. Su personalidad contrasta con su música, las alegres cuerdas.
El corto está hecho sobre todo con la técnica stop-motion, popularizada por los creadores de Wallace y Gromit. Consiste en crear muñecos y moverlos cuadro por cuadro. Se monta un “miniset de cine”, con todo e iluminación a pequeña escala, explicó Vázquez.
Ahora, el animador da clases en la Eescuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y busca distribuidor para el corto Vitrubio (35mm), proyecto de titulación realizado junto con otros compañeros. También considera la posibilidad de participar en un par de proyectos de animación.
Respecto de la situación de la animación en México, opinó: “está difícil. Hay poca gente que puede enseñar animación, poca industria y pocos financiamientos”. De su escuela habla con mucho orgullo (“buenos maestros de animación”, y “mucho talento” entre los estudiantes) y cree que merece más apoyo.
El pájaro y el globo
Al final del concierto, Carolina miró a su alrededor con una sonrisa y declaró que sí le había gustado su primera ida a un concierto, sobre todo el pájaro y el globo azul.
Y emprendió, de mano de su tía, el regreso a su casa en Villa Coapa.