Usted está aquí: domingo 9 de marzo de 2008 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

■ Aquelarre global y brujos de Catemaco

■ Tímidos abrazos y fieras miradas

Ampliar la imagen Los mandatarios de Venezuela, Nicaragua y Colombia, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Álvaro Uribe, respectivamente, durante la cumbre de Río de Janeiro Los mandatarios de Venezuela, Nicaragua y Colombia, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Álvaro Uribe, respectivamente, durante la cumbre de Río de Janeiro Foto: Reuters

Movilización de tropas, amenazas de guerra; incendiarios discursos con el trasfondo del imperio desdeñoso del conflicto regional desatado por el ataque de fuerzas armadas de Colombia a territorio del Ecuador. Con el activismo de Hugo Chávez y la geopolítica del petróleo: el tráfico de armas y de narcóticos a flor de tierra. Negocio floreciente en el libérrimo mercado de la ética de mercaderes. Y al llegarnos la lumbre a los aparejos, el llamado a la conciliación, el apretón de manos y los ojos bien abiertos en previsión de puñalada trapera. Como recurso histriónico. Y Chávez cantó.

A las puertas de la Casa Blanca, George W. Bush bailaba ante la prensa, entre atejanado y desmadejado, en espera de John McCain. Abrazo para el candidato del Partido Republicano al que destruyó sin misericordia cuando se enfrentaron por la postulación del Grand Old Party hace unos años. Y se desploma la economía del imperio. El barril de crudo se cotizó a 104 dólares el barril y en la Unión Europea lo atribuyen a la ineficiencia de la política económica de Bush; y desciende el empleo, baja la bolsa y se desploman los precios de la vivienda. “Si la historia es guía confiable, la recesión de 2008 es hoy inevitable”, dice ayer la primera plana del New York Times.

En Irak la guerra cobra vidas. Afganistán es zona de muerte en la que florecen el cultivo de amapolas y los señores de la guerra. Y John McCain posa de la mano de Bush, quien le proveerá millones de dólares de contribuyentes a su campaña. El prisionero de guerra, el héroe de Vietnam, declara que permanecerán en Irak 100 años. Va a perder las elecciones. Barack Obama sumará más votos populares y obtendrá más delegados que Hillary Clinton. El Partido Demócrata no puede correr el riesgo de fracturarse con cambios a las reglas, concesiones a la maquinaria partidista. El costo brutal de la guerra, pero sobre todo el fracaso de la política económica de los mercachifles del fundamentalismo religioso y del neoconservadurismo, harán que el voto sea en favor del cambio. Hay cambios auténticos. Obama propone uno de esos cambios.

Nuestra xenofobia y la reconquista del capital hispano empañaron el interés y la difusión que demandan la importancia de la campaña electoral en España y la embestida de la Iglesia católica contra el laicismo, reflejo de la que padecemos en México. En vísperas de la votación de más de 30 millones de españoles, la ETA asesina a un funcionario y reviven los miedos alentados por Aznar el exiguo después del brutal acto terrorista de Madrid. Pero va a ganar José Rodríguez Zapatero, seguirá el PSOE en el poder; gobierno de coalición propio de un régimen parlamentario y plural.

Pero aturde lo visto y oído en la República Dominicana; la retórica rimbombante; las entonaciones heroicas seguidas por intercambio de tímidos abrazos y fieras miradas. Mientras en México compiten las plañideras de las izquierdas sin rumbo y los descerebrados de la extrema derecha que adivinan nidos de guerrilleros en la UNAM, en el Poli, en nuestras escuelas públicas, laicas y gratuitas de educación media y superior. Los de abajo entierran a sus muertos y los de arriba celebran la victoria de la paz. Hugo Chávez canta. Y en México nos ahogamos en la orilla, por miedo a las aguas profundas.

