Usted está aquí: miércoles 5 de marzo de 2008 Opinión Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

■ Visita histórica de Ahmadinejad a Bagdad

Baby Bush, desplazado

Ampliar la imagen El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, a su llegada el domingo 2 de marzo a Bagdad, donde fue recibido con honores militares El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, a su llegada el domingo 2 de marzo a Bagdad, donde fue recibido con honores militares Foto: Ap

A Ahmadinejad superstar no se le agotan los conejos que esconde bajo la manga y no acaba de asombrar en la selección de sus periplos poco convencionales en un muy corto tiempo: desde la inhóspita Universidad de Columbia (Nueva York), pasando por Dubai, hasta La Meca. Pero nada se compara con su atrevida visita histórica a Bagdad, la primera de un líder iraní después de la revolución islámica de 1979, que sin disparar una sola bala pone en jaque a la invasión ilegal de la dupla anglosajona: Gran Bretaña hace sus maletas en la sureña región petrolera de Basora, mientras EU está pidiendo auxilio para controlar los daños que provocó y, más que nada, obtener el pase para una fuga nada gloriosa (léase: la bendición de la teocracia chiíta iraní para que no aniquile por la retaguardia al humillado y ahumado ejército estadunidense).

Pocos personajes del mundo se atreven a visitar Irak en su presente coyuntura trágica, mucho menos la destruida Bagdad de bombazos permanentes. Se necesita mucha valentía y serenidad, pero también cierto tipo de garantías militares del enemigo cuando Bagdad es una capital ocupada por los invasores marines del régimen torturador bushiano.

En forma insólita, la seguridad personal del presidente Ahmadinejad, quien no solamente salió ileso, sino triunfador, fue responsabilidad de los marines durante dos días. Ahmadinejad superstar viajó del aeropuerto a la capital en una comitiva motorizada, a diferencia de otros mandatarios, entre ellos el timorato Baby Bush, quienes llegan y se van en forma furtiva en helicóptero, lo que en suma expresa quién en última instancia es el verdadero vencedor de la fallida Operación Asombro y Choque.

El diplomático indio M.K Bhadrakumar en su columna del Asia Times (16/3/08) nos había anticipado la visita inopinada del comandante de los Guardias Revolucionarios Islámicos iraníes, Mohammed Ali Jafari, quien había sido visto salir y entrar sin despeinarse de la “zona verde”, bastión estadunidense de Bagdad, lo cual había puesto en ascuas a los “aliados” árabes de EU, quien juega a las mil bandas y a las dos mil trampas.

Ni la excursión turca en el norte de Irak, donde predominan los kurdos, ni la tercera ronda de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, tan inefectivas como desfasadas, impidieron ni empañaron la visita apoteósica de Ahmadinejad superstar a Bagdad.

De allí quizá derive la pasmosa ductilidad de Rusia y China ante el teatro del absurdo que practica EU para guardar las apariencias cuando su emperador se encuentra más desnudo que nunca.

La potestad de Irak en sus regiones central y sureña parece clarificarse donde se perfila un condominio de transición de la derrotada dupla anglosajona con la teocracia chiíta iraní y el Consejo de Cooperación del Golfo de seis petromonarquías árabes.

Gran parte del condominio de transición lo definirá la tenencia de los pletóricos yacimientos petroleros de Irak tanto en el sur como en su región occidental. Falta definir el devenir del norte (con predominancia kurda) de Irak, gradualmente desarabizado y balcanizado de facto por las tropas invasoras anglosajonas, y el papel que le será asignado y/o permitido a Turquía por sus “aliados” tanto en la OTAN como en la costa oriental del mar Mediterráneo: la tripleta EU-Gran Bretaña-Israel, que también apoya la secesión de los peshmergas kurdos, en especial en la rica región petrolera de Kirkuk. Todo sea por el “oro negro”, el inocultable tropismo anglosajón.

A final de cuentas si la fracasada guerra bushiana de Irak fue por el petróleo, según nos ilustró el Maestro Greenspan (como si no se supiese), entonces la retirada de la invasora dupla anglosajona se podrá medir en concesiones petroleras a lo largo y ancho de la antigua Mesopotamia. Hasta Debka (número 339, 29/2/08), presunto portal de los servicios secretos israelíes del Mossad y el partido fundamentalista hebreo Likud, no tiene más remedio que digerir el carácter “histórico” de la visita “surrealista” de Ahmadinejad superstar: “primer mandatario del golfo Pérsico que visita Bagdad en la fase post Saddam”. Con desaliento fúnebre, en un análisis posterior Debka (4/3/08) pretende conocer la profundidad del quid pro quo entre Washington y Teherán: “aceptación del programa nuclear iraní a cambio del status quo en Irak” hasta la llegada del próximo presidente de EU; además de un acomodamiento sobre el petróleo del sur de Irak, donde la población chiíta es “más leal a Irán que al gobierno de Nuri Al- Maliki”, quien en su “reciente visita a Teherán a finales del año pasado firmó un acuerdo para construir un oleoducto que transporte el petróleo iraquí a las refinerías iraníes de Abadan. Se trata de un intento por vincular el petróleo del sur de Irak con los campos petroleros iraníes y las instalaciones de la cuenca oriental de Shatt-El-Arab opuestas a Basora”. Asevera también que todo fue bordado con la anuencia de EU.

Mejor que confiesen los derrotados anglosajones: “mientras la invasión estadunidense a Irak ha sido criticada extensamente en Medio Oriente y en el mundo, Irán emergió como el principal beneficiario del conflicto” (“Irak, maduro para el dominio iraní”; The Times, 3/3/08). El muy limitado Baby Bush nunca se imaginó que trabajó para Ahmadinejad superstar, quien lo desplaza paulatinamente del dominio iraquí sin disparar una sola bala.

Son tiempos del petróleo, pero también de electricidad. Deborah Haynes, del londinense The Times (4/3/08), después de explotar malévolamente los resentimientos entre sunitas y chiítas de Irak, refiere que Ahmadinejad superstar, luego de haber fustigado la presencia de EU y Gran Bretaña, exhibió su nueva “influencia creciente”, primordialmente en las regiones con predominancia chiíta, como en el sur de Irak y los suburbios proletarios de Bagdad, donde construirá dos plantas eléctricas para suplir las carencias de la población que dejó sin luz (¡vaya metáfora real!) la invasora dupla anglosajona.

Irán otorgó un préstamo por mil millones (¡para lo que sirven los embargos de EU!) al gobierno del chiíta Al-Maliki para tareas apremiantes de infraestructura (destruida por los ejércitos de EU y Gran Bretaña), manejadas por constructoras persas. ¿Se iraniza el sur de Irak? Los siete memoranda de acuerdos entre el gobierno del chiíta Al-Maliki y Ahmadinejad lo dejan entrever en los campos de comercio (que incluye una zona de libre comercio), una alianza petrolera, seguros, aduanas, industria, educación y transporte.

 
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