Pertenece a la generación histórica del Moncada
Posible, que Ramiro Valdés permanezca en la primera línea
La Habana, 21 de febrero. En el inminente reacomodo de posiciones en la cúpula cubana que se iniciará el domingo, es posible que permanezca en primera línea un personaje proveniente de la generación histórica, protagonista de un singular movimiento de ascenso, retirada y reaparición en la dirigencia, y que tiene al mismo tiempo las credenciales de veterano del movimiento iniciado por los hermanos Castro y de activo líder de un sector estratégico: Ramiro Valdés Menéndez.
Ante un desfile militar en Santiago de Cuba y en una fecha histórica, el 30 de noviembre de 2006, al cumplirse 50 años de la insurrección de esa plaza, Valdés proclamó a Raúl Castro como “cancerbero” (guardián) de la revolución cubana. El gesto implicó el respaldo explícito de la generación de la Sierra Maestra al segundo hombre al mando, cuando Fidel Castro ya le había cedido sus funciones, y ubicó a Valdés como testigo de excepción en el relevo.
Hombre hermético, de rostro inmutable y voz tan tenue que parece más propia para la conversación discreta que para los discursos, ha sido, sin embargo, el encargado de hacer públicos algunos mensajes del mandato interino de Raúl en los últimos 19 meses.
En mayo pasado dijo que para evitar el derrumbe del sistema político es necesario fortalecer la economía interna y atender con mayor eficiencia los problemas sociales y el nivel de vida de la población.
En octubre reclamó el apoyo popular para revisar críticamente la política económica, confirmó la disposición de Cuba para dialogar con “gobernantes más realistas” en Estados Unidos y llamó a “liberar, donde estén trabadas, las fuerzas productivas” en una “discusión abierta” y con una “agenda revolucionaria”.
Junto con Raúl Castro y Juan Almeida, es uno de los tres únicos iniciadores del movimiento que permanecieron unidos a Fidel Castro en los últimos 55 años y todavía se mantienen en posiciones dirigentes.
Creador de los servicios de inteligencia y seguridad interior, Valdés tiene 75 años y fama de ser un gimnasta y corredor disciplinado. Es miembro del Consejo de Estado saliente y del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), ministro de la Informática y las Comunicaciones y uno de los tres únicos veteranos que tienen el rango histórico de comandante de la revolución.
Hace dos décadas desapareció del primer círculo del poder, sin que se conociera una explicación, pero se mantuvo activo en niveles intermedios, como integrante del Comité Central del PCC y director de empresas del sector electrónico. Regresó a la vida pública en 1997, al encabezar la misión que localizó en Bolivia y trajo a Cuba los restos de Ernesto Che Guevara, muerto 30 años antes en ese país.
Valdés pasó la primera mitad de esta década en una permanente exposición pública ante los cubanos, al encabezar casi dos centenares de mítines semanales y otras ceremonias junto con Juan Almeida y Guillermo García Frías, los otros dos comandantes de la revolución, como parte de la contraofensiva política que lanzó Fidel Castro para distanciarse de los efectos de la crisis de los años 90.
La aparición de Valdés, Almeida y García juntos, que aún se repite, aunque ya no con tanta frecuencia, es una forma de reivindicar la vigencia de los valores originales del movimiento insurgente.
En agosto de 2006, un mes después de que estalló la crisis de salud de Fidel Castro, Valdés fue nombrado ministro de la Informática y las Comunicaciones, cargo que le otorga el control de la telefonía fija y celular, la operación técnica del radio y la televisión, las conexiones a Internet, la producción y exportación de servicios informáticos y las compras y distribución de todo el equipamiento del sector.
Es el punto más alto de su retorno a la dirigencia, después de que en 2003 hubo una primera señal, cuando fue electo como uno de los 31 integrantes del actual Consejo de Estado, dos años después de recibir la Orden de Héroe de la República de Cuba.
El nombramiento como ministro lo elevó al principal cargo ejecutivo en el sector en el que había trabajado 20 años y que está en una acelerada etapa expansiva.
Valdés se unió en 1952 a los hermanos Castro, con quienes participó en las principales acciones que desembocaron en el triunfo de la insurrección siete años más tarde: asaltó el cuartel Moncada en 1953, se exilió en México en 1955, hizo la expedición del Granma en 1956 y entró triunfante a La Habana en 1959.
Al iniciarse la construcción del nuevo poder, fundó y dirigió la Seguridad del Estado y el Ministerio del Interior, cuerpo militarizado, independiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), encabezadas por Raúl Castro. Los servicios de inteligencia alcanzaron celebridad en los años 60 y 70, al ejecutar exitosas operaciones de infiltración en la CIA.
Ha sido viceministro primero de las FAR, ayudante de Fidel, vicejefe de gobierno y vicepresidente del Consejo de Estado. Su destitución como ministro del Interior en 1985 coincidió con una campaña contra el burocratismo y la ineficiencia. En 1986, el tercer congreso del PCC lo excluyó del Buró Político, órgano de mayor influencia política en el país, al que no ha regresado.