Dinero
General Motors: rudo recorte de personal
Los clientes de ING
Pensionados
Extorsión telefónica
La noticia pilló a la comitiva del “presidente del empleo” en Chicago. No lejos de ahí, en Detroit, General Motors anunciaba que había llegado a un acuerdo con el sindicato –United Auto Workers– para deshacerse de los trabajadores que cobran por hora, son los más costosos. Aproximadamente 46 mil de los 74 mil sindicalizados se hallan en tal circunstancia, ya tienen 26 años de servicio y son elegibles para un retiro temprano. General Motors está ofreciéndoles una suma de dinero atractiva para que lo hagan. O sea que Felipe Calderón quedó en la situación que describe un viejo refrán gallego: “el hambre le pide a la necesidad”. Había dicho en Boston que “la economía estadunidense está sufriendo, pero si creen que la solución es cerrar la frontera, están cometiendo un error muy grande”. Tal vez no le falta razón, sólo que Washington viene insistiendo desde hace tiempo en otra opinión: cada país debe resolver su propio problema de empleo. Concluye su gira por Estados Unidos y volverá con las manos vacías.
Seguros
AXA es una multinacional del ramo de seguros con oficinas centrales en Francia. Tiene 52 millones de clientes y más de 120 mil empleados. Registró ingresos por 79 mil millones de euros en 2006. Desde ayer agregó a su red mundial a México, al adquirir el 100 por ciento del capital de Seguros ING por mil 500 millones de dólares. ING atiende a 5.5 millones de clientes en nuestro país –seguros de automóvil, de vida, de salud– y muchos se estarán preguntando qué sucederá con sus pólizas. AXA viene en plan de crecer. Sólo 40 por ciento de los automóviles y 10 por ciento de los hogares cuentan con seguro y, por otro lado, en el año 2050 una cuarta parte de los más de 100 millones de mexicanos tendrán una edad superior a los 65 años y necesitarán una pensión. Tras ese mercado llegan los franceses.
e@Vox Populi
Asunto: pensionados
A los jubilados que cobramos mes a mes nuestra raquítica pensión del IMSS, nos asignan diferentes lugares adaptados como pagadurías, consistentes en una mesa pequeña en un lugar del estacionamiento y unas cajas supuestamente de alta seguridad donde pasamos a recibir el dinero. Te describo el lugar donde me toca cobrar: es la planta de lavado de ropa del IMSS, situada en avenida Hidalgo 650, colonia Progresista, en la delegación Iztapalapa. Tenemos que hacer una fila de 30, 50 o hasta 100 personas, dependiendo la hora y el día, por lo tanto, esperamos de 30 a 50 minutos. Los jubilados llegamos en diferentes circunstancias. Por ejemplo, en silla de ruedas, con muletas, con andadera, gente enferma con sus bastones. Nunca he visto a los jóvenes jubilados (antes de tiempo) del gobierno, ni a Gurrías, ni a Espinosas, ni a Zedillos, ni a Salinas, ni a ninguno de los panistas que también gozan de superpensiones. Ayúdame a encontrar a la persona indicada que proporcione este privilegio a fin de ser tratado como ser humano.
Fernando Murillo Pacheco/Distrito Federal
R: ¿Por qué no invitamos al director general del IMSS, el ideólogo del bien común (¡gulp!) panista, Juan Molinar Horcasitas, a que nos acompañe un día de pago? Nomás para que sepa lo que se siente.
Asunto: extorsión telefónica
El 31 de enero mi esposa fue víctima de una extorsión telefónica. Ese día no tuvo la precaución de verificar el número del cual le llamaban y al levantar el auricular escuchó la voz de una persona que fingió ser mi hija y que con desesperación le indicaba que había sido secuestrada por unos individuos, los cuales amenazaron con quitarle la vida si no les entregaba 100 mil pesos. Mi esposa, en ese momento, sola y presa del pánico, les indicó que no contaba con tal suma, por lo que dichos tipos le reiteraron la amenaza diciéndole que no llamara a la policía ni a ningún familiar e hiciera lo que le indicaran. Primero que comprara seis tarjetas telefónicas de $500.00 cada una y les señalara los códigos al teléfono No. 0452292143756. Exigieron que depositara 10 mil pesos a nombre de Enrique Acosta Hernández. Como pudo juntó el dinero y lo depositó en la sucursal Inguarán de Banco Azteca. Poco tiempo después, mi hija llegó a casa y cuando notamos que era ajena totalmente a los hechos, el daño moral y económico ya nos lo habían causado. Enseguida hablamos con el encargado de dicha sucursal bancaria para que cancelara el depósito, a lo cual no accedió argumentando que sólo se podría hacer mediante una acción judicial. Estamos indignados y ojalá esta lamentable experiencia sirva de alerta y las autoridades hagan algo al respecto.
David Villagrán/Distrito Federal
R: Esta mañana recibí otro mensaje de una estimada amiga mía de Cuernavaca denunciando un hecho semejante. También ella pagó, aunque su hijita no estaba secuestrada. Es una banda muy poderosa y bien conectada la que está cometiendo los atracos, los cuales no serían posibles sin la protección de la policía, la buena disposición de algunos funcionarios bancarios y la liberalidad con que las telefónicas venden celulares. También debemos admitir que nuestros jóvenes –lo digo por los de mi familia– no cooperan: no se cuidan.