Usted está aquí: miércoles 5 de marzo de 2008 Espectáculos Melón

Melón

Luis Ángel Silva
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■ Uñísticamente hay mareo

No tuve oportunidad de conocerlo personalmente, pero por medio de grabaciones con figuras de primerísima calidad, como las descargas de Cachao junto al Negro Vivar, Richard Egües, Tamayo, Barretico, Peruchín e, inclusive, Chico O’Farril, me deleité escuchando sus intervenciones. Considero que es una pérdida enorme la que sufre el ámbito sonero internacional, sólo me queda decir que descanse en paz.

Supe varias anécdotas de Tata Güines, pero permítame, monina, contarle una que está registrada en un disco que la Típica 73 grabó en Cuba, en el que también intervinieron Miguelito Cuní y Juan Pablo Torres.

La Típica 73 era un verdadero trabuco y el Canario recién formaba parte de la misma. En ese tiempo éste, su asere, estaba viviendo en Los Ángeles, y a su regreso de la isla bella la Típica 73 cumplió un contrato en my from (así acostumbro llamar a LA). En Nueva York yo había prometido a Johnny Rodríguez y Sonny Bravo invitarlos a comer cuando fueran a Los Ángeles, y en esa ocasión cumplí mi palabra cocinándoles un consomé, arroz y chilaquiles verdes con pollo que, la verdad, sin jactancia, me salieron de aquellita.

Ellos me obsequiaron dos casetes, uno con la grabación en Cuba, antes de salir a la venta, y otro grabado para Marty Cohen que está por la maceta, donde hay una versión de Almendra sensacional. Pues, bien, después de darle matanga al papeo, vino la plática y me enteré de los pormenores de la grabación.

No voy a decirle, mi nagüe, de la razón del mareo de Tata Güines, pero al oír el resultado de la grabación uno puede imaginárselo. Si usted no ha escuchado ese disco, procure conseguirlo; independientemente de su calidad hay frases para recordar que mueven a pensar en el ambiente que prevaleció durante el desarrollo de la grabación.

Tata Güines, otro figurón que desde ya es miembro de la guerrilla celestial, es de imaginarse la clase de rumba que se formó a su llegada. No cabe duda que con el mayor respeto puedo asegurar que el supremo creador es rumbero, ya que de un tiempo a esta parte ha llamado a los de liga mayor.

Nacido el 18 de julio de 1930 en Güines, Cuba, Federico Arístide Soto Alejo, su nombre de pila, comenzó su trayectoria tocando el contrabajo en un conjunto dirigido por su tío Dionisio. Más tarde fundó la orquesta Estrellas Nacientes con algunos de los miembros de su familia. Desde los años 40 del siglo pasado hizo carrera con varias orquestas cubanas de baile hasta que dio el salto a Nueva York, integrando las bandas de Chico O’Farril y Mario Bauzá, y grabando con Miles Davis.

En La Habana tocó con la orquesta Nueva América, los Jóvenes del Cayo, la Típica de Belisario López, Fajardo y sus Estrellas, entre otras. En entrevista para la revista Revolución y Cultura, Tata Güines dijo que discriminaban a los tamboreros: “Algunos directores nos pagaban menos y me dije, ‘voy a darle prestigio al instrumento’. ¡Así lo dije! Siempre consideré que la misma importancia tenía en la orquesta un violín, un piano o una tumbadora. Todo requiere su arte, además, sin percusión no hay ritmo y sin éste, ¿dónde está la música cubana?

“Algunos criticaban: ‘Eres un soñador’. Y yo, buscándole un formato rítmico, sacando timbre sobre el cuero, para definir mi sonido mientras creaba, otros decían, ‘ah, qué escándalo”. Hoy la juventud está en otra cosa, ellos ya tocan un poquito y piensan que se las saben todas y son estrellas. Nosotros lo hacíamos todo, hasta cantábamos, y eso fue un aprendizaje intensísimo. Las orquestas de los años 40 y 50 fueron enriqueciendo sus formatos y buscando sus timbres particulares. Caminabas y sabías por el radio quién estaba tocando. Hoy todo el mundo suena igual, no los distingues ni por los mismos cantantes”.

Doy las gracias a Mayra A. Martínez, Román Munguía, Israel A. Sánchez-Coll y Orlando Montenegro por sus datos tan valiosos.

También desde aquí mi más sentido pésame para los familiares del pailero Jorge Haro, que falleció el 24 de febrero pasado, esperando que la parca suelte a los soneros un ratito, ya que nos ha traído en la mira de un tiempo a la fecha.

 
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