■ El debate sobre la siembra de productos genéticamente modificados divide a México
Contrabando de semillas transgénicas de maíz en la frontera con Estados Unidos
■ Uso furtivo de simiente transformada; campesinos niegan que hayan plantado tales granos
Ampliar la imagen Integrantes de Greenpeace México alertan sobre las tortillas que contienen maíz transgénico Foto: José Núñez
Ejido Benito Juárez, 8 de marzo. En el desértico estado de Chihuahua, al sur de la frontera con Texas, Amado Trevizo, de 68 años, se convirtió accidentalmente en un fugitivo de la ley el año pasado cuando su hijo sembró 10 sacos de semillas de maíz transgénico, prohibido en México. Trevizo se quedó con la cosecha de las 10 hectáreas, después de que su hijo murió en un accidente de auto, y se convirtió en el dueño de un cultivo ilegal, técnicamente. Pero Trevizo está fascinado con su siembra.
“En los otros elotes, el gusano se comió todo hasta abajo y en éstos (transgénicos) sólo picó tantito y salió”, expresó Trevizo. Con el maíz genéticamente modificado, (GMO, por sus siglas en inglés), Trevizo también gastó poco al usar menos agua y pesticidas.
Los alimentos genéticamente modificados, cuyo ADN se altera para hacerlos más resistentes a las plagas, son impulsados por algunos como una vía para alentar el suministro global de alimentos, pero sus opositores cuestionan su seguridad. En Europa, los consumidores la apodan comida Frankenstein.
El debate sobre los alimentos transgénicos tiene dividido a México, conocido como la cuna del maíz y que fue sembrado por vez primera hace miles de años. Algunos agricultores en las tierras áridas y planas del nortesiembran maíz transgénico para impulsar la productividad, pero los campesinos del sur temen que el polen de este maíz dañe las variedades nativas. Los ambientalistas también se oponen al ingreso del maíz transgénico.
No obstante, las semillas se contrabandean a lo largo de la frontera con Estados Unidos, el mayor productor de maíz en el mundo. Más de 70 por ciento del maíz estadunidense está genéticamente modificado.
Armando Villareal, un agricultor de Chihuahua y simpatizante del maíz modificado, estima que podría haber unas 9 mil hectáreas sembradas del producto en el estado, aunque muchos campesinos no admitirán nunca que usan las semillas.
El estado cosecha más de 100 mil hectáreas de maíz, una gran parte de la variedad amarilla, que se utiliza para alimentar a los animales. Una mayoría del maíz que crece en México es de la variedad blanca, que se utiliza para hacer tortillas, un alimento básico en la dieta de los mexicanos.
En diciembre de 2004, el Congreso aprobó una ley que permite hacer experimentos con maíz genéticamente modificado en áreas controladas, pero su vigencia está suspendida hasta que el gobierno decida cómo regular los plantíos.
A causa de este limbo legal, nadie ha sido detenido hasta la fecha por sembrar el maíz modificado. Mientras, otros están impacientes.
“Nosotros tenemos que aprovechar todos los productos que la ciencia aplicada nos permita para incrementar la productividad”, dijo el gobernador de Jalisco, Emilio González, una entidad productora de maíz, en la costa oeste del país.
El primero de enero, México, Estados Unidos y Canadá eliminaron los aranceles al maíz, como lo establece el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. México ahora importa anualmente entre 8 y 9 millones de toneladas de maíz amarillo de Estados Unidos, cerca de 35 por ciento del consumo local.
Villareal precisó que el maíz modificado ayudaría a México a reducir las importaciones de Estados Unidos, con los precios cerca de máximos por la demanda para hacer etanol.