En marzo iniciará nueva campaña de desprestigio en las principales televisoras
Germán Larrea ha gastado casi 600 millones de dólares en atacarme: Gómez Urrutia
El líder sindical, que reside desde hace dos años en el extranjero, sabe que la ofensiva tiene como meta impedir su relección en los comicios que se realizarán en marzo
Ampliar la imagen Napoleón Gómez Urrutia sostuvo en entrevista concedida en Vancouver que pese a lo ocurrido en Pasta de Conchos, Grupo México ha obtenido desde entonces más de 347 licencias mineras por parte del gobierno Foto: Patricia Muñoz
Vancouver, Canadá. Desde hace dos años, los principales empresarios mineros de México viajan a esta ciudad canadiense a consultar y negociar sus revisiones salariales y contractuales con el líder minero Napoleón Gómez Urrutia, supuestamente desconocido por el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM).
Mientras, Germán Larrea, el propietario de Grupo México, el mayor consorcio minero del país, ha desembolsado ya casi 600 millones de dólares para financiar sucesivos intentos de derrocar al dirigente sin poder afectar el núcleo de la influencia que Gómez Urrutia sigue ejerciendo, pese a todo. Inclusive se sabe que la empresa recientemente entregó 20 millones de dólares adicionales a las televisoras de San Ángel y del Ajusco para financiar una nueva campaña de desprestigio.
“Tratan de impedir mi regreso a México a toda costa, al grado de que, según detectamos, pagó a una de esas televisoras 8 millones de dólares para la próxima campaña sucia. Está programada para iniciar a partir de marzo”, dice en entrevista realizada en esta ciudad, desde donde ha logrado tejer una red de comunicación vía Internet con la organización que encabeza. Así, a distancia, mantiene el control del sindicato minero.
Gómez Urrutia llega de buen humor a la cita pactada en un hotel del centro, solo, vestido informalmente y manejando una camioneta negra, rentada. “¿Dónde quedó el famoso BMW blanco con placas de Jalisco que se dice que tiene aquí?”, es la primera pregunta. Él bromea: “Sí, caray, tampoco pude traer a Pamela Anderson que, según han publicado, es mi vecina, ni a ninguno de los Rolling Stones, que dicen que viven en mi mismo edificio”.
Asegura que vive “modestamente” en un departamento de dos recámaras cercano a la sede del sindicato de trabajadores metalúrgicos, y que se mantiene de su sueldo como directivo del sindicato. “Es suficiente para vivir bien”, puntualiza, y añade que son “puros mitos” todo lo que se ha hecho creer sobre su supuesta riqueza.
Fortuna, quién sabe, pero poder sí tiene, indudablemente. Hasta Vancouver le piden autorización para cada paso que da el comité ejecutivo del sindicato, sus diferentes secciones, las instancias a las que están afiliados 300 mil trabajadores. No deja de dar órdenes e instrucciones vía celular y radio.
Se empeña en demostrar que no vive escondido ni a salto de mata. Para subrayarlo lleva a La Jornada a recorrer en su auto el muelle de esta ciudad, el parque Stanley y las pistas de patinaje sobre nieve en las montañas. Hace notar que dentro de dos meses se termina su periodo como secretario general del SNTMMSRM. En mayo, por lo tanto, habrá elecciones en el poderoso sindicato, donde es sucesor de una prolongada dirigencia –40 años– de su padre, Napoleón Gómez Santos.
De ahí que otro de los objetivos de la nueva campaña de desprestigio, que se empezará a trasmitir en marzo a nombre de la “Asociación de Mineros de Sonora”, es obstaculizar su relección, así como “comprar o corromper delegados”. Con evidencias de todo lo anterior, asegura, la próxima semana presentará una denuncia en la Secretaría de Gobernación.
Se le pregunta cómo hace para vivir en esta ciudad tan cara, y responde que “no lo es tanto como se cree”. Pero lo que sí es caro son los pleitos legales que ha tenido que enfrentar sin tregua desde hace dos años. Gómez Urrutia señala que el SNTMMSRM ha tenido que contratar a cinco despachos de abogados de diversas especialidades: laboristas, en materia civil, mercantil, penal y otro más que asesora en cuestiones internacionales.
