■ El abandono, a mí me llevó a escribir y a La Mataviejitas a expresar su odio
Amandititita, la Reina de la anarcumbia, debuta con un disco
■ Ser hija de Rockdrigo González implica un peso fuerte en su creación
■ Entre güiros y ritmos electrónicos a veces canta, en otras rapea. No es hip hop ni merengue, ni reggaetón
Ampliar la imagen Amandititita, dice: no toco ningún instrumento, pero con el tiempo iré evolucionando
Amandititita puede ser una audaz microbusera, la hija de un diputado del PRI que se enamora de un mecánico, o una secre que se revienta con su jefe toda la quincena. Capaz de reinventarse una y otra vez, la autoproclamada Reina de la anarcumbia, egresada de la Sociedad General de Escritores de México, no lleva por delante el ser hija de Rockdrigo González, sin embargo, la genética es canija, y en sus letras es inevitable vislumbrar un innato ingenio en el empleo del lenguaje, así como gran ironía y observación aguda de los personajes que la metrópoli genera.
Entre güiros y ritmos electrónicos, su voz infantil y juguetona a veces canta, a veces rapea. No es hip hop ni merengue ni reggaetón; lo que contiene su homónimo disco debut suena a todo eso, pero más a un intento por romper los géneros, mediante una antisolemnidad cumbia-rock-pop-performance-kitsch a la cual ha bautizado como anarcumbia.
Ahijada de Fadanelli
Descendiente artística del escritor Guillermo Fadanelli (en cuya línea pueden también advertirse proyectos como Titán, Silverio, María Daniela, Intestino Grueso y Jessy Bulbo), la anarcumbia pretende no sólo hacer bailar, sino hacer pensar al escucha, a decir de la misma Amandititita.
Nacida en el Distrito Federal, sus canciones son absolutamente urbanas y basadas en personajes que sólo podrían haberse gestado en este tiempo y espacio. Sus canciones van de una oficina al Periférico, de un balneario a un spa, de un parque infantil a un mercado de santería. Y quienes habitan sus narraciones pueden ser La Mataviejitas, un novio metrosexual o un viejo libidinoso.
Y aunque su formación es literaria y no musical, notó que lo suyo era el entarimado, no sólo después de haber hecho teatro, sino tras integrar el trío femenino de electro-pop Mi Grupo Favorito. Amandititita relata: “ahí vi que era buena para hacer canciones y que disfrutaba cantando en escena. Pero no me gustaba cantar letras de otros; quería ser la única que las escribiera. Entonces vi la posibilidad de ser solista. Fadanelli fue mi principal impulsor”.
De Mataviejitas y metrosexuales
Sobre la canción Metrosexual, o la que parodia a la asesina serial de ancianas, apodada La Mataviejitas, esta anarcumbiera, de breve estatura (de ahí su nombre artístico), explica:
“Todas mis canciones pasan en el DF, y las situaciones son inventadas, salvo la de La Mataviejitas; tomé hechos reales, pero agregué cosas fantásticas para hacerla graciosa… Trato de retratar lo que pasa en nuestra sociedad, intento hacer ver nuestra situación de pobreza, las clases sociales, el racismo. Hablo de manera irónica, cómica, de las cosas terribles que vivimos.
“Por ejemplo, La Mataviejitas pudo existir por al abandono que hay hacia las personas de la tercera edad; la misma asesina fue igual una niña abandonada. Ella manifestó su odio, almacenado por años. Estos sentimientos los ocasionan la opresión y falta de cariño que vivimos. Eso a mí me lleva a hacer canciones, a otros les hace escribir, y a ella le hizo matar. Cada quien lo saca como puede; es expresar un desacuerdo con lo externo.”
Slim “remodela” al país
–En una parte de la canción La cumbia de Telmex te lamentas de no poder pagar la cuenta del teléfono, y en otra dices que aunque Slim “remodela nuestro país”, está desalojando gente…
–Es una metáfora de lo que Carlos Slim hace con México. Será un gran empresario, y estará dejando bonito el Centro Histórico, pero es un problema. Lo de menos es que me corten el teléfono; para remodelar derrumban vecindades y a quienes vivían ahí los están recolocando en puntos muertos. Si toda tu vida has estado ahí y ahora te mandan lejos, te desconciertas o te quedas sin trabajo, porque tus ingresos quizá estaban ahí, en tu puestito. Muchos dicen: ‘qué bonito’, y los artistas ahí felices en su ‘nuevo centro’, pero no toman en cuenta lo que pasa detrás.
–¿Buscas llevar a la reflexión?
–Sí, aunque más bien trato de que sea algo divertido, no solemne. Decir: ‘¿a poco no me puedo burlar de ciertos temas?’ Podría lamentarme, pero prefiero reírme. Si quisiera hacer algo serio, mejor escribiría en Letras Libres (risas). Lo que quiero es que la gente baile y se ría.
Cumbia, arte y Rockdrigo
Su ecléctico álbum, firmado por Sony-BMG y producido por Lino Nava y Sacha Triujeque, acaba de salir a la venta. Sobre la elección guapachosa y no roquera (a pesar de que su actitud se inscribe más dentro del rock que de lo tropical), detalla:
“Elegí hacer algo cumbianchero porque no siento tener personalidad de roquera. Me gusta más jugar con la creación de un personaje; disfrazarme, maquillarme: eso que tiene más que ver con el pop. Además, no toco ningún instrumento, aunque en el camino iré evolucionando.
“Puede que mis siguientes discos suenen distinto. Como es una propuesta ‘anárquica’, puede caber de todo.”
Amanda Lalena, como reza su acta de nacimiento, también ha girado en el ambiente del arte contemporáneo, mismo que le ha influenciado: “Considero lo que hago, más que como una obra musical, una pieza de arte… o quizá un audiolibro. Traigo el rollo de ‘exponer’, más que de ofrecer un concierto. Muchas veces, cuando me presento, lo hago donde inauguran exposiciones, o en presentaciones de libros. Y bueno, gente de ese medio estuvo involucrada en mi disco: el artista español Santiago Sierra puso dinero para que lo grabara; viajé a Madrid gracias a que la artista conceptual Teresa Margoles me regaló unas millas aéreas; el artista visual Artemio lo coordinó todo; las imágenes del álbum son de la fotógrafa Daniela Edburg… Fue un trabajo en equipo. Y lo mejor es que la disquera no me restringió en nada; fui libre en mis decisiones”.
Finalmente, y aunque ella no lo usa como bandera, ser hija de Rockdrigo González implica un peso fuerte en su creación. Al escuchar las letras de Amandititita es ineludible buscar el parentesco, sobre todo en el tono humorístico y agudo. Al respecto, abunda: “a lo mejor hay algo de genética… pero más bien ha de tener que ver con que crecí oyendo la música de mi papá y sus contemporáneos: Jaime López, Cecilia Toussaint, El Personal… y que me la vivía en los conciertos del Chopo. Si creces oyendo eso, vas a escribir música parecida. Claro, me dicen que muchos crecieron oyendo lo mismo, y no por eso hacen letras como las mías… Bueno, pues entonces… ¡quizá sí es genética!”, remata entre risas.