■ La bailarina Andrea Garfias entrena en striptease a amas de casa, políticas y abogadas
Los hombres adoran a una mujer atrevida, afirma ex teibolera
■ Las acrobacias en un tubo nadie las toma en cuenta; gana más la sensualidad, señala
■ “Triunfo sobre las sicólogas, porque es más divertido bailar para fascinar a otro”
Ampliar la imagen Andrea Garfias durante una de sus clases. Desea fomentar en las mujeres la seguridad en ellas mismas, dice Foto: Alfredo Domínguez
A qué hombre no le gustaría que al llegar a su casa fuera recibido con un baile erótico sin tener que desembolsar un peso.
Pues, desde 1993, la bailarina Andrea Garfias ofrece un entrenamiento de striptease dirigido a “amas de casa, sicólogas, sexólogas, ginecólogas, políticas, abogadas… a cualquier mujer, inclusive a actrices que quieran representar a una bailarina exótica”, comentó en entrevista en su local de la colonia Hipódromo Condesa. Ella se dedicó al tabledance muchos años, y ahora quiere “crear hogares felices”.
El arte de la seducción. Así es como Garfias anuncia sus cursos. Y afirma que lo que no quiere es formar tabledance; más bien lo que desea es que “la mujer mexicana sea vista con la sensualidad que tiene por naturaleza”.
Las clases, aseguró, van dirigidas a mujeres de “mente abierta, no libertina. Aunque muchas se vienen a escondidas para darle la sorpresa al marido”.
Personalidad y expresión corporal
En 1991, Garfias y su hermana abrieron la primera tienda erótica en México. Dice ser la pionera en espectáculos para despedidas de solteros. En 93 inauguraron una discoteca propia, y es ahí donde aprendió el baile de striptease. Posteriormente conoció a un coreógrafo y a un desnudista, y entre los tres comenzaron con las clases de este baile. Ella enseñaba la parte de la personalidad, la expresión corporal, pero luego aprendió todo lo que hacían sus dos compañeros y empezó a crear sus propias coreografías.
“Al día siguiente de poner el anuncio en el periódico, estaban más de 50 mujeres”, comentó Garfias, quien en sus clases enseña una coreografía básica en la cual “doy todos los pasos, porque en el examen, o sea la graduación, tienes que bailar frente a mí y a todas las compañeras. Cuento 30 puntos por vestuario, 30 por música y tema, y 40 por desarrollo, o sea, cómo se quitan la ropa… aquí se olvida el ‘siento pena’; aquí se desvisten.”
Uno de los puntos fundamentales que la profesora dice a sus alumnas es que es indispensable que usen ropa interior bonita. “Todas las mujeres somos sensuales, pues todas tenemos sentidos. Para mí la palabra sensual significa invitar a todos los sentidos.”
Recordó que en uno de sus primeros días en el club de tabledance, donde trabajaba, se tuvo que enfrentar a “unas mujeres muy bellas, pero me di cuenta de que para todas las personas hay gustos, sabores, tamaños y colores”. No obstante, reconoce que hay discriminación hacia la mujer mexicana, pero “yo impuse que a la mexicana se le respeta, porque éramos las que sosteníamos el antro cuando a las extranjeras se iban”.
La sensualidad de los mexicanos, “muy mocha”
Andrea reconoció que el medio de las bailarinas es muy agresivo, “por ejemplo: le quitas un cliente a alguna de las chicas de un antro y te espera afuera, aunque sea de muy buen nivel el lugar; sí hay enfrentamientos”.
Una de las intenciones de Andrea Garfias es fomentar en las mujeres la seguridad en sí mismas. “Los hombres adoran a una mujer atrevida, que los pueda mirar a los ojos, y es lo que enseño: saber mirar a tu pareja. En las clases me he dado cuenta de que lo único que una chica no puede hacer cuando se está desvistiendo es mirar a los ojos a su hombre, porque piensa que va a hacer el ridículo. Las chicas asocian la música con pasos y me dicen: ‘enséñame unos pasos’, como si todo fuera eso. Puedo decir que a una teibolera que haga acrobacias en un tubo nadie la tomará en cuenta; mis respetos, son acróbatas, pero no gana más la que hace acrobacias, yo gano con la sensualidad. Imagínate que vas a un antro y ves lo mismo, el hombre va a esos lugares porque, por una parte, se aburre de la monotonía”.
–¿Los mexicanos cómo ven la sensualidad?
–De una manera muy mocha, mientras exista Iglesia y se meta con la sexualidad. Por ejemplo: prohibición de condones, del aborto, de la pastilla anticonceptiva, y no es que apoye al aborto, porque lo puedes evitar siempre y cuando te cuides, pero por eso debe haber educación sexual. El mexicano cuando se casa pone las veladoras a su mujer, para él es la virgen y ya no puede hacerle sexo oral, porque si no, con qué boca besará a sus hijos. Se le olvida que después de casadas seguimos siendo mujeres y es lo que trato de recobrar en mis clases.
–¿Cómo hace para quitar los tabús a las chicas?
–Aquí no se van a saber mis creencias políticas, sólo se dan puntos de vista y a todo mundo se le respeta. Más bien comentamos cómo la política y los problemas sociales afectan a las mujeres. Lo que quiero es que disfruten de su sensualidad, porque cuando lo quieran hacer ya van a tener 60 años. A las mujeres nos hace felices sentirnos bonitas e indispensables.
Andrea comentó sobre la diferencia entre una teibolera y una stripper. “La teibolera cuando quiere se prostituye y a una stripper muchas veces no dejan tocarla; de hecho, una de las reglas de las clases es que no se dejen tocar durante el baile, porque de esa manera se incrementa el deseo. A las strippers no se les deja tocar durante el baile, a las teiboleras sí. Pero cualquiera puede prostituirse. Una desnudista baila y tiene que aventar la ropa al ritmo de la música exactamente; la teibolera se da a desear por medio de su cuerpo, no de su baile”.
Aseguró que forma a una alumna en 10 horas “garantizadas, y nos dedicamos nada más a bailar: si quieren explotar más el curso con un solo pago pueden venir cuatro sesiones más; por eso triunfo sobre las sicólogas, porque es más divertido estar dos horas bailando, tocándote y fascinándote para fascinar a otro, que les quito la chamba”.
Las clases se imparten en Insurgentes sur 343 letra A, colonia Hipódromo Condesa. Tel. 5208-2070 y 5208-2234. Correo: wwwplatinumhighclass.com. Costo en promoción: una chica 2 mil 500 pesos.