Los gastos de todos estos litigios han hecho un “boquete” de entre 20 y 30 millones de dólares a la organización. Gómez Urrutia se lamenta: “Estos recursos han salido de las propias cuotas que pagan los trabajadores, dinero que es para la previsión social, que es para los mineros y se tiene que canalizar para la defensa de la organización”.
Pero la madeja del conflicto con Grupo México no parece tener fin, porque además de que en mayo próximo Gómez Urrutia buscará su relección por otro periodo más –según dice, es el único dirigente sindical que ha sido cuatro veces electo para el mismo lapso–, empieza un periodo de revisiones contractuales con 8 secciones de Grupo México, que podrían devenir en conflictos: en las secciones 5, 6 y 28 de San Luis Potosí; la 14 de Coahuila; la 11 de Chihuahua y las 298, 207 y una fracción de esta 207 en Sonora. “Los emplazamientos se pueden prorrogar, pero ¿hasta cuándo?”, se preguntó.
De la prolongación del conflicto Gómez Urrutia responsabiliza a la Secretaría del Trabajo, “que no ha ayudado a sentar a negociar a Grupo México y sólo da largas al asunto”. Reconoce que “si algún error cometí, fue que no previne que a partir de la llegada del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República, el gobierno iba a ser pro empresarial y no pro obrero”.
La Jornada preguntó si no considera que detrás del encono que tiene Germán Larrea, más que algo personal, está la intención de desmantelar un sindicato tan poderoso como el suyo. “No lo sé –respondió–, el rompimiento se dio porque Larrea nunca pensó pagar los 55 millones de dólares que debía al sindicato. Pero también es un problema de personalidad, de sentir que alguien le está ganando la partida, de impotencia intelectual mental. Les da mucho coraje que haya una directiva sindical unida y que tengamos varios miembros del comité ejecutivo nacional con un nivel académico que ellos ni siquiera tuvieron. Eso lo ha llevado a arriesgar a sus empresas, le ha costado más de 500 millones de dólares, casi 10 veces más de los 55 millones de dólares del diferendo que dio origen al conflicto.”
De su salida de México no quiere hablar mucho. Sólo dice que fueron muchos amigos “políticos” los que le recomendaron irse del país ante la persecución que se había desatado en su contra; que lo valoró con sus compañeros del comité ejecutivo nacional, los trabajadores de Coahuila en varias reuniones, y con los dirigentes de los Steel Workers de Canadá, que le brindaron protección.
“Las amenazas comenzaron a acelerarse más; pensamos que era algo temporal, que se aclararía y resolvería, pero cada vez eran más fuertes, hasta llegar a las amenazas de muerte. Primero me fui a Estados Unidos, ahí permanecí alrededor de un mes y después, a sugerencia también de Steel Workers, viajamos a Canadá, un país respetuoso del sistema de justicia, con un estándar y nivel de justicia muy elevado, respetuoso de los derechos humanos y que era mucho más seguro desde aquí iniciar cualquier defensa. En Canadá estuve inicialmente en Ottawa, Toronto, Montreal, y finalmente en Vancouver”.
Gómez Urrutia llama a revisar la historia y beneficios de Grupo México y asegura que “es una historia de vergüenza para el sector empresarial”, por el abuso del tráfico de influencias de Larrea. Condena la impunidad que protege al empresario y refiere que después de la tragedia en Pasta de Conchos, el accidente que costó la vida a 65 mineros, el dueño de Grupo México ha recibido más de 347 licencias mineras por parte del gobierno.
Cita el caso de Cananea, la mina sonorense que Grupo México compró en 475 millones de dólares, cuando su valor real debe ser de más de 3 mil millones de dólares, con utilidades netas arriba de 2 mil 300 millones de dólares. “Entre más concesiones –concluye el dirigente autoexiliado–, son más agresivos y más hambreadores.”