Rendirán al dramaturgo un homenaje póstumo en Bellas Artes, anuncia el INBA

El teatro de Carballido, “igual que el mar, murmura grandeza”

Luchó por el derecho a la felicidad de la mujer, dijo investigadora estadunidense

“Nuestras letras padecen desprecio y olvido”, deploraba el autor de Rosa de dos aromas

Carlos Paul

El dramaturgo Emilio Carballido, quien falleció este lunes a la edad de 82 años, recibirá un homenaje póstumo “a la brevedad posible” en el Palacio de Bellas Artes.

Así lo anunció ayer el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Las autoridades culturales esperarán a que los familiares del maestro decidan el momento en que se realizará el acto en la ciudad de México, ya que las exequias del autor se realizan en Jalapa, Veracruz.

Considerado el dramaturgo mexicano más escenificado en Latinoamérica, será reconocido por su generosa labor en la formación de nuevos autores.

Viajero incansable, siempre amable y de pícara mirada, fue un prolífico autor que con la misma emoción incursionó en la literatura infantil, el cuento, la novela y el guión cinematográfico, labor esta última que lo hizo merecedor, entre otros galardones, al Ariel de Oro en 2002, por haber participado en más de 50 películas.

“Siempre piensan que uno escribe de manera racional. Yo escribo porque me apasiona. Es mi vocación. Porque tengo la facilidad natural. Lo hago con placer y donde se puede. Si tengo otro trabajo, ni modo. Casi siempre postergo todo cuando estoy escribiendo, lo demás son adornos y resultados, y si lo que uno produce halla respuesta, es una fortuna extraordinaria. Creo que la he tenido”, expresaba el autor de Yo también hablo de la rosa. (La Jornada, 29 de mayo de 2002).

Los sueños, semillas de una obra

Para Carballido, escribir “es una especie de sonambulismo, es instintivo sobre algo que uno sabe. Las historias se aparecen solas o llegan entre sueños o se proponen de algún modo interesante ante nuestros ojos. No es algo que uno invente de la nada”.

Al ser reconocido en agosto de 2002 como académico de número en la Academia de las Artes, reconoció cuál era el origen de buena parte de su dramaturgia.

“En mis talleres –diría en su discurso de ingreso–, siempre aconsejo llevar una libretita para apuntar los sueños en cuanto acaban de suceder. Hay algunos en especial, ésos que Carl G. Jung denominó ‘numínicos’, en los que pueden encerrarse historias completas o bien las semillas fértiles de una obra que pide ser escrita.”

Entre muchas otras distinciones, recibió el Premio Casa de las Américas, en 1962, y el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura, en 1996.

Como escritor de literatura infantil (El pizarrón encantado y Los zapatos de fierro), Carballido consideraba que los buenos cuentos son los que reflejan “visiones profundas del mundo verdadero y enseñan al niño o joven a entender una sociedad y sus valores”.

Y afirmaba: “Walt Disney ha sido un enemigo espantoso de la infancia, porque convierte las historias más hermosas y poéticas en fábulas capitalistas”.

Muchos fueron los homenajes que se rindieron al dramaturgo durante su trayectoria. Uno se realizó en el contexto de la versión 23 de la Muestra Nacional de Teatro, encuentro en el que en entrevista con La Jornada, la investigadora Jacqueline E. Bixler, de la Universidad Estatal de Virginia, de Estados Unidos, destacó los que podrían considerarse algunos de los elementos e imágenes que caracterizan y permean el quehacer creativo de Carballido.

Su teatro, explicó la especialista, es “engañosamente sencillo”. Carballido “es uno de los pocos dramaturgos mexicanos que ha sabido combinar la realidad mexicana con un fondo más universal; y lo hace con una mezcla de seriedad y humor. Además de tener el don de saber construir diálogos geniales.

“Como escritor, Emilio ha hecho mucho por la mujer, quizá más que nadie. Muchas de sus obras exponen e intentan romper con los muros del patriarcado y abordan el tema de la mujer sin libertad, que no encuentra la felicidad. A él se le conoce como un dramaturgo que ha luchado por el derecho a la felicidad de la mujer, no tanto por el derecho a la libertad política, sino a la libertad de todos los seres humanos.

“El teatro de Carballido, al igual que el mar, murmura grandeza. Esa superficie tranquila de comedia, del llamado ‘costumbrismo’ que reflejan sus obras, es puro engaño.”

Incansable viajero

Carballido, además de forjar generaciones de escritores y ser fundador y director de la revista de teatro Tramoya, fue un viajero incansable, que lo mismo visitó Europa, que Asia y América; ya fuera para impartir un taller, recibir un homenaje, participar en algún encuentro de escritores o para presenciar la escenificación de alguna de sus obras, como cuando fue a Serbia, donde presentaron su memorable obra Rosa de dos aromas.

También fue un amante de la ópera. En 1953 escribió El No. 20 y en 1962 Misa de seis, entre otros libretos de ópera.

El dramaturgo lamentaba que las compañías mexicanas de teatro actuales desdeñaran a los clásicos: “¿De qué sirve escribir nada para el teatro si se trae encima una pesada lápida: la del olvido? Se ha creado una tradición de desprecio y olvido hacia nuestras letras que ha sido esgrimida con furia por los grupos nacionales”.

Carballido, ser generoso y creativo, cuyo máximo empeño consistió en reflexionar sobre los problemas sociales y sicológicos de la clase media mexicana, la naturaleza humana y lo onírico, llegó a expresar: “Me gustaría que vieran mi trabajo con interés, con buen ánimo, sin prejuicios y con deseos de pasar, en el caso del teatro, un par de horas amables y humanas, con todo lo que esto último implica”.