Usted está aquí: martes 11 de marzo de 2008 Opinión El Congreso Nacional Indígena y los wixárikas

Magdalena Gómez

El Congreso Nacional Indígena y los wixárikas

A 30 días de que los wixárikas de Santa Catarina Cuexcomatitlán suspendieran las obras de la carretera que va de Huejuquilla a Bolaños en Jalisco, instalándose en plantón en el paraje Ciénega de los Caballos, podemos observar que está en marcha la solidaridad de otros pueblos a través del Congreso Nacional Indígena (CNI), cuyos representantes acudieron hasta ese lugar el pasado fin de semana a realizar una reunión en la que han dado cuenta del conjunto de amenazas que se ciernen sobre ellos en las diversas regiones, todas ellas “a nombre del progreso” y con la Comisión de Desarrollo para Pueblos Indígenas (CDI) como promotora y “financiadora” de proyectos que no cuentan con el aval de los pueblos, menos con su participación.

Una vez más se confirma el acierto de concebir al CNI como el movimiento de movimientos, sin estructura, “sin jefes”, como ellos dicen, y con el principio de que se constituye cada vez que están reunidos y toman decisiones. En esta ocasión fueron convocados de urgencia y acudieron representantes de pueblos indígenas de Oaxaca, Baja California, Distrito Federal, Colima, Michoacán, Jalisco y Durango. Los pueblos rarámuri de Chihuahua y ñañú del estado de México enviaron mensajes por encontrarse en asambleas. Sin embargo, con ser esta respuesta tan positiva, no podemos dejar de anotar que no se logra articular el conjunto de los movimientos sociales en la lógica de los que impulsan los pueblos indígenas construyendo, resistiendo y defendiendo sus autonomías respectivas, cada una con sus rasgos peculiares, sin modelos prestablecidos. Es cierto que la agenda nacional está muy cargada y que prácticamente resulta imposible estar en todo, pero en el caso indígena se presenta un círculo vicioso, pues los otros movimientos esperan de su presencia y participación sin considerar que no se ha logrado un auténtico diálogo que permita asumir las diferentes condiciones. Por ejemplo, ningún pueblo indígena dispone de la infraestructura que tienen los sindicatos. Éstos si cuentan con recursos que les permitirían, por lo menos, dar cuenta de su solidaridad para los wixárikas que, en este caso, están de por medio.

Por otra parte, no se conoce que las instancias de Naciones Unidas hayan dicho “esta boca es mía” para respaldar la decisión indígena de hacer valer sus derechos, tal vez esperan incluirlos en un “informe” más adelante. Tampoco han dicho nada los legisladores del Frente Amplio Progresista, ni el gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador, lo cual revela que en efecto sus miras y energías están en otros lados, importantes sin duda, pero la situación de los pueblos indígenas sigue día a día incrementando “la deuda histórica”. Ni qué decir de cómo se fue como agua en las manos la solidaridad de la llamada “sociedad civil” que tan entusiasta anduvo en los días de auge zapatista.

Por lo pronto podemos plantear un breve balance de este movimiento: los wixárikas de Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán) han logrado mantenerse, como ya señalamos, y desplegar diversas estrategias. En primer lugar convocaron al CNI y éste se hizo presente; además, las autoridades de la comunidad de San Sebastián Teponahuaxtlán realizaron cambio de autoridades y decidieron someter a revisión el procedimiento por el cual se aprobó que la carretera Huejuquilla-Bolaños pasara por su territorio, con lo cual se irá esclareciendo el proceder en toda la región para lograr “el aval” al proyecto ya mencionado.

Por otra parte, tramitaron y obtuvieron la suspensión provisional de la carretera en cuestión mediante un amparo agrario (al mismo tiempo las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente investigan probables delitos en esa materia) y están analizando la posibilidad de promover de manera urgente una reclamación ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Para estas fechas ya está claro que se falsificó un acta otorgando el derecho de vía para la carretera referida a través de la presión a autoridades comunales sin participación de la asamblea. Queda pendiente de investigar de dónde provienen las más de 400 firmas que exhiben las autoridades estatales y municipales; una hipótesis es que fueron falsificadas o extraídas de las listas de firmas que exigen las dependencias para sus programas gubernamentales.

Hasta ahora las autoridades estatales y federales han declinado enfrentar de manera directa a los wixárikas, quienes las han convocado a un diálogo en el paraje Ciénega de los Caballos. El gobernador Emilio González Márquez declaró a La Jornada Jalisco que toda la zona norte “debe ser aprovechada turísticamente con el crecimiento de carreteras estatales, construcción de presas y con el impulso de unidades de manejo ambiental”. A este modelo de “progreso” impuesto se opone el CNI, y la lista de adhesiones está abierta.

 
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