TOROS
Los sueños de El Payo
De tarde en tarde aparece en Madrid un novillero mexicano que, cabalgando sobre sus propios sueños, cruza el Atlántico para presentar batalla a la gloria. Es el caso de Octavio García, El Payo que ayer debutó en la plaza de Las Ventas en la castiza calle de Alcalá.
Fue el caso de Carlos Arruza, quien recién alternativado se presentó en esa plaza y sorprendió a esa difícil afición y volvió realidad sus sueños. Ha pasado más de medio siglo y pese ha que algunos han triunfado sonoramente; Juan Silveti, Curro Rivera, etcétera, sólo Carlos Arruza como antes Fermín Espinosa Armillita y Rodolfo Gaona dejaron huella en la España torera. La mayoría de los toreros mexicanos han pasado por ese ruedo, sin pena ni gloria. El Payo no pudo volver realidad sus sueños y salvo detalles, pasó desapercibido.
Ayer partió plaza en el inicio de las novilladas era un desconocido. El desamparo de estos novilleros, caídos quien sabe donde al redondel, es aire de brisa fresca en el mundillo taurino. Testimonio de una gran fe en su quehacer torero. Punta de lanza para los triunfos y la exclusión para los fracasos.
Como contrarrestar el traje bordado en oro que adquiere otro significado en ese ruedo. Como sobreponerse viniendo de México a otra fiesta. El oro es el color del estío y del trigo maduro, el color del amanecer en el invierno, que se siente en la capital española. Es el de la mesa de pino y el pan.
La presentación de El Payo estuvo impregnada de la divina locura de todos los que se lanzan en esa aventura casi imposible. ¿Cómo llegar a Madrid en tarde agitada, vestido de oro con la vibra de su capote y muleta a barrer a los pegapases amanerados y complicaciones artificiosas. No pudo remontar sus propios sueños de presentar batalla a la gloria y ser silenciado en sus dos difíciles novillos de Pérez Tabernero.