Pemex se hunde, se acaban las reservas, no tenemos más recurso que explorar y explotar los depósitos de petróleo en aguas profundas del Golfo de México, dice ante legisladores la Secretaría de Energía, y lo proclaman los espots de televisión, última razón, el recurso del método en la política del ágora electrónica. Ah, carecemos de la tecnología de punta, de instrumentos robóticos capaces de laborar a tal profundidad, bajo tanta presión. Nos ahogamos en un charco. David Ibarra y Francisco Rojas publicaron textos precisos y bien documentados en los que exponen el petróleo que hay todavía en aguas someras, en tierra firme, sin explorar, sin explotar, suficiente para no arrojarnos de cabeza a las aguas profundas y usar los contratos de riesgo como guajes y hacer como que flotamos sin haber privatizado Pemex.

La inmensa mayoría de las grandes empresas petroleras son de propiedad estatal. La magia de la tecnología que nos elude se alquila, se renta, se vende y se compra. Sus dueños saben el costo de quedarse inmóviles cuando aprieta la mano invisible del mercado. El petróleo es mucho más que un insumo. La embriaguez del capitalismo salvaje de Boris Yeltsin y asociados dejó a los oligarcas dueños del gas y del petróleo, de todo. Putin lo recuperó y Rusia impuso respeto en un mundo movido por los energéticos. Petróleo en el Caspio y gas natural en Siberia; ductos que lo transportan hasta la Unión Europea. Gazprom explota los más grandes yacimientos de gas natural del mundo. Bajo los hielos del Ártico hay aguas profundas. El gobierno de Putin y Medvedev, decidió explorar y explotar esas reservas. Y acudió al mercado: Total, de Francia, y Statoil Hydro, de Noruega, pusieron sus equipos y tecnologías a trabajar en lo hondo.

ExxonMobil, la empresa en conflicto con Venezuela, ya explora y explota en aguas profundas del Golfo de México. Rex Tillerson, CEO, mandamás de ExxonMobil, informó el miércoles 5 de marzo que los hallazgos de gas y petróleo en esas aguas profundas han sido pobres, ni siquiera bastantes para justificar la inversión, los altos costos de construir las plataformas y ductos marítimos.

No hay razón para oír a los catastrofistas. A nadie asusta el retorno de los brujos, ni las profecías de Carlos Abascal y los cangrejos del sinarquismo; ni la vuelta de tuerca del autoritarismo que entregó mansamente el poder. Brujos, los de Catemaco. Por eso aparecen juntos Elba Esther Gordillo y Enrique Peña; por eso viste de rojo Fidel Herrera Beltrán. Y por eso, mientras Felipe Calderón busca su propia voz en las alturas, en el charco de nuestra política plural, oligárquica y sonámbula, chapotean Juan Camilo Mouriño, César Nava y Germán Martínez.

Andrés Manuel López Obrador se hizo de un documento y lo entregó a Carlos Navarrete y Javier González Garza, quienes proponen instalar una comisión investigadora. Los panistas perdieron coordinación y estilo en el Congreso. Emilio Gamboa practicó el cultivo yucateco y llevó aguas profundas a su molino. Manlio Fabio Beltrones dijo lo que el resto callaba: Mouriño es el secretario de Gobernación; el presidente Calderón es su jefe, él lo nombró, él tendrá que ratificar esa confianza o removerlo del cargo.

El joven Mouriño acudió a Televisa y dijo que eran contratos legales y él los había firmado, pero que no violó la ley. Los juristas anotan que las dependencias públicas deben abstenerse de celebrar contratos con quien desempeñe cargo o comisión en el servicio público y con sociedades de las que formen parte dichas personas. Los alternantes hablan de ética y de la ley. La gente decente habla de moral y coincide con el cacique huasteco: “La moral es un árbol que da moras o sirve para una tiznada.”

79 años de vida celebró el PNR-PRM-PRI. Beatriz Paredes sabe que de ganar elecciones se trata. Y sabe cómo hacerlo. Adentro, los liderazgos potenciales en espacios de poder real; afuera, obreros y campesinos que marchan en defensa del sindicalismo, de su propia existencia. Van a sobrar sombreros, muchachitos, decía Pancho Villa.

 
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