Tillmans: lo cotidiano transfigurado
Ampliar la imagen Lutz, Alex, Suzanne y Chris, se titula esta fotografía de Wolfgang Tillmans, incluida en la exposición del artista alemán que se presenta en el museo Tamayo (Paseo de la Reforma y Gandhi, bosque de Chapultepec)
La exposición en el museo Tamayo hace pensar en la precocidad de un artista alemán, ahora de 40 años, que vive hace tiempo en Londres, donde obtuvo el Premio Turner en 2000. Hasta donde sé, Wolfgang Tillmans es el primer fotógrafo en ganarlo y es considerado casi “de culto”.
Hay un parámetro que ha dejado como constancia entre los libros que se le han publicado: If One Thing Matters, Everything Matters. Quizá sea su lema, pero lo expuesto avisa acerca de selecciones temáticas muy personalizadas, sobre una cultura pictórica poco común y más que nada respecto del modo como los trabajos han sido realizados, cosa que no siempre queda muy clara en la exposición por la propositiva ausencia de cédulas.
Al Tamayo me hice acompañar de un artista mexicano muy versado en cuestiones fotográficas, quien me explicó que algunas de las piezas expuestas son negativos trabajados mediante impresiones digitales con inyección de tinta.
Los temas son variadísimos, desde una contorsionista acompañada de su pareja que parece ser manca y tener antebrazos artificiales, hasta un conjunto de muchachos dormidos, formando un nudo, captados en blanco y negro. Hay una versión up to date sea de la Santísima Trinidad, o del dios Jano, que llama la atención por tratarse de una pieza clásica, como también hay cuadros, con o sin marco, que me hacen pensar en que busca la luz y la expansión del color, como si se tratara de un Rothko de la fotografía.
Moción notable en su trabajo es la corroboración continua de que la cámara ve en perspectiva, igual que nuestros ojos, y esto queda señalado en tomas como la de una ventana que en virtud a su sitio de exposición y a la iluminación que guarda, parece ser eso: una ventana abierta al paisaje, o como la pieza de grandes dimensiones cuyas líneas de fuga conducen a un espacio azul (el cielo), jugando con la sección arquitectónica donde quedó museografiada, justo donde se abre un hueco asimétrico hacia el espacio bajo, ahora vacío.
Hay varias fotos de fotos: en una realiza un pequeño homenaje a Caravaggio, a quien trajo a cuenta mediante la colocación de tarjetas postales adquiridas en museos, captadas junto a un vaso que contiene una orquídea, flor que reaparece en otras composiciones integrando naturalezas muertas, tan cotidianas, que en una de ellas el contenedor de la flor es una botella de agua mineral Pellegrino.
En otra capta la textura de cierta sección de un tapiz del siglo XV, entregando su textura y en una más, enmarcada y de grandes dimensiones, el tema principal es un extraño tronco de árbol que tiene cierto matiz animal, es una pieza hermosa que probablemente fue realizada en dos platters, aunque la juntura no se percibe.
Algunas de las tomas de ropa tirada o colgada son de increíble delicadeza, se antoja que ha pensado en los pliegues de Leonardo o de Durero.
Otras intrigan: sobre la fotografía de perfil de un sujeto quedaron incrustadas piedras de río, como si la persona sufriera de un extraño mal cutáneo. ¿Cómo hacer eso?, primero retratando el perfil del hombre y luego, sobre la toma ya realizada, colocando las piedras y volviendo a retratarla.
Los dobleces y las maneras en que éstos determinan la captación de la luz forma la serie con la que se inicia el recorrido.
Los trabajos sin marco quedaron simplemente adheridos a la pared, su superficie es reflejante, pero los dobleces existen, no están simulados, en tanto que en otras tomas una hoja de papel o de cartón se dobla sobre sí misma proponiendo visiones geométricas, que llevadas al volumen darían como resultado extrañas flores muy sencillas en apariencia. En cierta foto, un homeless, probablemente británico, reposa en la calle ante la indiferencia de posibles espectadores de la escena, y ésa se conjuga con la que capta sólo una alcantarilla, así que en cierto sentido todo importa, pero las piezas juegan unas con otras, no propiamente para contar historias, sino para apelar a la atención y a la percepción de los espectadores que se reúnen en ciertos puntos, principalmente en las vitrinas en las que Wolfgang Tillmans seleccionó noticias locales, recortes de prensa, declaraciones, propaganda (hay una que toca el tema del petróleo en la que se advierten los retratos de Lázaro Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador), así como notas sobre su militancia gay y su postura crítica hacia las discriminaciones raciales. Esta sección contiene, asimismo, viejas ediciones de malformaciones.