Balthus y México
Ampliar la imagen Dibujo realizado por Balthus, a la edad de 12 años, incluido en el libro Mitsou, historia de un gato, seguido de Cartas a un joven pintor: Balthus/Rilke, que publica en español, por primera vez, la editorial Artemisa. Las ilustraciones de ese título aparecieron por primera vez en 1921, en un volumen editado en Zurich, por la casa Rotapfel, de Eugen Rentsch. Ambas ediciones comenzarán a circular próximamente en México
La lectura en esta misma sección del documentado recordatorio que Mónica Mateos dedicó a este pintor en el centenario de su nacimiento, me condujo a recordar algunas cuestiones que complementan lo ya dicho.
En efecto, fue Rainer Maria Rilke, el amante de Baladine, la madre del artista, quien decidió publicar la historia gráfica del gato Mitsous precedido de su prólogo. El padre: Erich Klossowsky, famoso sobre todo por sus diseños teatrísticos, que bastante influyeron en su hijo, fue autor de una monografía sobre Daumier. Pierre Klossowsky, su hijo mayor, cercanísimo a Georges Bataille, fue estudiado a profundidad por Juan García Ponce, quien obtuvo el premio Anagrama de ensayo por el texto que le dedicó en La errancia sin fin.
El mismo autor publicó una monografía sobre Balthus, pues además de que también le fascinaban los gatos (uno de sus cuentos está referido a cierto gato voyeur) encontraba atractivos e inquietantes los cuadros de interiores en los que las muchachitas semidesnudas o totalmente desnudas sueñan, leen, duermen, se estiran sobre un diván o miran por la ventana.
Provocateur en un principio, Balthus causó escándalo con el cuadro titulado La lección de guitarra (1933), en el que la profesora, una joven adulta, sostiene sobre su regazo a la niña desnuda desde la cintura hacia abajo, excepto por las calcetas blancas, al tiempo que parece imitar la pulsación de las cuerdas del instrumento a la altura del sexo, mientras la chica le toca el pezón del seno que lleva descubierto.
No ver en algunos cuadros de Balthus por lo menos honda predilección por representar preadolescentes, a veces totalmente vestidas, pero enseñando las pantaletas, es desconocer que así estableció su reputación, aunque se trate de alegorías de la pubertad. La correlación con el pastor Dodgson (Lewis Carroll) es inevitable, porque el genial matemático victoriano, en sus fotografías de niñas semivestidas sí resulta precursor de todas las nynphetes del siglo XX.
De 1933 es la extraña pintura titulada La calle, que se encuentra en el MoMA, de Nueva York, en la que en un emplazamiento rigurosamente estructurado, las figuras parecen sorprendidas en un momento congelado, como si se tratara de maniquíes (de hecho hay dos muñecos en ese cuadro, que incluye una pequeña escena de acoso sexual).
Más tarde realizaría otro cuadro con fachadas de tiendas, faroles y toldos muy parisinos, obedeciendo a una estricta geometría. A la síntesis que logró a través de los análisis de una serie de pintores del pasado, desde Giotto en adelante, pasando por Masaccio y Piero de la Francesca, hasta llegar al barroco, se adhiere a su personal y muy atractiva asimilación de estampas japonesas, que conocía de maravilla, al igual que el arte chino.
A veces las referencias son directas, a modo de homenaje, como sucede con su versión femenina del Amore Vincitore, de Caravaggio.
En otras, como en los niños jugando cartas, la síntesis entre dos o más estilos es lo que resulta más genuino.
El “solitario entre los solitarios” (frase de Octavio Paz) no lo fue tanto, a pesar de que amaba los largos periodos de reclusión, que tuvieron una prolongada interrupción durante su gestión como director de Villa Medici, a partir de 1961, cuando André Malraux lo nombró director de la Academia Francesa, en Roma.
La restauró a conciencia devolviéndole el esplendor que había perdido. Su labor en Roma, terminada en 1977, fue de radical importancia.
Al año de su residencia romana viajó a Japón en visita oficial. Regresó acompañado de Setsuko Ideta, su asistente, modelo y tiempo después su esposa. La joven, quien había fungido como su guía en Kyoto, era 35 años menor que él. Antes estuvo casado con la madre de sus dos hijos varones: Antoinette von Wattenwyl.
Su amistad con Alberto Giacometti perduró hasta 1966, año en que el escultor murió de cáncer. Poco antes Balthus retrató a las tres hermanas Colle Corcuera, la mayor, Marie Pierre (desafortunadamente ya fallecida) aparece al centro de las varias composiciones que les dedicó, flanqueada por sus hermanas Silvie y Beatriz, hijas del dueño de la Galería Pierre-Colle, casado con una dama de la aristocracia tapatía.
Uno de los cuadros y apuntes de Tres hermanas, a quienes pintó en París cuando fue huésped de la familia en actitudes casuales, vestidas en moda veraniega, fueron conocidos en México y en la ciudad de Monterrey, donde el Museo de Arte Contemporáneo (Marco) organizó una velada en la que la pintura definitiva fue presentada por Marie Pierre y por quien esto escribe.
En 1998, el recordado pintor e ilustrador Ben-Hur Baz-Viaud (tío de Marysole y Juan Worner-Baz), ofreció en donación al Museo de Arte Moderno uno de los seis estudios preparatorios para El sueño, después autentificado y reproducido por los autores del catálogo razonado de Balthus: Virginie Monnier y Jean Clair, curador este último de la retrospectiva póstuma presentada a finales de 2001 en el Palazzo Grassi, de Venecia.