Szabo y su pacto con Mephisto
Budapest, 16 de febrero. El director húngaro Istvan Szabo, quien cumple 70 años el lunes 18 de febrero, logró por primera vez renombre internacional en 1981 con su película Mephisto.
Con el extraordinario Klaus Maria Brandauer en el papel principal, la cinta relata la historia de un artista y actor que adula a los nazis para conseguir poder dedicándose a su profesión, presuntamente sin perjuicios.
El guión se basa en la novela del mismo título de Klaus Mann, quien a su vez copia la contradictoria carrera del actor alemán Gustaf Gründgens.
Por Mephisto, Szabo recibió el Óscar a la mejor película extranjera.
En un momento en el que los regímenes comunistas en la mitad oriental de Europa parecían inamovibles, nadie podía suponer cuán profundo se enraizaba el conflicto fundamental de esa película en la personalidad de su creador.
Pionero del cine húngaro
A comienzos de 2006, es decir, 17 años después del retorno a la democracia, el crítico de cine húngaro Andras Gervai reveló que Szabo, en su juventud –de manera similar que el artista Hendrik Höfgen en Mephisto–, selló su propio pacto con el diablo: como estudiante de la academia de cine se postuló en los años 50 como informante de la seguridad estatal comunista y elaboró informes sobre estudiantes y profesores.
Szabo, quien nació en Budapest, es cocreador del nuevo cine húngaro en los años 60.
A los 26 años se le brindó la oportunidad de filmar su primer largometraje: Age of Illusions (1964), un doloroso enfrentamiento con las ilusiones y los procesos de maduración y adaptación de su generación, fue destacado por la crítica como la primera contribución original húngara al cine de autor.
La práctica de la “tolerancia represiva” ejercida en la Hungría comunista tardía permitió a Szabo y a otros cineastas una arriesgada empresa entre preservación de la soberanía y adaptación.
Lo que se sabe en la actualidad es que Szabo mantuvo su soberanía artística contra el sistema.