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México
Petróleo: ¿la reforma que viene?
Ampliar la imagen Cantarell, alguna vez el compejo petrolero submarino más grande el mundo, se agota Foto: Notimex
Cantarell, en el Golfo de México, fue alguna vez el yacimiento petrolífero submarino más grande del mundo, con una reserva original de 35 mil millones de barriles. Ahora, después de casi tres décadas, se está agotando. Durante su pico, en 2004, produjo 2.1 millones de barriles por día (b/d), que representaban 60% de la producción total de México. Esa cifra ha caído ya más de 500 mil b/d y podría descender otros 200 mil antes de la primavera.
Esto es tan preocupante para México como para el mundo. Aunque el país contenga menos de 1% de las reservas probadas de crudo, es el sexto productor del mundo. Su producción de 3.1 millones b/d está muy por arriba de la de Venezuela o Kuwait. Y aunque el petróleo no domina ya la economía mexicana –sólo representó, aun a los altos precios recientes, 16% de las exportaciones en 2006, por abajo de 68% en 1982–, lubrica las finanzas públicas, contribuyendo con casi 40% de los ingresos federales.
Desde su nacionalización, en 1938, el petróleo mexicano ha sido el dominio de la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex). La paraestatal es como una secretaría de Estado mal administrada. Sus tres anteriores directores han sido acusados de corrupción (aunque algunas de estas acusaciones pudieran derivarse de enfrentamientos burocráticos). Debe cumplir con una engorrosa reglamentación destinada a evitar la corrupción, que en la práctica es simplemente un obstáculo para hacer las cosas.
“Carrera contra reloj”
Este gigante baldado está ahora en “una carrera contra reloj” para compensar la falla de Cantarell, dice Fabio Barbosa, especialista en energía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y es una carrera que Pemex podría perder. En un documento hecho público en diciembre, en el que traza su estrategia para los próximos cinco años, la Secretaría de Energía pronostica que la producción petrolera total declinará a 2.5 millones b/d a no ser que se apruebe una reforma, pero que permanecería casi sin variación aun si la industria fuese liberalizada.
Esto es en parte resultado de dos décadas desperdiciadas durante las cuales los gobiernos han ordeñado a Pemex en vez de reinvertir en la empresa. La situación comienza a cambiar: la inversión en exploración y producción se duplicó entre 2000 y 2006 (aunque la mayor parte del incremento correspondió a deuda garantizada con contratistas privados). El presidente Felipe Calderón ha promovido una reforma de las finanzas públicas que reducirá los pagos fiscales de Pemex de 79 centavos por cada peso de petróleo que extrae a 71.5 centavos en 2012. La empresa espera que, en 2008 su inversión de capital se eleve 20% en términos reales.
Pero puede ser un poco tarde. Barbosa considera que la densidad de plataformas de perforación es 20 veces mayor en las áreas productoras del segmento estadunidense del Golfo de México que en aguas mexicanas. En particular, Pemex ha taladrado sólo 20 pozos exploratorios en aguas de más de 300 metros de profundidad. Hasta ahora el único resultado es Lakach, un campo de gas que se pretende hacer producir antes de tiempo, luego de excavar un solo pozo exploratorio. Según David Shields, consultor de energía, la prisa proviene de la pretensión gubernamental de comenzar la producción en aguas profundas antes de que finalice el mandato de Calderón, en 2012.
Pemex tiene problemas para dar mantenimiento a sus instalaciones existentes. En octubre pasado, un incendio en una plataforma de Cantarell mató a 21 trabajadores. En 2007 la empresa sufrió también la explosión, atribuida a un grupo guerrillero, de varias de sus tuberías. Como México no ha construido una nueva refinería en 20 años, tiene que importar 40% de su gasolina de Estados Unidos. La Comisión de Competencia dice que las 7 mil 500 gasolineras concesionadas por Pemex son muy pocas para satisfacer la demanda.
La solución obvia para muchos es privatizar la industria, pero esto es políticamente imposible. El monopolio estatal de crudo es un mandato popular y constitucional. Así que Calderón y otros políticos han estado buscando la manera de atemperar el monopolio respetando la Constitución.
De acuerdo con Rubén Camarillo, senador por el gobernante Partido Acción Nacional, el Comité de Energía del Senado mantiene un “debate privado, técnico” sobre las maneras de hacerlo. El objetivo es tratar de alcanzar un consenso de todos los partidos antes de la primavera. Hasta ahora hay “acuerdo sobre lo que se necesita hacer, pero no cómo hacerlo”, dice Camarillo
Un paso adelante sería conceder a Pemex el control de su presupuesto. En la actualidad casi 10 mil millones de dólares regresan a la hacienda federal, además de los pagos fiscales de la paraestatal. Otra propuesta sería abrir la refinación, el transporte y la distribución a la iniciativa privada. Esto podría hacerse sin cambiar la Constitución, ya que lo que integra la “industria petrolera” es una definición de la legislación secundaria, como señala César Hernández, de Cidac, grupo de expertos de la ciudad de México. Así se hizo en los años 90 para permitir inversión privada en la generación de electricidad y en el transporte de gas natural. De igual manera, la prohibición de contratos de riesgo compartido en la exploración petrolera es también una disposición de la legislación secundaria.
Pero el quid del problema es cómo hacer que Pemex sea más eficiente y abierta. Cinco de los 11 miembros de su consejo son designados por el sindicato, bastión del añejo corporativismo. Camarillo considera que una reforma podría reducir 20% los gastos de operación. Otros incluyen el exceso de personal de la empresa y la contratación innecesaria y hablan de una cifra mayor.
Alcanzar un consenso político sobre la reforma petrolera fue algo que no pudieron lograr los dos presidentes anteriores. Sergio Osorio, asesor en energía del Partido de la Revolución Democrática, advierte que si Calderón trata de llevar a cabo reformas sobre una cuestión tan delicada como el petróleo, sólo por llegar a un acuerdo con el Partido Revolucionario Institucional (como lo hizo con la reforma fiscal y la de pensiones en 2007), “pondrá en peligro su legitimidad”. Con toda seguridad habrá protestas. Pero ante la probable disminución de los ingresos petroleros, es posible que Calderón se arriesgue de todos modos.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya