Participa en la feria Arco de España con uno de los 47 proyectos individuales
El artista visual Sebastián Romo prepara exposición en el Carrillo Gil
“Será un párrafo completo”, dice; la mayor parte de su obra se conoce sólo en el extranjero
Madrid, 16 de febrero. Un “párrafo completo”, no sólo “verbos y enunciados sueltos”, es como el artista visual Sebastián Romo se refiere a la exposición que prepara para noviembre próximo en el Museo de Arte Carrillo Gil, ya que debido a sus largas estancias fuera de México de alguna manera se le perdió la pista a su trabajo como conjunto.
Romo participa en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (Arco), que concluye el lunes 18, con uno de los 47 solo projects (proyectos individuales) que ofrece este acontecimiento muy esperado. La instalación de Romo, titulada Death in/at blossom (Muerte en flor), se divide en dos partes, una de las cuales se exhibe en el recinto ferial, mientras que la otra, una reconstrucción de un avión alemán Stuka, del tipo que fue probado en el bombardeo de Gernika, se realizará para la plaza del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, aunque hasta el momento al parecer esto no ha sido posible.
Por las ausencias de Romo de su país, muchas de las obras previstas para verse en el Carrillo Gil resultarán inéditas para México. Por eso, el artista intentará incluir determinados grupos de obras que para él son “sumamente significativos y todavía son vigentes con el trabajo que hago. Al intercambiarlas con las nuevas piezas se generará un discurso completo y terminado”.
Sebastián Romo trabajó en sus inicios con la Galería de Arte Contemporáneo, de Benjamín Díaz, luego se fue a Brasil, Nueva York y pasó largas temporadas en Europa. La mayoría de sus proyectos se han hecho fuera de México.
–¿Cuáles son sus preocupaciones artísticas?
–Hay investigadores que parten de una serie de pistas de situaciones ya dadas. Siempre me interesa el papel del explorador, aquel que tiene la posibilidad de perderse, no llegar a ninguna parte, pero al mismo tiempo descubrir algo totalmente desconocido y no clasificado.
“Desde el inicio de mi trabajo siempre ha habido un afán por explorar diferentes cosas. Me interesa mi trabajo como una manera de poder crecer o entender todas las cosas que me llaman la atención, que son mis curiosidades, por así decirlo. Empecé en la escuela pintando, después trabajé mucho con fotografía, porque también tenía una formación de cine previa a la escuela de pintura. En este proceso descubrí que realmente lo mío era la escultura, porque mis preocupaciones, inclusive desde la fotografía, siempre eran espaciales.
“Hice muchas intervenciones en el paisaje, land art y demás. Eso también me llevó a cuestionar cómo la fotografía operaba como documento, como registro, si el land art tiene siempre una cara o cómo se registran este tipo de acciones efímeras. Después, empecé a descomponer la fotografía en elementos escultóricos y tratar de construir objetos con fotos. Posteriormente logré cancelar la fotografía y utilizarla como un objeto ya conceptualmente cargado, sustentable, y entender la fotografía como una combinación de maneras de tiempo.
“Mi trabajo se volvió como más austero, es decir, en todos sus recursos menos barroco. Se volvió muy simple en su concepción y presentación. Estaba más cargado de estrategias conceptuales y ahora estoy en el proceso de revisar todo lo que ha hecho.”
También Romo experimentó con el video, con el cual hizo diferentes intervenciones de arte público en Nueva York y Holanda. La instalación que presenta en Madrid tiene que ver con una experiencia previa de trabajos hechos con música en un puente en Holanda, pieza que fue comisionada por la ciudad de Ámsterdam.
En ese momento el espacio abierto se convirtió en un laboratorio donde trabajar. De allí se le vino la idea de desplazar el centro de la obra.
A Romo le espera un proyecto, nuevamente con artistas holandeses, en Curaçao.