Mujeres en el DF
El Instituto de las Mujeres en el Distrito Federal ha puesto un enlace en su página de Internet con un decálogo que promueve el ejercicio de la democracia como una práctica ciudadana y personal que comienza en casa y en familia. Los diez conceptos, de manera sencilla y breve, abogan por acciones y valores, con base en el respeto a los derechos de cada miembro de una familia, asumiendo cada quien su responsabilidad y obligaciones, que recuerdan deben ser compartidas de manera igualitaria, sin exclusión, discriminación y con la premisa de tratar de buscar el diálogo y el consenso, para la resolución no violenta de las controversias que surgen en los hogares.
La campaña emprendida por la institución que encabeza Martha Lucía Mícher, se suma discreta, pero de forma atractiva, a la reflexion sobre la familia que ha impulsado el Consejo de la Comunicación Asociación Civil, que se denomina Voz de las Empresas, desde inicios del gobierno de Vicente Fox, el día 4 de marzo de cada año; sin embargo en “Esta Familia”, como titulan los diez puntos del IMDF se trata de crear hábitos y promover acciones para la convivencia en armonía, sin discursos de falsa moral o que no corresponden a la realidad de las familias mexicanas, las que igual son cosmopolitas, o preservan su tradición y cultura, junto con ello también antiguos atavismos.
La armonía familiar se sugiere, por ejemplo, como el hecho de aceptar a cada persona como es y en su diferencia, al tiempo que no soslaya el fin de la felicidad como resultado de amarse y de aprender a vivir en compañía en un contexto diverso y complejo.
El decálogo es resultado del diagnóstico que se hace en el marco teórico conceptual de la Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar para el Distrito Federal: describe la transformación de la estructura familiar que ha generado el cambio de posición de la mujer en la sociedad y al interior del conjunto de los miembros que la componen, ya sean pareja, cónyuges, hijos, hijas, padres, abuelos, tíos o cualquier otra persona que la integre, con o sin lazos consanguíneos, producto de “un conjunto disímil y muy variado de arreglos familiares” existentes actualmente, para lo cual el texto define a la familia nuclear como: una estructura jerárquica de poder con base en la división de tareas de género, en contraposición de la concepción que da al término de la familia actual: “realidades muy diversas”.
Y es que al menos en la capital del país, la ley reconoce a una serie diversa de arreglos de convivencia entre personas que habitan un mismo techo, mismos que van en aumento, lo que orilla a enfrentar legal y socialmente la nueva realidad de las familias de hoy, que se componen de adultos de distinto o del mismo sexo, unidas o en matrimonio, con hijos propios o provenientes de otras parejas o matrimonios anteriores, de uno o ambos miembros de la pareja, hogares monoparentales, familias extensas, etc.
A la diversidad de arreglos de que se compone una familia, se suma la transformación de roles que han adoptado los miembros en su interior, como: hogares con una jefa de hogar y no jefe de familia, niños que trabajan y son proveedores, ancianos que cuidan a los hijos de los padres que trabajan, son parte de lo cotidiano, y son cambios que cuestionan el ejercicio convencional del poder dentro de una estructura de organización que se adecua a un nuevo presente y futuro, no sin manifestar sus desequilibrios como los conflictos y problemas no resueltos, y que por su complejidad resultan difíciles de atender adecuadamente, lo que propicia acciones y actitudes violentas al interior de los hogares. Sin duda, la distinta conformación de la composición, rol y función de los miembros de la familia origina tambien una nueva identidad femenina y masculina, que es necesario reconocer desde una perspectiva de género, ya que la diversidad también se construye desde la base de relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, diferencia que lleva al abuso y a la violencia. Es un hecho según las estadísticas, que la violencia que padecen las mujeres se manifiesta mayoritariamente en los hogares.
El INEGI registra desde el año 2003 que 21.8 por ciento de las muertes de mujeres ocurren en casa y que de cada 30 muertes diarias de mujeres, 26 son por diversos accidentes, 6 por homicidio o suicidio. Por esto es importante, en estos días en que escuchamos insistentemente que la familia es el sentido de la vida y que la familia sólo es entre quienes tienen amor o lazos consanguíneos, y necesario pensar en el cambio que vivimos en una organización social que privilegia aún el modelo de poder vertical, autoritario y desigual dentro y fuera de la familia. Cualquier contribución para impular una reducación con base en la equidad y la auténtica democracia en cualquiera de sus ámbitos es de llamar la atención.