Usted está aquí: miércoles 5 de marzo de 2008 Sociedad y Justicia “Terapias alternativas”, paliativo que podría incluso costar la vida

■ Son eficaces hasta cierto punto, aceptan promotores de dichos métodos para tratar enfermedades

“Terapias alternativas”, paliativo que podría incluso costar la vida

■ Los pacientes deben saber que en algún momento tendrán que ir a un servicio médico especializado

■ Aunque arrastrados por esas técnicas, los homeópatas son profesionales con reconocimiento en la SEP

Ángeles Cruz Martínez /I

Ampliar la imagen Un hombre se somete a una "terapia alternativa" para sanar el dolor de oído, durante una exposición sobre dichas técnicas de curación realizada en 2005 en el World Trade Center Un hombre se somete a una “terapia alternativa” para sanar el dolor de oído, durante una exposición sobre dichas técnicas de curación realizada en 2005 en el World Trade Center Foto: José Carlo González

El desmesurado crecimiento de “clínicas de terapias alternativas”, que ofrecen aliviar todo tipo de enfermedades, representa un riesgo para la salud, e incluso para la vida de las personas que acuden a ellas. Sin embargo, para la mayoría, técnicas como las flores de Bach, la magnetoterapia e incluso la homeopatía y la acupuntura son la salida a la desconfianza que les generan los servicios de salud públicos y privados, los altos precios de las medicinas y el temor a los efectos secundarios.

Especialistas y promotores de los métodos terapéuticos “alternativos” aceptan que todos ellos son eficaces “hasta cierto punto”, porque tienen limitaciones y, según el padecimiento de que se trate, las personas deben saber que en algún momento tendrán que recurrir a un servicio médico especializado alópata, que les ayude a controlar o, si es posible, curar el mal que les aqueja.

Explican que más que alternativas, las diferentes técnicas que han proliferado son complementarias, porque ninguna, ni la alopatía, tiene la solución para todos los males. El potencial beneficio depende del uso que se dé a cada una de ellas.

Reconocen que el crecimiento de esas “clínicas” ha sido desmesurado, y aunque seguramente algunas son confiables y ayudan en lo que pueden a los usuarios, en muchas otras, las personas podrían estar poniendo en serio riesgo su salud y hasta su vida.

En ese esquema se encuentran las flores de Bach, los magnetos y las terapias energéticas, como el reiki, entre otros, que actúan bajo la premisa de que la enfermedad ocurre cuando los procesos naturales del cuerpo pierden el equilibrio. Así, lo que hacen es compensar o equilibrar el organismo y todos sus sistemas para que por sí mismo pueda combatir y vencer la enfermedad, explicó Cuauhtémoc Ramírez, director del Instituto Biocyber.

Eso es cierto para la mayoría de los padecimientos –señala–, siempre que no se trate de dolencias malignas en etapas avanzadas, como diabetes, hipertensión arterial o algún trastorno agudo, como apendicitis, que en casi todos los casos requieren intervención quirúrgica.

Respecto a las enfermedades crónicas, “lo más que se puede hacer” por los pacientes es ayudarlos a tener mejor calidad de vida, contrarrestando los efectos secundarios de la medicina alópata.

En el boom de las “terapias alternativas” han sido arrastradas otras técnicas, como la acupuntura y la homeopatía, que en México son prácticas profesionales que cuentan con reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Sobre éstas, especialistas llaman la atención respecto a que si bien la evidencia científica de su efectividad es escasa, su ejercicio tiene sólidos fundamentos. La acupuntura proviene de la milenaria tradición china, tiene más de 2 mil 500 años de antigüedad y ha sido la base del sistema médico del país asiático.

En las naciones de Occidente se le conoció a partir de las décadas de los 60 y 70. Luego de que China “se abrió al mundo”, la acupuntura ha permeado en las sociedades y con diversos métodos, incluso de alta tecnología, y se ha comprobado la efectividad de su acción, asegura Crisóforo Ordóñez López, jefe de posgrado de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), institución que desde 1994 imparte la especialidad en acupuntura a egresados de la carrera de medicina.

Asimismo, la homeopatía fue descrita por Hipócrates, padre de la medicina moderna. El científico griego decía que hay dos formas de manejar las enfermedades: una, dando al paciente un medicamento que se oponga a la enfermedad; esa es la alopatía. La otra es proporcionar sustancias que produzcan una enfermedad semejante a la que presenta el individuo, que es como opera la homeopatía.

Además del IPN, esta especialidad se imparte en otras cinco escuelas ubicadas en diferentes estados de la República, las cuales también cuentan con el reconocimiento oficial de la SEP. En el Politécnico los conocimientos homeopáticos se imparten desde el nivel licenciatura.

Ordóñez resaltó que la mejor garantía de la capacidad del homeópata o el acupunturista es su preparación académica. Por principio, deben ser médicos cirujanos titulados, con especialidad en alguna de las dos terapéuticas. Sólo así –señala– el paciente puede tener la certeza de que si en algún momento el tratamiento no funciona o deja de tener sus efectos benéficos, el médico lo enviará al servicio clínico que amerite.

El riesgo de caer en alguna “clínica” cuyo personal carece de esta formación profesional es muy alto, y la mayoría de las veces, la necesidad de creer que se logrará la cura de algún mal “nos hace perder la perspectiva”, advierte.

A su vez, María de Lourdes Cruz Juárez, jefa de Homeopatía de la ENMH, opina que el auge de dichas terapias se debe a que las personas están buscando otros métodos, primero entre lo natural, porque “sabemos que es lo mejor, aunque comercialmente se ha abusado de ello, y por eso se ofrecen tratamientos mágicos para bajar de peso”, por ejemplo, pero si eso fuera posible, no habría sobrepeso ni obesidad ni en México ni en el mundo, subraya.

 
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