Usted está aquí: martes 19 de febrero de 2008 Espectáculos Andanzas

Andanzas

Colombia Moya

La bailarina de México: Laura Urdapilleta

Un tanto olvidada, recluida en un hogar para ancianos desde hace varios años, presa de Alzheimer y Parkinson, murió el lunes 11 de febrero quien durante dos décadas fue la bailarina de México: Laura Urdapilleta. En los años 50 en este país, hablar del ballet sin duda alguna nos remitía a ella, estrella indiscutible. De excelente condición natural para la danza, Laurita fue, con la inmensa Lupe Serrano, perla del estudio de la inolvidable Madame Dambré, de donde surgió, aunque llegó a participar en el Ballet de la Ciudad de México de las hermanas Campobello.

Puede presumirse que acomenzó allí sus estudios de ballet, ya que para la gente de su generación era lugar inevitable si se deseaba aprender los fundamentos de la danza clásica en México. Sin embargo, en las clases de la señora Dambré –amorosa maestra de cientos de bailarines– era imprescindible trabajar, igual que en las de Sergio Unger. Fue su más importante centro de aprendizaje, donde también trabajó duro Lupe Serrano, posteriormente estrella de increíble talento en el Ballet Theatre de Nueva York, donde hizo su carrera de primera bailarina.

La saga de la danza y el ballet en México también tiene su época heroica, llena de sacrificios, amor y pasión extraordinarios, en los que casi a ciegas, sobre el sudor de todas estas personas extraordinarias, se fincó una historia de grandes aportaciones, que frecuentemente se hacen a un lado para escribir la historia oficial.

También participó en el Ballet Chapultepec, en el que los hermanos Silva y Gloria Mestre iluminaban la escena en 1949, apoyados por la Asociación Nacional de Actores (ANDA) de México, tiros que ya ni de broma volvió a realizar. Asimismo, presentándose como solista –mientras la cubana Margarita Perlá, traída especialmente de La Habana, recogió la rechifla–, la Urdapilleta la devoraba con su personalidad, piernas poderosas, bellas e impecables, así como su porte de gran bailarina que siempre le conocimos.

Laura Urdapilleta formó, con Felipe Segura y Jorge Cano, el Ballet Concierto de México, cuyo repertorio clásico esencial se difundía como fue posible, y en el que incluyó los nombres de Carolina Serrano, Sonia Castañeda, Tomás Saijas y César Bordes, si no me equivoco, entre otros.

Laura bailó con gran categoría y nivel, en los papeles protagónicos, de El lago de los cisenes, Las Sílfides, Copelia, Don Quijote, pero fue inolvidable en El xombate, coreografía de William Dollar (también lo bailaba Lupe Serrano), en la que ya entonces podía sentirse la capacidad y presencia de lo que da llevar el título de prima ballerina, y que actualmente no se fomenta en el país con la acuciosidad necesaria para obtener un internacionalismo que realmente dé un nombre fuerte y “taquillero” (si así puede entenderse mejor) al ballet de México, ya que los principales recursos del Instituto Nacional de Bellas Artes destinados a la danza parecen enfocarse a la compañía oficial.

En aquella época Telesistema Mexicano, hoy Televisa, consciente de la belleza e importancia del ballet, realizó una importante serie exclusivamente de esta disciplina, si no me equivoco, llamada Noches de ballet, en la que Laura, en el cénit, brillaba con Socorro Bastida, Cora Flores y otras personalidades forjando los cimientos de una rama de la cultura, de las bellas artes, que hoy difícilmente se puede ignorar.

Laura Urdapilleta, parte básica del ballet mexicano, también maestra y coreógrafa, protagonista de la fundación de la Compañía Nacional de Danza. Cuando el INBA, por medio de su director, don Celestino Gorostiza, decidió unir las dos compañías de ballet en los años 65-70 –el Ballet Concierto y el Ballet de Cámara de Nellie Happy– en una sola: la Compañía Nacional de Danza, Laura no aceptó la dirección del nuevo grupo y decidió irse a Ciudad Juárez a dar clases y allá promover la danza, donde permaneció 15 años.

De regreso a la ciudad de México, ya enferma, Laura prácticamente desapareció, al ser internada por su familia en un sitio donde la pudieran atender.

Actualmente, en este torbellino de contradicciones, es difícil que los estudiantes de ballet, de danza, sepan remotamente quiénes fueron los que pusieron las piedras al camino por el que hoy muchos se deslizan con toda soltura y méritos insospechados.

Descansa en paz, preciosa e inolvidable Laurita.

 
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