Usted está aquí: viernes 7 de marzo de 2008 Economía Se fragmenta a Pemex con toda deliberación, alerta David Ibarra

■ Eso lleva a transferir oportunidades de negocios al sector privado del exterior, afirma

Se fragmenta a Pemex con toda deliberación, alerta David Ibarra

■ Su objetivo dejó de ser el impulso del crecimiento, para convertirse en equilibrador a corto plazo del presupuesto público y las cuentas externas, apunta el ex secretario de Hacienda

Roberto González Amador

Una combinación de “factores ideológicos” reforzados por intereses vernáculos ha llevado a la “fragmentación deliberada” de Petróleos Mexicanos (Pemex) “y a la transferencia de oportunidades de negocios, principalmente al sector privado del exterior”, sostuvo David Ibarra Muñoz, ex secretario de Hacienda.

“Toda privatización tiene el inconveniente obvio de obligar a compartir ingresos presentes y futuros de una ventaja comparativa –el petróleo– que hasta ahora ha beneficiado casi en exclusiva al país”, consideró Ibarra en un ensayo titulado El desmantelamiento de Pemex. La situación de la paraestatal, asegura, se encuentra en un punto crítico, que apenas oculta el ascenso de los precios internacionales del petróleo.

El ensayo del ex secretario de Hacienda forma parte de un conjunto de 10 trabajos publicados en febrero en Forma, órgano de difusión de la Fundación Colosio, bajo el título de “La reforma energética: aportaciones para el debate”.

En uno de los ensayos, Francisco Rojas, actual director de la fundación y ex director general de Pemex, asegura que el deterioro en que se encuentra la paraestatal “obedece a un plan de privatización que se ha venido cumpliendo lenta pero firmemente”.

Ese punto de vista es coincidente con el del senador Francisco Labastida Ochoa, presidente de la Comisión de Energía del Senado, quien en otro trabajo publicado por Forma planteó que en el gobierno de Vicente Fox se instrumentó una política deliberada de incrementar la producción de crudo sin reponer reservas, con lo que puso en riesgo la seguridad energética del país y la viabilidad de Pemex.

Cambio de objetivos

David Ibarra planteó que el objetivo central de Pemex dejó de ser el impulsar el crecimiento, para convertirse en un instrumento equilibrador de corto plazo del presupuesto público y de las cuentas externas. El abasto doméstico de energéticos crecientemente se satisface con importaciones de gasolinas, gas y productos petroquímicos.

“Un pilar de la economía durante 70 años comienza a flaquear”, señala Ibarra. Los obstáculos centrales a la revitalización de la industria petrolera nacen de la ausencia crónica de una estrategia energética de largo plazo, como parte medular de las políticas públicas de desarrollo y de seguridad nacionales. Junto a ello, abunda, está la exacción indiscriminada de las rentas petroleras para sanear desequilibrios de las finanzas públicas, olvidando que la producción de hidrocarburos requiere inversiones continuas y cuantiosas para compensar la declinación natural de los yacimientos.

“Las soluciones al problema, sin buscar seriamente alternativas, no han rebasado la intención ideológica simplista de privatizar a Pemex en todo o en partes, a fin de allegarse recursos que transitoriamente alivien las astringencias financieras del gobierno federal”, indica. “Pareciera que dar respiro a la reconstrucción de Pemex está en alguna medida fuera del horizonte de las principales opciones políticas consideradas”, afirma.

Falsa salida

En otro de los textos publicados por Forma, Rogelio Ramírez de la O, consultor económico y quien fue asesor del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, expresa que la apertura al sector privado sería una falsa salida a los problemas estructurales de Pemex dada la necesidad y la gran oportunidad que se tiene de contar con una industria integrada en un momento mundial de altos precios, escasez y encarecimiento de productos, y mayor participación de las empresas estatales en las reservas totales.

En referencia a la experiencia de México en los pasados 20 años, Ramírez de la O considera que la experiencia de las privatizaciones no es positiva ni para argumentar que generan mayor tasa de crecimiento de la economía, ni tampoco para asegurar que crean oferta de bienes y servicios a precios competitivos con los del exterior.

 
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