■ Premian la trayectoria del cineasta argentino en el festival internacional de Guadalajara
Mi cine tiene fines políticos, no partidistas, afirma Pino Solanas
■ Más que documental hago cine-ensayo, afirma el creador de la trilogía La hora de los hornos
■ En mis cintas rescato a los héroes anónimos y cotidianos, dice en entrevista con La Jornada
Guadalajara, 12 de marzo. Lleva 50 años en la militancia política y social en Argentina, país que ha recorrido para recoger los testimonios de a quienes pocas veces se les ha dado voz. Estudió teatro, música y derecho. Desde los años 60 cobró relevancia internacional por su trilogía de cine documental La hora de los hornos. Debido a la dictadura militar estuvo exiliado en Francia más de una década; inclusive, en el año 92 lo balearon en las piernas al término de una proyección. Ha sido legislador federal, pero lo más importante de su trayectoria es cómo ha ligado su compromiso político con su actividad artística.
Se trata de Fernando Pino Solanas (Buenos Aires, 1936), quien recibió un reconocimiento del Festival Internacional de Cine en Guadalajara en su edición 23, so pretexto de su trayectoria de “ensayos fílmicos” y largometrajes de ficción, como Sur, La mirada de los otros, Los hijos de Fierro, La dignidad de los nadie, Argentina latente y dos más sobre Perón.
“Toda mi vida he intentado hacer política por medio del cine, mas no del tipo partidaria. Cargar mis imágenes de conciencia, transformación”, dice en charla con La Jornada. A las teorías del cine como arma objetiva de la realidad Pino Solanas las considera una mentira.
“En los diarios leo los artículos de opinión, firmados, y pienso ‘¿por qué no he de tener mis opiniones?’ El cine de no ficción que yo he hecho es mal llamado documental; diría que es cine-ensayo. De testimonio.
“Analizo y doy mi punto de vista, por eso lo firmo. He tratado de mantener coherencia y compromiso en mis cintas, pese al exilio, a la persecución… la gente lo reconoce y por eso me da la información o me deja entrar a la cocina de su casa, donde me cuenta los mejores datos; por eso estoy informado, por la gente”, afirma el primer realizador en recibir un Oso de Oro de honor en la Berlinale, premio tradicionalmente reservado a actores.
–¿Hasta dónde puede una película ser panfletaria?
–La calidad con que trabajes tu ensayo fílmico es la protección para que no sea panfletario. Aunque hay panfletos que han quedado en la humanidad como grandes piezas literarias. Hay volantes históricos, como la orden del general San Martín al ejército de los Andes para marchar sobre Chile, que ha quedado para la historia, y uno la ve puesta en las paredes (“Seamos libres, lo demás no importa nada”, parte de lo que dicta). El cine que hago tiene que ver con la mirada de un país. Mi obstinación por opinar sobre Argentina surge de que es un país censurado. Mi compromiso es contar la historia que no se cuenta, y no lo hago solo; lleno mis películas rescatando a los héroes cotidianos y anónimos: trabajadores, investigadores, etcétera.
Panorama gris en Latinoamérica
Para Solanas, la realidad política de Latinoamérica no es negra ni blanca, “generalmente es gris. Por ejemplo: hay tres familias de gobierno en Latinoamérica: los que salieron a enfrentar el neoliberalismo y están intentando dar la vuelta a la página en serio –Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, sin contar con el empuje digno que ha hecho Cuba durante 50 años–; luego están los que no atacan al neoliberalismo pero tienen políticas progresistas y generan confusión –Kirchner, Lula da Silva, Tabaré Vázquez, Michelle Bachelet– y finalmente los que están alineados en el asta: Felipe Calderón, Álvaro Uribe, Alan García”.
Sin embargo, lo trascendente, dice Solanas, es que algunos gobiernos creen “en la vocación de unificación de América Latina, que se hace sin que todos piensen igual, sino en la convivencia en la misma casa, aunque políticamente no se coincida”.
A Pino no le importa ser controvertido: “eso lo dirán algunos medios de comunicación. No quiero ser polémico, sino sólo un cineasta de la gente. He golpeado puertas para producir las películas que he querido, y me he hecho cargo, desde las deudas hasta los beneficios. Es un gran sacrifico, pero ahí están, muchas rodadas desde la clandestinidad, como La hora de los hornos”.
En la actualidad el realizador preside una fuerza política y un movimiento (fundado hace seis años) para la recuperación del petróleo y la energía de Argentina, “un bien social”. Basta recordar “a los gobiernos neoliberales, como los de Salinas de Gortari, Carlos Andrés Pérez, Fernando Collor de Melo o Menem, quienes participaron en un saqueo de sus países, y sus grandes latrocinios contra el patrimonio público”.