Usted está aquí: domingo 9 de marzo de 2008 Deportes ¿La Fiesta en Paz?

¿La Fiesta en Paz?

Leonardo Páez
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■ Nutrir el arte

Un rasgo parece caracterizar a la mayoría de los toreros actuales: la alarmante desnutrición de sus propuestas artísticas delante de los toros. Aquí y en España, una especie de clonación preside su concepto, no sólo de una estética personal, sino de una sensibilidad capaz de ser expresada, lo que trae como consecuencia, salvo confirmadoras excepciones, que todos los toreros toreen igual o demasiado parecido.

El arte también se nutre del arte, por lo que bien harían estos aguerridos aprendices de creadores en alimentar su espíritu con, por ejemplo, algunas lecturas escogidas, breves y sustanciosas que contribuyeran a hacer menos predecibles y tediosos sus esfuerzos en la arena, sino, por el contrario, más intensos e inspirados.

Desde el recorrido obligatorio y atento por las Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke, habida cuenta de que el propósito superior de todo aspirante al arte de decir vestido de luces no es burlar las embestidas –para eso están los ejes viales y la bufalada de automovilistas estrenadores–, sino, burladas éstas, poder balbucear o de plano decir con elocuencia ese misterio que habrá de develar un poco el de cuantos miran.

Hasta Rumor de tiempos, maravillosa antología poética de Lucía Rivadeneyra, con quien quizá tengamos oportunidad de platicar para La Jornada próximamente.

Por su parte, el poeta de Españita, Tlaxcala, Manuel Camacho Higareda, envía a este espacio algunos de sus versos más recientes, esta vez omitiendo toda alusión al toro y a la tauromaquia, él, tan buen aficionado que es.

El poema titulado Al garete, dice: Estás en mi inmensa mayoría,/ y yo,/ sin saber por dónde asirte,/ subiendo/ bajando.../ La estupidez navega/ con el grave riesgo/ de llegar a buen puerto.

O este otro, Tengo más de un latido: Para romperme el pecho/ sobre las aguas negras/ que entero me transcurren./ Tengo más de un latido/ para indagar a gritos/ en dónde y cuándo el sueño/ que a mi soñar no asiste./ Es hora de romper...

Ah, si toreros y demás profesionistas se acercaran a la poesía, faenas de muy otro calado habrían de brindar.

 
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