Un secreto guardado por 14 años en la Costa Chica
Barranca de Guadalupe, Gro., 8 de marzo. En abril de 1994, Teresa de Jesús Catarino, indígena tlapaneca, ahora de 60 años, fue violada y ultrajada junto con su hija y otras dos mujeres por soldados que instalaron un campamento cerca de su huerta, en el poblado Barranca de Guadalupe, municipio de Ayutla de los Libres, en la Costa Chica de Guerrero.
Hasta hoy Teresa revela a La Jornada el secreto que guardó 14 años, a petición de su propio esposo, quien presenció la violación atado a un árbol, porque si ella hablaba “ya no me van a respetar en el pueblo”. Muerto su cónyuge, el impedimento ya no existe.
Descalza, de falda blanca floreada y blusa azul, con aretes dorados, narró en su idioma que “ese día mi esposo se quedó en la casa, mientras junto con mi hija fuimos a la huerta a cortar plátanos. De pronto oímos que unos guachos gritaron: ´¿qué andan haciendo ahí?´ Les dije que veníamos de cortar plátanos… y les enseñé las pencas”.
Se acercaron “y nos dijeron: ´órale pendejas, échenle agua al bule´, y apuntándonos con sus armas nos obligaron a subir a un filo y al llegar nos dimos cuenta que había otras dos vecinas del pueblo, una de ellas amarrada a un árbol, y con mucho llanto, la otra era una niña de 14 años de edad, madre e hija”.
Los militares, agrega, las trajeron día y noche de un lugar a otro. “Al día siguiente llegó mi esposo hasta donde estábamos y preguntó a los guachos: ´¿qué hacen las mujeres?, yo estoy esperando a mi mujer para que me haga de comer´. De inmediato lo apresaron, lo ataron a un árbol, y nos violaron a las cuatro”. Recientemente una de esas mujeres murió.
Eran los días de la rebelión zapatista en Chiapas y los soldados preguntaron sobre la presencia de hombres armados, al tiempo que la obligaron a romper las mangueras que les surtían de agua del río, porque, según los militares, las ocupaba para sembrar droga.